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Actualizado: 09 sep 2022 / 14:24 h.
  • Noche de reencuentros en Alanís y El Pedroso con las procesiones de sus patronas
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  • Noche de reencuentros en Alanís y El Pedroso con las procesiones de sus patronas
  • Noche de reencuentros en Alanís y El Pedroso con las procesiones de sus patronas

Hay días que pasan sin sus noches, por increíble que parezca. Sin embargo, hay noches que no permiten tal hecho y que, a su vez, sin rencor y mostrando galantería, eternizan el día. Algo así ocurre cada 8 de septiembre en dos localidades de la Sierra Morena de Sevilla, Alanís y El Pedroso. La Iglesia Católica escoge este día cada año para celebrar la Natividad de María y en estos dos pueblos serranos abrazan esta celebración para mostrar la belleza de sus patronas en procesión.

Virgen de las Angustias. Alanís.

El Día de la Patrona en Alanís siempre fue grande, aunque cabe preguntarse si tanto como ahora. Hace unos años un grupo joven y cargado de fuerza, encabezado por Carlos Granja, tomó las riendas y llevó a cabo una serie de ilusionantes cambios. El más significativo de todos, el de la recuperación de los costaleros veinticinco años después. No hubo barrera que impidiera entonces llevar a cabo tal ilusión, y para ello no solo se logró formar una cuadrilla competente, sino que también se adaptó la parihuela y se buscó la mano experta para el martillo. De ello se ocupó José Luis Bernabé, capataz de la Virgen de la Paz y Bellavista, amén de contraguía de la Macarena y discípulo del insigne Antonio Santiago. Ahí es nada. Tirando de añoranza Luis Mejía recuperaría el himno a la Virgen de las Angustias en una marcha que le dedicó a la Patrona de Alanís, y un año después José León Alapont incrementaría el patrimonio musical cofrade de esta hermandad con otra hermosa composición, Angustias de Alanís. Precisamente en la música estuvo otra de las grandes aportaciones de esta nueva Junta de Hermandad, volviendo a contar con los sones de la Banda de Música de Alanís diez años después.

Un camino por andar

Y con la Patrona en la calle, con todas estas novedades parecía que lo más difícil ya estaba hecho. Sin embargo, no era así. Ahora había que emprender el camino y ser capaz de mantenerlo. Como nuevo obstáculo una pandemia. Una traba que gracias a la inquebrantable fuerza de la fe, quedó en un nuevo reto que superar. Y entonces se llevó a cabo otra ambiciosa acción como fue la de la restauración de la Virgen. Un arduo trabajo que llevó a cabo el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico durante 36 semanas a las órdenes de Mayte Real Palma con la colaboración de Eva Villanueva.

El reencuentro

Ayer, cuatro años después de esa recuperación de tradiciones, tres tras es el estreno de Angustias de Alanís, y dos de la llegada de la Virgen tras su restauración, Ntra. Sra. de las Angustias, Patrona de Alanís, volvía a ponerse en la calle. Lo hacía con la fuerza de quien ansía el regreso. Con la fuerza que da la juventud de su cuadrilla y la experiencia de quien la guía. Con la fuerza de sentirse arropado por un pueblo. Y con la fuerza de un mes de septiembre que muy pronto romperá en otoño, pero que antes regaló una estampa preciosa en una nueva salida para el recuerdo.

Cargada de arte, con los sones que requiere y el buen hacer de zapatillas besando el suelo, el paso de la Virgen de las Angustias comenzó un camino que venía esperando mucho tiempo. Castillo Lastrucci tuvo el privilegio de tallar la imagen de Jesús y de retocar el de su santa madre, pero a la vez supo ver con más de setenta años de antelación la belleza que atesoraría su obra. La belleza hecha paso y procesión de un nuevo 8 de septiembre.

Abandonando el entorno de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Nieves fue buscando cada rincón alanisense para sentirse querida por su pueblo. Un pueblo que se engalanó de vítores y banderolas impregnadas de negro y blanco. Un pueblo que volvió a soñar con una tarde clara, un atardecer rojizo y una noche teñida de sepia que vistió de seda el suave discurrir del paso de María Santísima de las Angustias.

