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Actualizado: 11 jun 2022 / 04:00 h.
  • SAV - Síndrome Aumento Volumetría, la arquitectura interior

La psicoterapia debe abordar seriamente a las distintas personalidades que conviven en cualquier cuerpo humano. Muchas mujeres llevan dentro –por ejemplo- a la bailarina que intentaron, a la modelo que nunca desfiló o la decoradora que creen ser casi todas del hogar propio o ajeno. También, al médico curador o a la Jueza del dogma. No es tema, ese alter ego, de sexo.

Entre hombres parece compartido con mujeres, y por lo que se ve en canchas deportivas, que se grita a ese/a árbitro que no pita lo que debe reseñar. O a ese/a entrenador que no da oportunidad al banquillo. Animar al equipo es otra cosa, a eso se va a cualquier evento deportivo. Demasiados hombres llevan dentro a un árbitro y/o entrenador deportivo.

De las pocas revistas que quedan en los kioscos sólo perviven las de viajes, motor, femeninas y de decoración. Estas últimas tienen mayoritaria lectura de ojos femeninos. Y también, estas publicaciones, entrañan preguntas: ¿Dónde están esas casas, alcobas, salones o terrazas?. Esas viviendas parecen sólo existir en páginas de revistas, no están si las buscamos o son tendencia de élites inaccesibles. Sólo puede permitírselas una minoría. El nuevo hogar o reinventar el actual es cosa de soñar y leer revistas.

SAV - Síndrome Aumento Volumetría, la arquitectura interior


SAV, el palabro con siglas

Hace años, cuando escribía el autor para la revista decana Cambio16 (2004-2014) aportó un neologismo. Es un palabro con siglas: SAV-Síndrome de Aumento de Volumetría. En el artículo se explicaba al arquitecto-decorador-constructor que cualquiera lleva dentro. Y parece que el neologismo tiene su por qué. Esta sensación de vacío, cuando compramos, alquilamos o visitamos una vivienda para vivirla o pasar unos días en ella, da un toque personal cuando queremos participar activamente en su transformación. Compramos, alquilamos o vivimos en algo que hizo otro/a

Nos explicamos. Cuando ocupamos nueva vivienda que, ni diseñamos, ni desarrollamos el plano, nos da la sensación que se quedó en el tintero la posibilidad de agrandarse. De sumarle espacios para añadir sello propio. Los casos más exagerados, y que se adentran en el desvarío de aumentar volumetría, acaban nutriendo expedientes en la disciplina urbanística municipal.

SAV - Síndrome Aumento Volumetría, la arquitectura interior


Paseamos por cualquier calle y vemos balcones cerrados con cristales o de obra. Así multiplican el salón, alguna alcoba o montan una pieza donde no cabe nada. Miramos a la azotea de muchos bloques y algún ‘listo/a’ ha colmatado un espacio común transformándolo en privativo. O bien se carga peso al inmueble, a la casa o bloque indebido, no previsto en la licencia de obras. Hay quienes unen habitaciones que sólo fragmentó la codicia del constructor o promotora de turno. O derribamos una despensa para hacer más grande una cocina que se queda, definitivamente, pequeña.

Es decir, queremos ser arquitectos y albañiles al tiempo. Sin el menor recato. Sin idea o con ánimo de sentirnos más gratificados por los resultados de la obra final. A veces cuando se muestra con orgullo a familiares, a la suegra o suegro o bien amistades, las risas flojas del bochorno ajeno se desatan en privado. Los SAV más patológicos exigen aplauso directo e inmediato. Es imperativo halagar la autoría. Pero, después, se critica en privado sin escrúpulo alguno. Así está el patio.

SAV - Síndrome Aumento Volumetría, la arquitectura interior


ºAlgunos SAV tienen explicación. Son lentísimas las licencias municipales que se requieren para ampliar negocios, o bien viviendas para VIPs. Un restaurante en Glorieta de los Marineros, un hotel en Argote de Molina o un ático en Casa de la Moneda son ejemplos. Suspendieron licencia sobre modificaciones no previstas en los planes presentados al examen oficial. En Sevilla capital hay incontables ejemplos para probare lo que se afirma aquí.

Esos SAV no son caprichosos. Forman parte del negocio inmobiliario o de la hostelería. Se proyecta o pide una cosa, y se ejecuta otra. Hasta que acude el ojo inspector. El SAV personal es consumar el sueño de sacar tajada a unas decenas de metros cuadrados para quedarse igual. O plasmar un argumento de marketing si se vende el hogar. La historia es harto conocida: Se amplían metros. No se legalizan en el Ayuntamiento ni inscriben en el Registro de la Propiedad. Pero el marketing inmobiliario vende lo que no existe oficialmente. Esta realidad trae no pocos quebraderos de cabeza al vendedor, pues el comprador no paga lo que no es legal.

En suma, el SAV es algo que integra nuestra codicia. Y la de sumar lo que, al cabo, añade poco. En lo rural, el SAV siempre transforma la casa de aperos en una espléndida vivienda con todos sus avíos: pozo, paneles solares, piscina, jardines, etc.... Los drones del SEPRONA-Guardia Civil y los satélites cuyas imágenes se comparten en la red hacen de las suyas para multar lo que realmente es un presunto delito medioambiental o contra la ordenación del territorio

Ese arquitecto interior que acarreamos en el cuerpo a veces nos traiciona. Hasta nos puede arruinar. Algunos SAV con identidad nominal pagan multas, sobrecostes en obras interminables, o hacen reir por el esperpento que consuman. Mejor elegir el hogar sobre la mesura que el tiempo consolida. Las aventuras que nos regala el SAV salen demasiado caras.