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Actualizado: 23 abr 2021 / 20:01 h.
  • ¡Milagro palmariano!: cobrar dinero, pagar con rezos

El inolvidable Beni de Cádiz profetizaba que su provincia es la más internacional de las españolas: Al Sur limita con Marruecos, al Oeste con EEUU (Base de Rota), al Este con Inglaterra (Gibraltar) y el Norte con España. En Sevilla, sin duda, nos hace falta un Beni para internacionalizar una provincia que se vende regular tirando a mal. En el Vaticano, en la basílica de San Pedro, una raya indica que hasta allí llega la Catedral de Sevilla, la segunda más grande la cristiandad: ¡Medalla de Plata!

Nadie, en la capital y provincia de la Giralda, reivindica que tenemos un Vaticano hispalense, legal, con imponente Basílica-Catedral y con todos sus avíos (Papa, Cardenales, Obispos, Santoral, ritual pre-tridentino, misas en latín, monjas, cripta, feligresía de los cinco continentes, etc...). Tiene que venir un gaditano, fan del deporte y del carnaval, para escribirnos que la Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz tiene su central en la antigua pedanía utrerana del Palmar de Troya. ¡Sevilla, estimados lectores, tuvo hasta un Papa con novia que conoció el trullo!:

¿Eso es medalla de oro?.

El Palmar de Troya y las cosas que allí sucedieron y pasan ahora es noticia planetaria. Como otro pueblo sevillano, Marinaleda, que centró documentales, noticias o reportajes y cita a antropólogos, periodistas, escritores y estudiosos de un neocomunismo con barbas que hace las mismas aguas que los estertores palmarianos del siglo XXI.

Desde 1968, el año del Mayo Francés, cuando cuatro niñas vieron a la Virgen en un lentisco utrerano, las ‘cosas del Palmar’ intrigan. Hay testimonios sobre lo telúrico del lugar y que se registró lo paranormal. Videntes, creyentes nublados de conservadurismo, oportunistas, clérigos que no hicieron carrera y milagreros peregrinaron por miles hasta un poblado que se colmató de iglesias herejes y vaciaron la parroquia local.

El dúo Clemente Domínguez & Manuel Alonso estudió el panorama y logró hacer caja con el triángulo del milagro que pretendían al principio: Lourdes-Fátima-Palmar. La cinta ‘Manolo y Clemente’ que dirigió en 1986 Javier Palmero retrataba a una pareja gay que aprovechó la supuesta aparición mariana para plasmar una escisión al Vaticano. La canción del irrepetible Carlos CanoEl Milagro del Palmar’ ratifica a Palmero. El estribillo merece repetirse: ‘Clementeeeeeee, no te quedes con la gente....’

Una teleserie documental de Movistar, que dirigió hace un par de años Israel del Santo, retrata con oficio y por capítulos los peldaños de la tenebrosa escalera palmariana. Muchos libros, reportajes y artículos en clave de misterio, secretos e integrismo intentan acercase a una Iglesia que pervive con fieles locales e internacionales.

El libro del ¡Milagro!

Decíamos que un gaditano vino a Sevilla a escribirnos de los palmarianos. Primero se graduó en Periodismo en La Cartuja y captó el sevillano modo; después, imaginando el carnaval, se envenenó de las luces y los secretos de unas sotanas atípicas. Jorge Decarlini (Cádiz, 1987) se estrena con una ópera prima de recomendable lectura para comprender mejor este fenómeno. ‘!Milagro! Éxtasis y sombras del Palmar de Troya’ (Libros del KO, 2021) tiene 368 páginas sobre miles horas de periodismo investigador. Una pena que no incluya fotografías para ilustrar el trabajo. Se ve que la editorial oferta relax de lectura sobre la jeta del tándem palmariano.

La obra de Decarlini se lee fácilmente. Alberga un lenguaje directo, fresco, con guasa, cercano y que acentúa lo que merece pausa mental para establecer causa-efecto. Las palabras del escritor sumergen al lector en una aventura que registra maniobras preliminares, estudio del objetivo, ataque y conquista, reinado y un ocaso lento que llega hasta nuestros días del 2021, desde 1968. La agonía de quien la decide elige cuándo morirse. No toca.

El Índice de la obra refleja el cronograma, la hoja de ruta que siguieron los líderes palmarianos hasta que su ausencia derritió un pastel al que su miel rancia alejó ya hasta a las moscas más cojoneras. Las luchas por las videncias marianas, las maniobras por poseer el carisma milagrero, los recursos dramáticos de Clemente y el cerebro gris de Alonso son desmenuzados con esa gracia gaditana que sólo puede heredar un paisano del Beni. Escribir sobre el negocio de cobrar dinero y pagar en rezos bajo excusa de religión, dogmas de fe, pánico a la muerte o al Anticristo, es tarea seria, pero debe divertir. El desenfado es parte del disfrute lector.

