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Actualizado: 31 dic 2022 / 04:00 h.
  • Eva Kaili.
    Eva Kaili.

Desde el pasado noviembre circula el borrador de Ley de Transparencia e Integridad en las Actividades de los Grupos de Interés en trámite de información pública. Desde hace semanas hay muchos pelos de punta dentro y fuera de España, una de los países relevantes de la Unión Europea (UE).

En Bruselas, Meca de la UE y de la OTAN son miles los ‘grupos de presión’ que funcionan para influir, negociar y empoderar más a quienes representan y les pagan platino. El quién-es-quién del escándalo ‘Qatargate ilustra hasta dónde un lobby cotizado por el petrodólar no ve la línea del delito por el soborno. Los calabozos belgas tienen ya inquilinos lobistas. Entre ellos, la ex Vicepresidente del Parlamento Europeo, la socialista griega Eva Kaili.

Pero el largo nombre de la futura Ley española prevé regular, registrar y controlar los ‘lobbies’, un anglicismo muy gráfico. Como Spain is different controlará tarde y mal algo que palpita y hace de las suyas desde que retornó con bríos la democracia con la Constitución de 1978. En 2014 ya la embajada española de Trasparencia Internacional elaboró Informe para la Unión Europea que dirigió Manuel Villoria.

El documento es revelador: ‘.... En España está muy instalada la creencia de que el dinero “compra” influencia en la política. Igualmente, entre los ciudadanos está extendida la percepción de que negocios y corrupción van de la mano. Según el Euro-barómetro de 2013, el 77% de los españoles cree que la corrupción es parte de la cultura de los negocios en el país, mientras que el 67% considera que la única forma de tener éxito en los negocios son las conexiones políticas. Un 84% de los españoles cree que el soborno y las conexiones son la forma más sencilla de obtener servicios públicos. Estas percepciones son aún más fuertes entre las empresas españolas, de las cuales un 91% ve excesivos vínculos entre dinero y política, y el 93% cree que la corrupción y el favoritismo dañan los negocios. Las empresas constatan que son recurrentes muchas prácticas injustas, y en ocasiones ilegales, tales como favorecer a amigos y familia al hacer negocios, el nepotismo y el clientelismo en la administración, o la opaca financiación de los partidos políticos. No es de extrañar que la confianza en el gobierno muestre un nivel tan bajo y alarmante...’.

Grupos en acción

Los lobbies en España existen. Llevan décadas trabajando duro y con éxito. Gastan millones de euros sin transparentarlos. Su objetivo es condicionar o relativizar decisiones políticas, licitaciones de dinero público, nombramientos de cargos y un largo etcétera. Es difícil detallarlo por las opacidades que se interesan por quienes participan en estos menesteres

Por justificarse los lobbies entendemos que parte de sus actividades y pagos piden trasparentar su actividad. Pero es más difícil de creer que la opacidad aludida desaparezca.

Vayamos al grano. Los principales lobistas patrios trabajan para recuperar inversiones, lograr el favor y la cercanía del poder esté donde esté y lograr subvenciones o favores. Para esos cometidos pagan plantillas de profesionales y campañas publicitarias que raramente se difunden con firma explícita.

En lugar destacado del ‘lobismo’ está quienes defienden erre que erre a la banca, AEB. No les falta trabajo por sus insistentes prácticas, que los convierte en ganador con el dinero ajeno. Otros grupos están en automoción (ANFAC), las eléctricas (UNESA), el sector del gas (Sedigas), la hostelería (FEHR) o el seguro privado (UNESPA). Ahí estaría el podio patrio de lobby.

Hay otros grupos que trabajan para multinacionales. Son muy poderosos e influyentes. Tocan a políticos en activo y cesantes del arco parlamentario, organismos que aplican normas e influyen en favor de sus patrocinados. Trabajan, sin recato, para Amazon, Google, Uber, Meta (Facebook y Twitter), Cabify o Airbnb. Su éxito radica en minimizar cargas tributarias y laborales, acrecentar cuotas de mercado y ejercer un fáctico monopolio sin que se note demasiado.

Un lobby silente, pero que controla resortes del poder por el número de afiliados al que protege es el de los cazadores. Recientemente logró que en normas futuras se excluyan a ciertos animales de lo punitivo.

Por otro lado, el gobierno actual dice que, quizá para la felicidad de los españoles, quiere controlar a los lobbies.

En temas de género y hábitos sexuales es notoria la influencia de los think-thank (laboratorios de ideas), grupos cívicos, colectivos, partidos y sindicatos. Ahí el dogma, la consigna que se lanza es lo más pragmático. Al respecto se abren paso los lobbies que trabajan para colectivos feministas, LGTBQI+, pro infancia, expatriados o jubilados y de obediencia religiosa.

Ciertos colectivos profesionales de clase unifican intereses, convocan huelgas y siempre intentan consolidar sus privilegios laborales con prácticas corporativistas. Nos referimos a los pilotos de aeronaves (SEPLA), controladores aéreos (USCA), maquinistas ferroviarios (SEMAF) o los estibadores portuarios.

Los colegios profesionales, entidades de Derecho Público de afiliación voluntaria, no le van a la zaga para defender los intereses de sus afiliados. Abogados, sanitarios (médicos, enfermería, odontólogos, farmacéuticos, veterinarios...), ingenieros, arquitectos, notarios, registradores... son los más activos y visibles. Unión Profesional, que aglutina a distintos colegios, no acaba de cuajar, a pesar de que se creó con genuino espíritu de lobby.

