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Actualizado: 22 may 2020 / 10:26 h.
  • Cuidado: los anuncios gratis que salen caros

La mente española es confiada. Somos bienintencionados. Navegar por la red es adentrarse en una jungla donde no todo es lo que parece. Especialmente por la carga gráfica que apela las emociones. Muchas personas acuden a buscar oportunidades de inversión, empleo, vender, adquirir gangas, alquilar o montar un negocio sin gastarse un céntimo.

Los ‘anuncios gratis’ son ubicuos. Se entreveran con la publicidad pagada en los laterales de portales. Sus textos no admiten contraste, sus fotos no apuestan por la trasparencia, sus teléfonos empiezan por ‘6’, es decir, son móviles y los usan personas que no se identifican o cambian su identidad real por algún mote o nombre falso. El panorama del ‘anuncio gratis’ es tentador, está pensado para ciertas personas con la guardia muy baja.

El préstamo sin dinero

Una historia sevillana ilustra el cuidado que debe tenerse con ofertas que canalizan portales de ‘anuncios gratis’. Una treintañera emparejada y madre de un hijo le hizo un favor a una amiga a espaldas de su chico. Adelantó miles de euros para la ‘despedida de soltera’ de la íntima. A última hora la boda que despedía la soltería se canceló. Y se quedó en medio quien puso de su bolsillo un dineral, sólo logró reembolsar una parte ínfima de lo adelantado de su peculio.

La buena mujer pone un anuncio reclamando ayuda financiera para recuperarse, sin que se enterara su pareja. Registró varias llamadas. Algunas de ‘puntilleros’ [en el argot de prestamistas, los financiadores de deudas que manejan adelantos por nada y números de usura]. Otras llamadas lo fueron de supuestos agentes de entidades financieras. Todos pedían dinero por ‘estudiar el caso’, sin garantía de financiación alguna.

Una última llamada parecía más convincente. Un tipo se presentó como ex empleado bancario. Dijo tener habilidades para manipular la cuenta y que ‘aparezca’ en ella un abono que rozaba el milagro al que aspiraba la deudora. Las palabras por el móvil de aquel individuo parecían magia.

Ganaron la confianza de la apurada hasta el punto de mandarle copia del NIF-DNI, claves de acceso a la cuenta y tarjeta de coordenadas. Gravísimo error en manos de un desconocido. En pocas horas, la cuenta de la generosa amiga registró devolución de todos los recibos.

El saldo positivo resultante fue vaciado mediante un cheque de ventanilla en la caja cuya firma fue usurpada por un individuo que llevaba gorra y grandes gafas oscuras. Las cámaras del banco no le identificaron. La chica, desesperada al ver la estafa sufrida, no denunció el atraco. Temía que la maldita despedida de soltera de su amiga le costara también la pareja. Muchas lágrimas derramaron unos ojos femeninos. Muchas precauciones debieron adoptarse antes de ser víctima de un desalmado.

El mecánico-conseguidor

Otra historia despliega ante los ojos de la víctima fotos maravillosas de motocicletas de alta cilindrada a precio de ganga. El ‘julay’, el que pretende ser más listo que el estafador, llama al móvil del anuncio y encuentra toda clase de facilidades para adquirir una moto nuevecita cuyo precio ha bajado tanto porque hay prisa en vender. El gancho funciona.

La víctima recibe en su correo la documentación de la motocicleta ‘al día’. Le exigen un adelanto ‘en mano’ que paga a un tercero en su propio domicilio sin recibo alguno. La felicidad por comprar una ganga lo explica.

La entrega de la moto se salda con la documentación en papel y un documento de gestoría acreditando que el cambio de titularidad está en trámite durante un mes. Un fajo de miles de euros completa la transacción concertada. Un apretón de mano y una vueltecita en la potente máquina celebran todo.

Un mes después la moto no está a nombre del ingenuo ‘comprador’. La gestoría, además, no existe. Visita la casa del afortunado motero una pareja de la Guardia Civil. La motocicleta que compró no era propiedad del vendedor, en realidad un mecánico que ‘despistaba’ autos de compra-ventas que a su vez blanqueaban para el narco.

La historia terminó muy mal. La moto fue incautada para devolvérsela a un dueño que era ajeno al trapicheo. La ganga resultó carísima. Al que creía ser más listo que el tonto que vendía. Nada da duros a pesetas. O más actual, euros por céntimos

Los negocios virtuales

Una de las modalidades de anuncios gratis, cuyos anzuelos son picados con frecuencia, especialmente días de pandemia, recesión y necesidades, es ser plataforma para traspasos bancarios desde el extranjero. Una comisión sobre pagos recibidos es el precio del servicio. Pues bien, un sevillano muy listo creía ser Rockefeller creando una cuenta en la que se recibieron traspasos desde Sudamérica, países del petrodólar, ex soviéticos, etc...

Semanas después recibió la visita de agentes del SEPBLAC (Servicio Prevención Blanqueo de Capitales) adscritos al Banco de España. Un interrogatorio despejó la verdad de un financiero de dineros ajenos. Era un mero testaferro que había ‘lavado’ cientos de miles de euros de narcos y redes de trata. El tonto –encima- declarará por lo movido en su cuenta ante el fisco sin saber por qué tendrá que pagar, sí o sí, por dineral ajeno.

Prestar identidad y medios a desconocidos sale caro y es grave. Hay demasiadas evidencias para evitarlo. La vida de un pretencioso que esperaba ganar dinero sin dar un golpe tendrá que invertir los ahorros y ganancias previas en abogados. Y confiando en que se apiaden de su ingenuidad en los estados judiciales magistrados y fiscales.

Otro negocio que se prodiga entre ‘anuncios gratis’ es liquidaciones de tiendas, alquileres baratísimos o paquetes vacacionales talleres, estudios, despachos...

Los vendedores deben acreditar la licitud y propiedad del material que pretenden comercializar. Cuestiones tan exóticas como invertir en granjas o explotaciones con beneficios asegurados, gangas inmobiliarias o supuestos terrenos fértiles a precio de secano exigen comprobación y garantías avaladas de terceros, siempre ajenos a quien propone la ganga. También participar en negocios, comprar publicidad que ‘ahorra’ inversiones de quienes ofertan oportunidades que lo único que pretenden es vaciar bolsillos ajenos.

El Gran Hermano

George Orwell noveló el ojo que todo lo ve. En España nuestras fuerzas de seguridad practican pautas de análisis e inteligencia sobre los portales de anuncios gratis (milanuncios, forocoches, wallapop...). Poca gente sabe que nuestros policías minimizan bastante las fechorías de los timadores virtuales.

Los anuncios dejan evidentes rastros, al igual que los móviles o correos que se instrumentan para consumar ilícitos o engaños de menor entidad. Estos datos se suelen segmentar para separar la paja del grano, si se admiten tales términos coloquiales. Hay portales privados que incluso recogen reclamaciones de víctimas.

Es muy aconsejable comprobar la propiedad de lo que se vende por quien lo pretende. Además, en casos más complejos, convienen gestiones comprobatorias en fuentes ajenas, objetivas, a las que conduce quién está tras el anuncio. Lo ‘gratis’, recuérdenlo, sale muchas veces carísimo.