El turismo religioso, las rutas del milagro, el integrismo adinerado, las maniobras para captar fieles, donaciones y giras mundiales de la cúpula palmariana son descritos con sumo rigor en la obra de Decarlini. Otros autores fueron a la epidermis más visible. Escándalos, excesos, estigmas, miedo, teología de catacumba o éxtasis fingidos centraron otros libros. La bibliografía palmariana ya tiene hasta un autor que se hizo el sueco (Magnus Lundberg) y escribe en inglés lo que es complejo entender en el idioma de Cervantes.

Los pícaros que levantaron la Iglesia Palmariana fueron inteligentes. Salieron airosos de conflictos legales desde la época franquista cuando se implantó el invento. Desplumaron a una aristócrata moribunda, amiga del Cardenal Bueno, para comprar la finca (Alcaparrosa) de las apariciones. Esquivaron denuncias sobre uso de sotanas. Aplazaron la llegada de un Cardenal ultra vietnamita antes de su despedida en Roma. Así legalizaron sacerdotes y purpurados Clemente & Alonso. Después, en 1988, ganaron en el Supremo ser un culto legal, para ahorrar tributos.

La máquina que describe Decarlini compró decenas de inmuebles en el centro sevillano, en el término de Utrera y compiló generosas donaciones y legados, millonarios en euros, desde muchos países. Aquellos dineros se repartieron, en parte, para que los fajos de billetes no cesaran. Bufetes, bancos, autoridades, periodistas oficiales, mandos policiales y un sinfín de beneficiados de los palmarianos existieron. Que nadie lo dude. Y se callan.

Decarlini navega sobre el dúo palmariano sobre lo que se percibe, lo importante y lo que se guardó su cúpula. Sólo se han conocido hechos bochornosos: borracheras, comilonas y orgías papales, amputaciones testiculares de fanáticos, embarazos de monjas (Acuérdense de Sor Ramonina, la Priora), escándalos, herejías de la escisión. Los millones, herencias y donaciones estaban a buen recaudo. Hubo una época que los palmarianos pagaban a proveedores de más a cambio del silencio.

El machismo o autoritarismo de los primeros Papas (Gregorio XVII y Pedro II) reproducen esquemas de entramado sectario que sólo aboga por el dogma del mandamás. Canonizaron a Franco, Carrero y ultras para fidelizar al palmariano de infantería. Se juntaron a Lefevbre para validar integrismo y registraron deserciones. Para no ser menos que el Vaticano.

Decarlini minimiza o relativiza la ‘Operación Troya’ que ejecutó a finales de los 80s la inteligencia española (CESID, hoy CNI) tras hacer santos los palmarianos a Don Pelayo, Primo de Rivera, Franco, etc... Pero la verdad es que existió, como aquella leyenda que ubicaba defunciones en la cripta de su Catedral certificadas por médicos espléndidamente pagados. Los palmarianos registraron el primer cementerio privado andaluz.

El Palmar hoy

Tras los éxtasis, videncias, milagros del dinero y la fe, Decarlini repasa lo contemporáneo entre palmarianos con los últimos Papas (Gregorio XVIII y Pedro III). La desamortización de esta Iglesia, casualidad, llegó tras las sucesivas muertes de Clemente (2005) y Alonso (2011). Sin noticias del destino del ‘maldito parné’; también murió un Canónigo sevillano que conoció en notaría las rapiñas. Esas tumbas, pues, desbordan los secretos.

El electricista y ex militar murciano Sergio Ginés María, Pedro III en lenguaje palmariano, buscó los dineros erre que erre. Al final escapó a bordo de alta gama y novia, una monja de la orden, en 2016. Contó, con memoria selectiva, hechos intramuros que vendió a la prensa. Volvió al Palmar para reponerse, pero acabó en la cárcel tras un allanamiento con sangre. Su milagro en juzgados fue que no le acusaron de nada. Los días de cárcel fueron el tributo a la osadía y a no contar lo que sólo Alonso sabía.

Su sucesor, el suizo Joseph Odermatt, ha hecho más milagros. Logró que las ovejas descarriadas de las herejías palmarianas regresaran al redil. Y Decarlini retrata el hoy del Palmar hasta que le superó, por el cierre de la edición del libro, que la pandemia hizo estragos intramuros palmarianos.

La última noticia palmariana es un video pascual viralizado pascual en 2021 de una creencia que sigue su camino con los altibajos de su densa historia