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Actualizado: 22 ene 2021 / 04:00 h.
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Mientras un ciudadano de Scranton, Pensilvania, se convertía en el 46ª Presidente del mundo libre y un magnate neoyorquino dejaba de serlo, al otro lado del océano, España atendía, al decir de los audímetros, con educado desinterés su mudanza a la Casa Blanca: Sólo la prórroga del Alcoyano-Madrid dobló el número de espectadores de la investidura de Biden en la TVE.

Muchos españoles, incluidos aquellos que decidieron encender la televisión a las cinco de la tarde (quizá para escuchar a Lady Gaga cantar el Star-Spangled Banner) podrían preguntarse si el que Joe Biden sustituya a Trump afectará en algo a su día a día. Al fin y al cabo, la Casa Blanca, por muy regia e imponente que sea, se encuentra a más de seis mil kilómetros de la Giralda. Y la respuesta, sin embargo, sería que sí. Joe Biden, amén de presidente de los Estados Unidos de América, será, también, un poco, presidente de los españoles. Incluso de los andaluces.

La cuestión arancelaria

¿Cuál es el problema? Cuando en noviembre de 2020 se supo que Trump no renovaría mandato al frente de Estados Unidos, Pedro Sánchez dijo, en el Senado, que aquello “era una muy buena noticia para España y la Unión Europea después de los cuatro años duros que hemos tenido con la administración saliente”. Entre estos roces con Trump y los suyos destaca uno especialmente dañino para los intereses comerciales de España: Los aranceles.

El tan cacareado “America First” de Donald Trump sólo podía conseguirse de una forma: Poniendo al resto de naciones del mundo a la cola. Y los aranceles desempeñaban un papel fundamental a este respecto desde que en 2019, la Organización Mundial del Comercio (OMC) autorizó a Estados Unidos a gravar con aranceles los productos agroalimentarios importados de España, Francia, Reino Unido y Alemania, en compensación por las ayudas ilegales concedidas por la UE a Airbus (compañía cuyo consorcio forman estas cuatro naciones), y que habían perjudicado a la norteamericana Boeing. Esto se traduce en que, si una empresa estadounidense quisiera comprar vino español, tendría que abonar una cuota muy alta, que se ahorraría importando vino griego o italiano. Aunque, sin duda, el más afectado de los sectores ha sido el olivarero. Se estima que el olivar español, en menos de siete meses, ha perdido 124 millones de euros: Estados Unidos ha pasado de ser el segundo máximo importador de aceite de oliva español a comprar, según ASOLIVA, apenas un 25% de lo que venía siendo habitual. La competencia con otros países exportadores de aceituna, como Italia, Portugal o Grecia, es devastadora si estos no arrastran el lastre del arancel estadounidense.

¿Qué cambiará con Biden? Es una incógnita. El flamante Presidente de los EEUU no se ha pronunciado ni a favor ni en contra de los aranceles de su antecesor. Durante los debates, la política exterior se ha arrumbado cuidadosamente, como un jarrón que conviene no tocar porque ya está roto: Si bien Biden ha insistido en que uno de sus objetivos es estrechar vínculos con aquellos países maltratados por la Administración Trump, también se ha propuesto mantener la guerra comercial con China y uno de sus eslóganes, “Compra americano”, parece un parafraseo del “America First” de Trump. En cambio, el que la UE haya respondido a los aranceles de Trump con aranceles a productos agroalimentarios estadounidenses podría servir como medida de presión y desgaste. Biden se halla entre dos fuegos: Por una parte, cuenta con la posibilidad de eliminar estos aranceles para no enconar más su relación con la UE y con la OMC, pero también con el más que probable descontento de los congresistas (republicanos y demócratas) que representan a estados industriales, y que se hayan satisfechos con el “America First” o su homólogo azul, “Compra americano”. Se concluiría, por tanto, que la buena noticia es que no se sabe nada: Las cartas de Biden en la cuestión arancelaria están boca abajo. La mano que jugaba Trump era pública.

