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Actualizado: 28 may 2022 / 04:00 h.
  • Roland Strunk.
    Roland Strunk.

Dos oficiales, veteranos de la Primera Guerra Mundial (IGM, 1914-1918), de origen prusiano oriental se encontraron discretamente en una Sevilla irreconocible por el terror que implantó el General Queipo de Llano, desde mediados de julio en 1936. Gustav Draëger y Roland Strunk eran fervientes nazis, paisanos de una región europea que hoy es parte de Polonia y que se llevaron a la tumba demasiados secretos.

El primero oficiaba como anfitrión y Cicerone perfecto. Era un empresario de éxito, ejecutivo de la hoy desaparecida consignataria BAKUMAR, e influyente sevillano adoptivo. De cara a la galería Draëger oficiaba como Cónsul para Andalucía y Extremadura del III Reich tras implantar la legación diplomática germana en un palacete de la calle Fabiola. En realidad, ocultaba que era el jefe del espionaje nazi del suroeste español según los agentes aliados destacados en una Sevilla que era un auténtico nido de espías.

El segundo, Strunk, había llegado al aeródromo de Tablada durante la segunda semana a de agosto en un Junker 52. Sólo algunos compatriotas alemanes sabían que era un enviado personal de Hitler a Sevilla. Sus credenciales le documentaban, no obstante, como corresponsal del periódico pro nazi VÖLKISCHER BEOBACHTER (El observador del pueblo).

Strunk, incógnitas del periodista-espía de Hitler en Sevilla
Junker en el aeródromo de Tablada.

Otros periodistas extranjeros proclives a la causa franquista los condujo, junto a Strunk, Gonzalo de Aguilera Munro. Era el Conde de Alba de Yeltes, Oficial de Prensa y hombre de confianza del General Mola al Hotel Majestic (hoy Gran Meliá Colón). Allí el Abwehr (espionaje nazi) llegó a alquilar durante la IIGM (1941-1945) dos plantas para sus dependencias andaluzas.

El amigo de Adolfo

Hace justo un siglo, sobre 1920, el joven Roland Strunk entabló amistad con el entonces líder del incipiente Partido Nazi (NSDAP) Adolf Hitler. Las ambiciones de ambos se conjuntaron en el altavoz de los violentos camisas pardas (VÖLKISCHER BEOBACHTER). Lo compró Hitler en 1921. Strunk fue allí el cronista y enviado especial más ubicuo del periódico. Era un intocable por sus nexos con el líder del NSDAP y posterior Führer alemán. Además, parapetado con el estatus de periodista actuaba, como espía VIP y oficial de las SS.

Según Gustavo Palomares Lerma (Catedrático Europeo “Jean Monnet” y Decano en Facultad de Ciencias Políticas y Sociología-UNED) en un excelente trabajo que publicó en National Geographic sobre Strunk, estele periodista fue testigo directo de la conquista de Abisinia (hoy Etiopía) en 1935. Iba empotrado junto al General Bodoglio. Meses después, entrevistó varias veces al mismísimo Mussolini. Según Wolfgang Schieder en su obra Mythos Mussolini Strunk fue de los que forjaron en Hitler el mito del Duce como padre del movimiento autoritario en Europa que tan arraigado tenía.

Strunk, incógnitas del periodista-espía de Hitler en Sevilla
Roland Strunk.

Misión nada ‘imposible’

Strunk llegó a Sevilla por las mismas razones nazis que las soviéticas del escritor germano-húngaro Arthur Koestler Si ya detallamos en #Infraganti que la sublevación contra la IIª República del General Franco y destacados africanistas tuvo gran interés para las principales potencias mundiales, era crucial mantener antenas en Sevilla con espías in situ. La mayoría de agentes llegó disfrazada como corresponsales de guerra, ejecutivos de empresa o inversores en una España devastada por la guerra.

Roland Strunk conoció intensamente la primera Sevilla arrasada por Queipo durante agosto del 1936. Visitó los principales centros de poder de la plataforma peninsular hispalense. Desde la que Franco guerreó durante tres sangrientos años (1936-1939). Strunk tenía como principal misión evaluar el grado de consolidación de la ayuda alemana a los militares españoles sublevados. El ‘fuego amigo’ sólo quería que Franco triunfara en un golpe de estado que cambió la IIª República por una Dictadura que duró casi cuatro décadas.

