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Actualizado: 24 feb 2021 / 07:47 h.
  • Esencia

La película que ha rescatado el Consejo grabado por la Fox se ha convertido en la gran noticia de la Cuaresma.

Los que la han visto han salido pasmados por ver una Semana Santa desconocida, donde el componente popular y festivo lo eran todo.

Pasan los años y cada vez nos convertimos en más serios. Estamos con el móvil en la mano esperando que un nazareno se salga de la fila a tomarse el bocadillo para poder criticar su comportamiento.

La esencia que buscan esos puritanos que huelen a ruán en nada tiene que ver con la Semana Santa que vivieron nuestros abuelos.

Sí, me encantaría volver a la esencia, pero a esa en la que se encendían bengalas en San Bernardo, los palios daban tres vueltas completas sobre su eje, los guapas se gritaban por cientos sin caer en el mal empleado término ‘cantillanización’ y los nazarenos se salían de la fila para tomarse el bocata. La Semana Santa es religiosa, pero también es una fiesta que año a año vamos perdiendo.