Lo apreciado de la novedad, el esfuerzo del día a día y el fruto del trabajo bien hecho llevaron en volandas a la Virgen de las Angustias. Si hay días en que verlo, y mientras el cariño, el compromiso y la fe no falten, el camino se hará pasito a paso y el 8 de septiembre seguirá siendo muy grande en Alanís.

Virgen del Espino. El Pedroso

Y a poco más de 30 kilómetros de Alanís, otro corazón late con fuerza. Es el del pedroseño que no ve el momento en que llegue la hora de ver, tres años después, a su patrona en la calle.

Aún resuena el tamboril en los oídos y quedó fijada su imagen en la retina. Era entonces 15 de agosto y una de las romerías más concurridas de los últimos años. Las ganas eran las ganas. La devoción sigue siendo la devoción. Entonces de pastora, la Virgen, tirada por los bueyes partió de su ermita y se dirigió a la Parroquia. Ahí permanecerá hasta este domingo. Sin embargo, antes, regaló otra noche inolvidable poniéndose de nuevo en la calle, ahora vestida de reina, y por tanto reinando en la noche pedroseña como no hacía desde hace tres años.

Devoción e ilusión

Como era de esperar, la Plaza de Ntra. Sra. de la Consolación era un hervidero a la hora de su salida. La tarde iba muriendo, pero con su deceso nacía a la vez una noche llena de sensaciones. La Natividad de María emparentaba con el nacimiento de esa ilusión infantil que siente todo devoto de ver a su imagen venerada a los ojos de todos. Plantada en la calle y levantada con pasión en cada uno de los tramos que emprenden sus costaleros.

La noche se llenó de magia y de devoción en cada rincón de una plaza que veía como el paso de su virgen, con paso firme sin redundancia, se encaminaba por más de cuatro horas de procesión buscando la poesía en cada calle, el verso en cada levantá y la palabra del poeta en cada Viva. El viento viró a su antojo, unas veces con benevolencia otoñal. Otras, se llenó de verano y se quedó a observar. La noche fue de septiembre como bien pudo haber sido de agosto. Pero, es más, tampoco hubiera desentonado si hubiese sido de marzo o abril. Si hubiese olido a azahar y a primavera. Y es que El Pedroso volvió a demostrar que sus calles se visten de hermosura cuando la noche es cerrada, la luz tibia y la estrechez hacen del discurrir de paso un espectáculo en sí mismo.

Momentos inolvidables

Acariciada por la luna en cada momento del recorrido, la Virgen del Espino dejó momentos ilustres e imágenes difíciles de olvidar como la revirá imposible de Calderranas. Tras ella hacía fácil lo difícil la insigne banda sevillana de la Cruz Roja. Derrochando afinación, temple y mucho talento, la formación musical supo poner en cada momento la marcha precisa. La banda sonora de una noche inolvidable. Como inolvidable fue una vez más el paso de la reina pedroseña por la calle Cristo. Un lugar emblemático para el pedroseño. Allá donde la Ermita del Cristo de la Misericordia y Ntra. Sra de los Dolores dan vida al sentir cofrade de todo un pueblo. Allí mismo fue donde una vez más, y nunca olvidada por muchas pandemias que quieran importunarnos, volvió a tener lugar la más difícil y bella reverencia de cuantas se recuerdan. Un beso simbólico, pero a la vez muy cierto que pasada la media noche volvía a producirse para regocijo de todos los presentes, dibujando por siempre otra estampa para el álbum de los recuerdos imborrables.

Con la recojía llegaba el momento de la despedida a la Virgen. Aunque no es menos cierto que en El Pedroso la Virgen del Espino nunca deja de estar. Cambia de emplazamiento, pero pervive durante todo el año en el corazón pedroseño. En la Parroquia o en la Ermita, la Virgen está en el pensamiento. Ni tres años hicieron desvanecer el sentir cofrade. Ni una vida entera borrará la devoción a su patrona.