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Actualizado: 26 jun 2022 / 04:00 h.
  • Los fantasmas de la emblemática ‘Casa Rosa’ de Sevilla

Es una casa que tiene un nombre original es “Villa Eugenia” y que se correspondía con una residencia de verano y descanso de los marqueses de Ángulo. Su construcción se produce allá por finales del siglo XIX, en el año 1894, en un solar de la antigua quinta de un conocido sastre, Juan Cruz.

Mucha Historia y Misterio

Sea como fuere, desde los años 2005 a 2010, fue esa sede provisional de la Presidencia de la Junta de Andalucía mientras que se rehabilitaba el Palacio de San Telmo. Es una casa de estilo francés, así lo delata la arquitectura que marca sus líneas tan características y que hace que cuando se observe la atención se centre en su mirador o en el parasol al estilo “Art-Nouveau”, igualmente tiene el perfecto acompañamiento en un hermoso jardín de estilo romántico y que “Casa Rosa” es la denominación dada debido al color vistoso de su fachada. Hoy día es la sede de la Consejería de Medio Ambiente.

Esta casa además tiene un edificio gemelo dentro de la capital hispalense, la llamada “Casa de las Sirenas”, que no está exenta de sus propios misterios y leyendas de fantasmas en su interior. No obstante la “Casa Rosa” adquiere mayor protagonismo cuando los empleados de la misma, sean de seguridad, administrativos, limpieza y demás, afirman que en su interior se escuchan ruidos extraños máximo desde la remodelación que la llevó a convertirse en Residencia Oficial de la Junta de Andalucía, esto bajo el mandato y gobierno de Manuel Chaves.

No era fácil trabajar en su interior pues, además, los empleados decía que se veía una especie de sombra que, realmente, no sabían identificar con nada y que era de lo más absurdo, por una parte a ojos del sistema de seguridad y vigilancia o de lo más inquietante para los que estaban realizando su trabajo y lo veían físicamente muy cercano.

Así no eran hechos aislados pues también se encontraron elementos que delataban que algo extraño estaba ocurriendo como luces que se encendían y se apagaban solas como accionadas por una manos invisibles, esas mismas sombras que deambulaban por pasillos en lo que no había nadie o historias de nadie, leyendas urbanas, que afirmaban que el fantasma de una mujer se manifiesta bajando la escalera del vestíbulo.

Posibles explicaciones más allá de lo racional

En torno a ello, dentro del terreno especulativo, nos encontramos que se dice que pudo haber sido la criada del marqués con la que mantenía una relación prohibida y con la que se gustaba de compartir la alcoba.

Pero cuando se habla de casas encantadas son muchas las personas que son aficionadas a estos temas y algunos de ellos pertenecían al grupo de trabajadores del edificio. Así uno de ellos se atrevió una noche a dejar una grabadora en diferentes puntos del mismo para ver si captaba psicofonías, la sorpresa fue cuando captó voces que parecían hablar entre ellas “pero todo eso a horas en las que allí no hay nadie, a horas que sabía perfectamente que la quietud y el silencio era total pero que se pues oír perfectamente cómo surge una voz que dice: “Eh, que nos están escuchando”, pero en ese momento no había nadie en el interior del edificio, además esas voces eran anormales. Fue muy extraño y esas voces están ahí, están grabadas”.

En mantenimiento firmaban que “uno que había antes decía que una vez vio bajar a una mujer con un vestido largo por las escaleras, cuando estaba cerrando la casa y no había nadie” tal y como contaban al escritor R.R.López

Un miembro de seguridad le decía a esta misma persona: “Aquí ya no se queda nadie por la noche. Pero aun así a la hora de cerrar a mí no me gusta esto un pelo. A veces se oyen ruidos en el piso de arriba, y un compañero una vez, por la mañana, cuando estaba abriendo, fue a abrir una puerta, y notó que alguien tiraba de ella al otro lado. Y estaba solo. A mí me da muy mal rollo”.

Otro más práctico ante este tipo de hechos afirmaba: “Pues a mí no me ha pasado nunca nada. Eso es sugestión. El edificio cruje porque es de madera”, el compañero anterior le respondía: “Pues a mí, cuando me toca abrir por las mañanas, me da una sensación muy chunga. ¡Quita quita! Y las escaleras esas que hay al final del pasillo que cuando bajas siempre hace frío...”

Son diferentes formas de encarar un fenómeno que inexcusablemente se está produciendo en el interior de este histórico edificio. Tal vez los aires franceses sienten bien a estos entes que parecen haberse acomodado en el interior de los dos únicos que existen en la ciudad.