Las pesquisas de Strunk en Sevilla durante agosto de 1936 tuvieron muchos aliados. Además de su paisano Draëger, el periodista-espía tuvo contacto con Patricio Drexler (Delegado andaluz de la Gestapo) y Christoff Fiessler (Jefe del NSDAP y FTA en Andalucía).

Hay referencias que eran habituales los prominentes nazis en cenas, fiestas y barra del Hotel Cristina cuando se alojaba la Legión Cóndor germana. En dicho establecimiento fue donde un periodista de la cadena de periódicos pro nazi Ullstein-Verlag destapó a Koestler como agente soviético

Strunk abandona Sevilla

Las andanzas por la capital de La Giralda de Strunk están poco documentadas por la principal razón de su oculto empeño ligado al espionaje. Hay más que certezas que los Hoteles citados (Majestic y Cristina) y el Venecia (desparecido en los 60s, Plaza del Duque) alojaban a periodistas y espías del Eje Roma-Berlín-Tokyo y aliados, principalmente británicos y norteamericanos.

La antigua Bodega Díaz-Salazar (remozada en c/ García de Vinuesa) era un hervidero de confidencias fidedignas. Allí compartían barra, caldos y mesas corresponsales de guerra junto a sus colegas del hoy desaparecido rotativo EL LIBERAL, el más influyente de entonces. La cabecera desapareció en septiembre de 1936, incautada por Falange para su altavoz (Diario FE) tras despedir a su Director José Laguillo

Los pocos días sevillanos de Strunk terminaron el 26 de agosto de 1936. Aquella jornada marchó, junto a la Columna del General Juan Yagüe, en un coche militar según el Catedrático Palomares. Junto al periodista-espía prusiano iban otros corresponsales, todos norteamericanos: John Whithaker (New York Herald Tribune), Frank Kluckhohn (New York Times) y H.R. Knickerbocker (New York Evening Post y Philadelphia Public Ledger).

El avance militar e interés de la prensa mundial por los primeros combates de la guerra española da medida de la importancia informativa que tuvo el conflicto fratricida. Algo parecido al que actualmente despierta la invasión rusa de Ucrania.

La Columna Yagüe es descrita como sanguinaria por el historiador Francisco Espinosa Maestre. Lo acredita en un documentado trabajo (La Columna de la muerte, Crítica 2003) que detalla la ruta asesina Sevilla-Badajoz del militar. Incluye la desalmada masacre que tuvo lugar en la plaza de toros pacense.

El Informe Strunk

Roland Strunk cumplió con rigor germánico la misión que le trajo a Sevilla. En un detallado informe-reportaje secreto ponderó la tibieza gala en su apoyo a la IIª República española, el intervencionismo de la Unión Soviética y la prioridad de la Italia fascista en un escenario de guerra fratricida donde contrastó una frialdad inicial nazi.

A los ojos de Hitler, el Informe Strunk confirmó el escepticismo que le causaba al Führer un general bajito, acomplejado y con voz atiplada. Años después la distancia personal se marcó en el desencuentro que reunión a ambos dictadores en Hendaya el 20 de marzo de 1940. Ahí quedó que España no participaría en la IIGM con las potencias del Eje manteniendo una muy relativa neutralidad y que a Hitler el General Franco le caía mucho peor que Mussolini.

Después de abandonar suelo español, Strunk voló a la India como enviado especial de su periódico. Atrapado por la crónica de guerra el prusiano estuvo en la península hindú a principios de 1937 para entrevistar a Gandhi mientras los británicos se empleaban contra la revuelta nacionalista que no quería ser más tiempo una colonia de esclavos textiles

Según el Catedrático Palomares tras comprobar in situ la violencia de la Guerra Civil española, Roland Strunk se quedó sorprendido por el espíritu pacífico del Mahatma (alma grande). Justo al revés de lo que le sucedió al periodista sevillano Chaves Nogales cuando entrevistó a Joseph Goebbels.

Los últimos días de Strunk fueron convulsos. Falleció tiroteado en un duelo el 22 de octubre de 1937. El combate estaba previsto con sables. El código de honor nazi le llevó al cementerio al denunciar una relación de infidelidad de un íntimo amigo, cuya ofensa retó a Strunk. La vida de prusiano mitad periodista, mitad espía, terminó precozmente. Al mismísimo Hitler le apenó la definitiva ausencia de su amigo y más apreciado propagandista.