La Justicia acumula incontables intereses. Si bien en escalas bajas (instancia e instrucción) predomina la profesionalidad gracias a la mayoría y talento femenino, cuando hay vacantes en Audiencias, TSJs, Audiencia Nacional Tribunal Supremo, de Cuentas o Constitucional ponen a toda máquina sus peones y candidatos los grupos estructurados para influir. O bien desde el CGPJ, cuyo mandato está caducado hace más de 4 años, o bien desde los diferentes colectivos de jueces (APM, JpD, AFV...), fiscales y LAJ (antiguos secretarios judiciales).

En otras ocasiones, algunos Magistrados o Fiscales se prejubilan, piden excedencia o cambia de acera su criterio neutral de juzgadores o acusadores. Hay inclusive bufetes que ‘fichan’ lo que moralmente es incompatible o bien hay puertas giratorias que chirrían demasiado. Algo parecido afanan a los lobbys con antiguos mandos policiales, militares o de la inteligencia patria para integrarlos en empresas del IBEX35. Nunca perdamos de vista sus agendas de contactos y los cazatalentos de privilegiados.

¿Quiénes trabajan para los lobbies?. La respuesta tiene variables. En la parte más inferior hay periodistas bien conectados y con labia seductora. Sus colegas los ubican en la ‘zona oscura’ del periodismo. Hay profesionales de plantilla y externos (abogados, analistas, economistas, peritos, catedráticos universitarios...) que revisten de rigor el trabajo del grupo, normalmente vehiculado entre sociedades mercantiles y fundaciones instrumentales.

En la parte más alta del grupo de presión están los ‘conseguidores’ que doblegan voluntades en la cúpula del poder o crean ambiente para afinar decisiones o anuncios de boletines oficiales. Aquí encontramos a ex políticos, bufetes y asesorías.

El descaro más visible es cuando el lobby aconseja que el antiguo servidor público sea Consejero o Consultor sin funciones definidas de la empresa que a lo mejor antes se benefició de decisiones del poder. Energéticas, bancos, bufetes, farmacéuticas o aseguradoras están en tales empeños. Esos ‘logreros’ (pedimos prestado el palabro a Chaves Nogales) se saben de carretilla su misión.

Un ejemplo. La que fuera Vicepresidente Soraya Sáenz de Santamaría en menos de los preceptivos dos años de franquicia tras abandonar Moncloa fichó por Cuatrecasas, descartando incorporarse a su despacho como Abogada del Estado. Ese bufete catalán pleitea, entre otros temas, contra el estat espanyol. Es difícil de entender para cualquier ciudadano por qué ocurren estas cosas en un estado de Derecho.

Lobear en Sevilla

La capital andaluza no esconde demasiado a quienes influyen hasta lo infinito. Hay sagas familiares, aristócratas, largos apellidos con guiones o con muchos ‘y’ o ‘de’. Si bien no podemos hablar de una estructura que comparte intereses, existen ‘milagros’ cocidos en cenáculos, barras de bares croqueteros, empresas ‘sevillanísimas’ o mediadores que siempre triunfan haciendo llamadas, regalos o pagando comisiones que equivaldrían a presuntos cohechos. También, se sobornaría con otros ‘métodos’.

En el ombligo del poder hispalense rancio está el cosmos de las cofradías, compadreos de caseta ferial, corporativismos de colegios profesionales, colectivos cívicos, terratenientes, arroceros, constructores, ciertas patronales o los arrabales del poder local y autonómico.

Sevilla está llena de esos ‘sevillanistas’ que acuñó Chaves Nogales, o quería lejos Antonio Machado y Luis Cernuda. De la homofobia del pasado se pasó al pálpito del poder gay y sus tentáculos. En la etapa de poder del PSOE andaluz (1978-2018) fue poderoso el lobby de feministas que ahora se queja de su irrelevancia por aquello de alejarse del boato y el atril.

La irrupción digital e industria aeronáutica crearon grupos que barren para adentro. De conocerse agendas de concejales, diputados, senadores..... habría sorpresas y casualidades.... El supuesto termómetro de la economía local, el turismo y lo que le cuelga (hostelería, hoteles, guías, transporte, etc...) no representa ni el 17% del PIB local, pero se queja, negocia o se dirige a la ciudadanía como si sobrepasaran el 50%.

La pregunta ¿qué hay de lo mío? es la que se hace, dentro y fuera de Sevilla, cualquiera que paga al lobby o lo representa. Las nobles intenciones del ejecutivo de controlar los lobbys chocarán con una verdad muy cruda. El dinero y el negocio no dejan muchas huellas.

Un último dato. El actual Canciller Europeo, Josep Borrell, fue consejero independiente de ABENGOA. Su nutrida agenda le impide dar explicaciones que justificasen su nombramiento.

La multinacional sevillana arruinó accionistas, proveedores, despidió baratito a gran parte de la plantilla y se mendiga en despachos del poder su funeral. Nos preguntamos qué asesoraron y cuánto cobraron ilustres ex ministros como Borrell. Pero eso es otra historia.

Pone a huevo recordar al ministro franquista Pío Cabanillas. Repetía que ‘cuando abandonas el ministerio, el teléfono no suena’. En tiempos de autocracia los ministros no tenían móviles. En tiempos democráticos adultos las puertas giratorias están muy engrasadas. Si no lo entienden, miren su factura de luz o lo que cuesta llenar de combustible su auto. O venir del supermercado con bolsa llena que costó el doble de hace meses.