Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 19 jun 2021 / 04:00 h.
  • Virgen de la Cabeza. / Antonio Sánchez Carrasco
    Virgen de la Cabeza. / Antonio Sánchez Carrasco

El recentísimo cabildo de la cofradía de la Hermandad de las Siete Palabras dejó claro –con una fortísima división de opiniones en la masa social de hermanos, eso sí- que el cambio de la actual imagen de la Virgen de la Cabeza ha quedado descartado. Al menos de momento. El máximo órgano de gobierno de la corporación del Miércoles Santo es soberano y su decisión merece todos los respetos. Pero no quita para dar un cumplido repaso a tantas y tantas situaciones análogas en las que, por unas cosas o por otras, las cofradías tuvieron que afrontar el cambio de sus imágenes titulares.

Hay que recordar que la Semana Santa de Sevilla, para bien y para mal, no siempre ha sido como la conocemos. Las distintas etapas y estilos artísticos, también algunas modas, han ido modelando la forma y el fondo de una fiesta que se apoya sobre una piedra angular: el culto a las imágenes. Esos titulares son -o deben ser- el tesoro más preciado de las distintas corporaciones aunque circunstancias de todo tipo han obligado a su recambio o sustitución a lo largo de la historia. Los ataques anticlericales entre la II República y el estallido de la Guerra Civil fueron uno de los motores más trágicos y determinantes en este relevo de devociones que, en ocasiones, tampoco ha sido ajeno a decisiones más o menos caprichosas. Nos interesan especialmente estas últimas y también el destino de aquellas imágenes que un día cambiaron de hermandad, de capilla y hasta de advocación para reverdecer rodeadas de otros rezos, lejos de la ciudad de la Giralda. En realidad, la lista de cofradías que siguen dando culto a la imagen en torno a la que fueron fundadas no es demasiado larga. Casos como los del Cristo de la Expiración del Museo, el Señor de las Penas de la Estrella o la Soledad de San Lorenzo son paradigmáticos y quizá merezcan otro reportaje...

Domingo de Ramos

El recorrido cronológico por las jornadas de la Semana Santa podría comenzar por la historia intermitente de la cofradía de Jesús Despojado. La Hermandad había dado culto en su primera etapa a una dolorosa de Perea pero el imaginero Manuel Hernández León -que fue uno de los reorganizadores de la actual corporación del Domingo de Ramos- cedió en 1959 una Virgen que recibió culto durante tres únicos años bajo la advocación de María Santísima de los Dolores, Reina de la Misericordia, hasta ser sustituida por la actual imagen de Eslava. La propiedad nunca se hizo efectiva y la virgen de Hernández León fue adquirida a mediados de los 70 para ser donada a la incipiente hermandad del Santo Entierro de Paradas, con la que procesiona cada Viernes Santo bajo la advocación de la Amargura.

Por la vía de la sustitución (I parte)
La hermandad de la Cena conserva la cabeza de su antiguo titular, obra decimonónica de Gutiérrez Cano. Foto: Hermandad de la Cena.

Cada Domingo de Ramos contemplamos el soberbio apostolado de Ortega Bru en el paso de la Sagrada Cena. La estampa es joven pero ya se ha hecho clásica. Hasta 1982 lo hacía un conjunto de imágenes de Antonio Bidón -uno de los grandes perdedores de la Semana Santa de Sevilla- que se había estrenado en la Semana Santa de 1938, sustituyendo a un modesto grupo anterior realizado en Zaragoza. Aquel colegio apostólico no estuvo exento de vaivenes, incluyendo la primitiva remodelación de unas figuras procedentes del frustrado misterio alegórico del Corazón de Jesús de las Siete Palabras –de ahí procede también la Virgen de la Cabeza-, el añadido de un San Juan de Rafael Barbero y hasta la adaptación del primitivo Señor de la Cena de Gutiérrez Cano, degradado a mero apóstol. Ese traqueteante apostolado fue vendido a la hermandad homónima de Puente Genil, en la que viene saliendo desde 1984. Y hablando del primitivo titular del misterio, el Cristo realizado por Gutiérrez Cano en 1860, había sido sustituido por la actual imagen de Sebastián Santos en 1955. La cabeza, afortunadamente, la conserva la Hermandad que ahora afronta un ambicioso proceso para cambiar el paso..

Y de los Terceros a San Julián, evocando la memoria de un crucificado de Cristóbal Ramos que la hermandad de la Hiniesta empleó para salir a la calle las Semanas Santas de 1935 y 1936. Hay que recordar que lo había perdido todo –incluyendo la primitiva dolorosa, sustituida dos veces por Castillo- en el incendio de la parroquia en 1932 y que volvería a quedarse sin nada aquel mismo 36. Ese crucificado provisional había sido titular de la Hermandad de la Lanzada hasta 1929, año del estreno de la actual imagen de Antonio Illanes. La anterior imagen había sido cedida a la corporación del Miércoles Santo en 1850. Procedía de la extinguida hermandad de los Siete Dolores y Compasión que residía en la actual capilla de Montserrat dentro del compás del convento de San Pablo, luego parroquia de la Magdalena. Hoy recibe culto como Cristo de la Vera Cruz en la cercana localidad de Mairena del Alcor.

