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Actualizado: 05 jun 2022 / 04:00 h.
  • ¿Estuvo la Atlántida en España?

Mucho se ha debatido sobre la existencia real o no de la Atlántida y cuál sería su ubicación más certera. Los acercamientos han sido diversos, desde aquellos que la ubican en el océano Atlántico -en un punto indeterminado- hasta la tesis de Rainer Kühne postulando por las marismas de Hinojos en Huelva o la más reciente en Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, a raíz del hallazgo de unas enigmáticas construcciones en zona de bosque.

Hay hasta quién se cree que, en primero de carrera de Historia –testimonial- ya tiene el descubrimiento de la Atlántida en Sevilla “riéndose” de Platón o Solón dejando al descubierto su enciclopédica incultura, pero eso es otra historia...

En una aproximación al mito de la Atlántida se la vuelve a ubicar en la desembocadura del Guadalquivir, quizás fusionándolo con la cultura tartésica asentada en la zona. La Atlántida estaría en el Golfo Tartésico, de cuya existencia hoy ya no queda vestigio alguno al desaparecer en el 3000 a.C. debido a la subida y bajada del nivel del mar que erosionaron la zona modificando el entorno y su orografía.

Así se tendría constancia de los comerciantes atlantes en zonas como Grecia o Egipto e, incluso, habiendo mantenido relaciones comerciales con los fenicios. Lazos con los tartesios o la cultura surgida en el oeste de Portugal, en El Algar.

Parece que la Atlantida podría ser ubicada finalmente en el fragil terreno donde el mito se convierte en realidad.

La Atlántida interior

¿Podría ser la Atlántida otra cosa que no fuera una isla en medio del océano Atlántico? Si nos regimos sólo por los relatos de Platón parece que es obvio ubicarla allí pero, sin embargo, ha habido otros puntos de localización como podría ser el centro del océano Pacífico, la Antártida e incluso una zona en tierra que también está cubierta de leyendas y mitos.

Se trata de la mítica tierra de Tartessos, aquella que estaba pasando las denominadas como columnas de Hércules, pasando el estrecho de Gibraltar siendo ambas columnas el Peñón de Gibraltar y el Monte Hacho en el continente africano. Sería aquel paso, el paso del estrecho el que en las viejas epopeyas, cuando se creía que la Tierra era plana donde se encontraría un tremendo barranco donde todo el que lo traspasaba caía para perderse por siempre jamás.

Sin embargo en los viejos relatos de la antigüedad se habla de una tierra rica en metales preciosos, en oro, plata, cobre y piedras preciosas, pieles, aceite... Esa tierra era Tartessos y las minas de Tarsis. Un reino perdido que habría entrado en decadencia tras la guerra sostenida con los fenicios que se establecieron en la zona. El grado social, cultural y urbanístico que tenían los tartesios era realmente elevado, su estructura social estaba regida por un rey y sumo sacerdote quedando para la leyenda los nombres de Argantonio o su hijo Gerión.

Una corriente de opinión cree que el mítico reino de Tartessos por su estructura podría ser la misma Atlántida, desapareció en un día, con el feroz ataque de los fenicios, en una guerra que ganaron finalmente los habitantes del glorioso reino ubicado en Andalucía y que lejos de contraatacar contra las mujeres, niños y ancianos fenicios se produjo un mestizaje que dio lugar a un nuevo reino en la zona. Igualmente se buscan los vestigios de esa Atlántida andaluza en la zona de las marismas del Guadalquivir, en las marismas de Hinojos, en Huelva, donde se habrían descubierto estructuras realizados por la mano del hombre; los mismos vestigios que han sido encontrados en otra zona como es Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, donde en plena desembocadura del Guadalquivir también se habrían encontrado estructuras datada hace miles de años, allá por el 1.100 a.C., época donde también se ubica a pueblos como el tartésico o los turdetanos.

¿Podría haber sido Tartessos la Atlántida? Como reino perdido con riquezas y estructuras se adapta, igualmente se adapta a lo descrito por Platón: “un reino pasadas las columnas del Hércules” y Tartessos estaría ubicado en torno a la desembocadura del Guadalquivir, en el océano Atlántico. Encaja con el relato pero no en la forma que el filósofo griego lo describe: “una isla” con siete estructuras... ¿Tal vez se refería a la estructura político-social? Tal vez pero ello ha hecho que se desechara esta idea hasta que se descubrieron los restos arqueológicos del llamado “tesoro del Carambolo” en el Tiro de Pichón en Castilleja de la Cuesta, en Sevilla.

Otro posible punto donde ubicar la Atlántida sería en pleno lago Titicaca, en Bolivia; en este caso no hablaríamos de una isla –aunque el lago tiene varias- sino de algo más. Es una vieja polémica en la que se sumergen los partidarios de esta opción y sus detractores. El mito de la Atlántida tendría su analogía con este lugar en plenas alturas andinas, así no deja de sorprender que el lago Titicaca sea un punto elevado a muchos miles de metros de altitud y que en lugar de tener agua dulce, que sería lo propio, es agua salada. Ello indica que en algún momento se su pasado estuvo en contacto con el mar y que se elevó hasta quedar ubicado donde hoy se encuentra. Así sus partidarios indican que lo que realmente se hundió fue su capital Cerne pero no el resto que habría quedado integrado a masas de tierras cercanas. Cerne es ubicada en el lago Popoo, en el altiplano central de Bolivia.

Reforzando esta opción están las recientes imágenes vía satélite que han descubierto en la zona del lago construcciones rectangulares, nivelada y rodeada de lo que se ha querido interpretar como una fiel analogía con lo descrito por Platón en sus diólogos, canales que podrían ser los descritos por el filósofo o construcciones amuralladas como defensa de la ciudad; la zona además pudo haber sido rica en metales preciosos como lo demuestra el saqueo español con la Conquista de América.

Puede darse también la opción que la Atlántida y Mu fueran dos continentes diferentes, dos superpotencias, y que uno de ellos tuviera una ciudad llamada Atenas que guardaría una gran relación con la ciudad del mismo nombre en Grecia donde habrían llegado tras vivir el cataclismo que afectaría en la misma época a la Tierra y por añadidura a ambos continentes-isla –cómo hoy lo podría ser Australia-.

En la parte del temido “Triángulo de las Bermudas” encontramos lo que podría ser un vestigio cierto de lo que se ha descrito como la “muralla de Bimini” o el “camino de Bimini”, un empedrado de 100 metros de longitud que parece una calzada y que no es una construcción aparentemente natural por muchas explicaciones que se le han tratado de buscar.

Los problemas surgen, de la mano de la Ciencia, cuando se trata de localizar el momento geológico en el que descubrir tal cataclismo... Ahí las huellas no se encuentran pese a las muchas leyendas que se encuentran en todo el mundo de un suceso mundial que afectó a la Tierra allá por el 11.000 a.C. y cuyos supervivientes llegaron a diferentes puntos del mundo para iniciar lo que sería nuestra actual Humanidad.