Las bases militares de Rota y Morón

¿Cuál es el problema?: En mayo, el convenio militar por las bases de Rota y Morón expirará, pero todo parece apuntar a que se prorrogará un año, concediéndole este tiempo a la administración Biden para asentarse en la Casa Blanca. Cumplido el plazo, Estados Unidos y España tendrán que reunirse para, según el sentir general, renovarlo. Incluso Trump, que criticó en numerosos casos a la OTAN, estaba de acuerdo en mantener a sus tropas en España. Marruecos, en cambio, parece haber mostrado interés en que los destacamentos militares de Estados Unidos se trasladen a la base de Alcazarseguir, aunque la Casa Blanca ha negado esta posibilidad.

¿Qué cambiará con Biden?: Joe Biden es un firme partidario de la OTAN y Donald Trump, pese a no serlo tanto, se había propuesto duplicar el número de militares desplazados a Rota y Morón, acompañándolos de dos nuevos destructores antimisiles. Así que la gran diferencia estribará en las relaciones entre la Administración Biden y el Gobierno de coalición. La previsible sintonía de la Casa Blanca con Moncloa pudiera repercutir, por tanto, en un convenio militar más favorable a los intereses de España, especialmente si Biden se decide a emplazar el Mando Conjunto Africano (AFRICOM) en Rota. Este, por el momento, se ubica en Stuttgart, aunque desde Washington parecen dispuestos a relajar la presencia militar en territorio alemán. El traslado conllevaría una inyección en lo que empleo y dinero se refiere en nuestro país.

Energías renovables

¿Cuál es el problema?: Una de las tres primeras órdenes que Biden ha firmado al llegar a la Casa Blanca insta a Estados Unidos a reincorporarse al Acuerdo de París. Justo un día después de que se celebrasen las elecciones, Donald Trump emitió su canto de cisne en forma de retirada de este acuerdo, cuyo objetivo es el de aunar a todas las naciones de la tierra en la lucha contra el cambio climático. Una lucha inane a ojos de Trump, que llegó a discutir la existencia del cambio climático cuando una ola de frío recorrió los Estados Unidos en 2019: “¿Dónde está el cambio climático?, se preguntó en Twitter. “¡Te necesitamos!”. Como responsable de la Agencia de Protección Ambiental, Trump nombró a Scott Pruitt, un declarado negacionista del cambio climático. Mientras tanto, su apuesta por los combustibles fósiles, como el carbón o el petróleo, no ha hecho más que incrementarse a cada año que pasaba en la Casa Blanca.

¿Qué pasará con Biden?: El nuevo presidente es un defensor de las energías renovables. Y España se considera una potencia mundial en este aspecto: Es el quinto país en energía eólica y el noveno en energía solar (aunque estos registros, se espera, mejoren significativamente), lo que lo convierten en la décima nación que mejor administra sus recursos energéticos no perecederos. Por lo tanto, el que el presidente de la segunda economía más fuerte del mundo se decida a invertir en energías renovables es, obviamente, una buena noticia para España.

Una transición lenta

Aunque pudiera parecer que la alternancia entre Biden y Trump es un cambio de piezas antagónicas, lo cierto es que el demócrata representa al ala moderada de su partido. Así se explica que Obama, más vinculado con el polo progresista del partido azul, lo eligiese vicepresidente, buscando de esta forma el apoyo de los demócratas menos favorables con su línea de pensamiento. De Biden, Alexandria Ocasio-Cortez (diputada por Nueva York, y una de las nuevas voces del partido demócrata) ha llegado a decir que, en otro país, sería impensable que alguien como ella y el nuevo presidente compartiesen formación política. Joe Biden prometió, en su discurso de investidura, “sanar a una nación” en la que los cuatro años de Trump han abierto grandes y profundas heridas. Por lo tanto, ningún cambio en política exterior se prevé a corto plazo. Todo seguirá como estaba previsto durante, al menos, el primer año de legislatura de Biden. “America First”, después de todo.