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Actualizado: 21 may 2022 / 04:00 h.
  • La paciencia, desbordada, de la ciudadanía

Una de las definiciones más crudas de la paciencia sería la ‘Capacidad de sufrir y tolerar desgracias y adversidades o cosas molestas u ofensivas, con fortaleza, sin quejarse ni rebelarse’. Menos leve es añadir a la paciencia el atributo ‘franciscano’ en femenino porque le da un toque más venial. Es decir, se espera con la resignación que alcanza al olvido o caridad personal.

El ciudadano español, sin embargo, debería tener rebajas fiscales por las esperas que debe soportar de la administración pública que sostiene con sus impuestos. Cualquier reclamación tarda lo indecible en ser resuelta. Indican a servidor que programas de inteligencia artificial replican recursos y apelaciones a Hacienda, Seguridad Social o Ayuntamientos, Ministerios, Diputaciones y Consejerías. Hay más o menos empeño en implantar esas ciber-aplicaciones ideales para funcionarios holgazanes. Datos extra: fallece el 58% de solicitantes de ayudas por la dependencia. ¿Quién gana con ello?

La Justicia española de por sí lenta en su caminar procesal, investigador y resolutoria la pandemia justificó más esa velocidad. El por qué se dilatan conflictos años y años en los que se olvida o pierde mucho, fallecen encartados o afectados y prescribe casi todo. Un ejemplo: el fraude de 40 millones de UGT Andalucía, tras más catorce años de instrucción, tendrá juicio para 2024. Cierta abogacía, mientras, se frota las manos cuando gana sin luchar, prescribe o se reconduce al más ágil arbitraje, mediación y pacto extrajudicial.

La sanidad pública y privada están casi colapsadas desde que la pandemia llegó. Sólo padecemos, desde marzo del 2020, una patología viral: SARS Covid-19. ¿No existen cardiopatías, cáncer, hemofilias o trasplantes...? No las hay para la recurrente estadística oficial. Pregunta retórica: ¿el caos del Covid retrasó el diagnóstico oncológico, no palió debidamente muertes ‘evitables’ por accidentes cardiovasculares?. Cáncer y corazón herido, recordemos, son la principal causa de muerte humana, al igual que los multiplicados suicidios lo son entre las muertes no naturales.

El tortugueo sevillano

En la paradójica Sevilla la paciencia tiene dos excepciones: Semana Santa y Feria de Abril. Sólo hay que esperar las fechas de calendario para días tan señalaítos. Cuando les cuadre a los madrileños de puente de mayo varían las fechas de lo que iniciaron un vasco y un catalán para la venta y celebración post-contractual del ganado. Perdonen la cursilería, pero el tema tiene tomate y mucho negocios para la hostelería y turismo, los únicos segmentos empresariales que habría en Sevilla según políticos, prensa y organismos.

El calendario para la Semana Santa lo tiene claro. Hay que superar la Cuaresma y cabildear en cofradías lo que fuera menester para los estrenos, satisfacer el ego que marida el fervor y el sobresalir de la Juntas de Gobierno cofrades. Señores y señoras, para las fiestas pascuales y abrileñas la paciencia no cuenta. Funciona todo perfectamente, los plazos operativos se cumplen con puntualidad británica. Olé.

Sin embargo, otras cuestiones hispalenses hacen huir a inversores o atraer a especuladores o comisionistas del ‘ya te diré’ o qu’e hay de lo mío’. Qué me dicen del trajín que hay sobre la reconversión de antigua fábrica de tabacos que heredó Altadis. Nadie está contento con lo aprobado, ni los mismos que dieron los beneplácitos.

Lleva tantos años parado el tema que se celebra la buena marcha del proyecto sólo con maquetas y virtualidades. O qué me dicen del antiguo mercado en Puerta de la Carne o actualizar las Atarazanas. Llevan años esperando mecenas, licitadores y vecinos que se haga algo, pero de verdad.

Algunos proyectos que tienen más velocidad y buenos padrinos nos interrogan si no hay una corrupción. Llamativo es que casi 50 hoteles que vacían el centro sevillano de vecinos se implanten en los últimos lustros. Más curioso es que la SE-40 vaya rápido por algunos tramos y lento por otros, especialmente cuando hay puentes o túneles. Lo de hacer una Linea 3 del Metro sin haber siquiera concebido la 2 mosquea. ¿Maquetas y fotos sirven para justificar lo que parece injustificable o un solemne desvarío?.

En la única metrópolis española donde aeropuerto y ciudad o su más importante estación ferroviaria no haya tren o metro no es de recibo. Mientras, la palabrería y promesas vacuas se imponen ante lo que no ve y espera el ojo ciudadano.

A la diosa Híspalis que moja, esplendorosa, en Puerta Jerez el agua de su fuente la sustentan varias tortugas. Ese dato objetivo es el velocímetro incorporado a demasiados proyectos en Sevilla.

El escritor chileno Luis Sepúlveda (1949-2020) afincado en Gijón dijo en Sevilla, al presentar La sombra de lo que fuimos (Espasa, 2009), una verdad incontestable. Al reunirse con antiguos camaradas de lucha contra Pinochet rememorando francachelas del pasado pre-exilio repetía que ‘el tiempo no vuelve’. Aquellos entrañables momentos se quedaron en el camino de la vida

Pues bien, esto debemos recordárselo a quienes nos hacen pacientes ciudadanos. Esperamos demasiado lo que no tiene tanto trabajo y empeño para ser resuelto. La burocracia, aunque se suprimió en parte, sigue haciendo de las suyas y debe agilizarse todo cuando en la época digital el papel se eliminó y se jubilaron las generaciones del papeleo más lento.