Por la vía de la sustitución (I parte)
El actual Nazareno de la localidad cordobesa de Santaella fue efímero titular de la cofradía de San Roque. Foto: Diócesis de Córdoba

Seguimos en el Domingo de Ramos, poniendo rumbo a la parroquia de San Roque. Hay que recordar que, como la Hiniesta, la cofradía de Recaredo se quedó con lo puesto en el devastador incendio provocado del 18 de julio de 1936. Urgía volver a poner en marcha la cofradía y contar con nuevas imágenes titulares. En 1937 se bendijo una nueva dolorosa de Manuel Vergara Herrera -que llegó a salir en el paso de Cristo a modo de Soledad y vestida de hebrea- que finalizó la imagen del Señor de las Penas al año siguiente. El recorrido de ambas esculturas fue efímero. Sin solución de continuidad se estrenaba la dolorosa de Fernández Andés en 1939. Illanes, otro creador imprescindible para entender aquel momento histórico y artístico, entregaba el monumental Nazareno en 1940 después del flechazo experimentado por un grupo de hermanos en una exposición celebrada el año anterior. La Virgen de Vergara pasó a advocarse de la Soledad en la cofradía del Santo Entierro de Aracena. El Cristo, por su parte, se venera hoy como Nazareno en la localidad cordobesa de Santaella.

Lunes Santo

Cambiamos de jornada, comprobando que la sustitución de imágenes no es exclusiva de las viejas cofradías. Una hermandad tan joven como la del Polígono de San Pablo ya ha dado culto a dos dolorosas distintas. La primera, realizada por Luis Alberto García Jeute en 1991, fue donada en 2008 a una hermandad de la localidad pacense de La Puebla de Obando, que mantuvo la advocación del Rosario. Ya sabemos que ese mismo año, la cofradía se estrenó en el Lunes Santo con la imagen de Luis Álvarez Duarte.

Y sin movernos de día sí cambiamos de barrio, recalando en la parroquia de San Gonzalo. Hay que retroceder a la fundación de la cofradía que encargó su primera imagen titular al imaginero José Luis Pires Azcárrafa. La talla procesionó entre 1948 y 1960, año de su sustitución por la efigie de Antonio Castillo Lastrucci que, a su vez, sería relevada en 1975 por la actual, obra cumbre de Luis Ortega Bru. Enrique Guevara, autor de la monografía ‘Los tesoros perdidos de la Semana Santa de Sevilla’ nos ponen en la pista del destino de la primitiva imagen de Pires: “fue depositada en un almacén de la corporación, donde permaneció hasta 1969, en que pasó a recibir culto en la Fundación Padre Carrere”. En 1979 llegaba su destino definitivo en la Hermandad del Gran Amor y la Macarena de la localidad pacense de Jerez de los Caballeros.

Por la vía de la sustitución (I parte)
Ortega Bru labró esta impresionante talla de la Virgen de las Penas que no fue del agrado de los cofrades de la época.

Volvemos a cruzar el río, recalando en la capilla del Rosario de la calle Dos de Mayo que venera a un crucificado de Illanes, sustituto de otro del mismo autor que pereció en el incendio de San Jacinto de 1942. Cerramos jornada recordando el destino de otra imagen titular, Nuestra Señora de las Penas, en la hermandad de Santa Marta. La actual, obra de Sebastián Santos, relevó el impresionante e incomprendido patetismo de la que había realizado Ortega Bru en 1953. El imaginero de San Roque haría otra más al año siguiente que hoy forma parte del misterio como María Cleofás. Por cierto: nunca comprendió el cambio. Sevilla se perdió un gran misterio unitario. Llevaba razón.

Martes Santo

Llega el turno del Martes Santo, subiendo al Cerro del Águila, una barriada con espíritu de pueblo que no se puede entender sin el tejido devocional y afectivo que le ha prestado la Virgen de los Dolores. La actual, de Sebastián Santos, se estrenó en 1955. Sustituía a una imagen anterior, resultado de la profunda remodelación practicada por el escultor José Sanjuan Navarro en la imagen de una santa innominada que había sido adquirida en un pueblo en 1943. Esa misma dolorosa acabaría pasando a la localidad serrana de El Madroño, reconvertida en imagen de gloria de Nuestra Señora del Rosario que, además, lleva un Niño Jesús en los Brazos.

Continuamos esta memoria de sustituciones recalando en la capilla de la Universidad. La Hermandad de los Estudiantes se había fundado en 1924 en torno al crucificado de la Buena Muerte de la antigua Casa Profesa de la Compañía de Jesús. En los años siguientes ya daban culto a una dolorosa de tamaño menor del natural cedida por un hermano que fue relevada en 1931 por otra efigie de Antonio Bidón que no estuvo muchos años expuesta al culto en la iglesia de la Anunciación. Los hermanos de los Estudiantes lograron hacerse con la propiedad de la actual Virgen de la Angustia en 1942. Había sido titular de la extinguida cofradía del Despedimento y se encontraba en la parroquia de San Isidoro. ¿Qué pasó con la imagen de Bidón? Fue donada al escolapio Bernabé Ruiz, antiguo director espiritual de la corporación, que la cedió a la parroquia de su pueblo natal, Bezana, en la provincia de Burgos.

Por la vía de la sustitución (I parte)
Primitivo Señor de la Sangre de la Hermandad de San Benito, venerado como Cautivo Redentor en Villanueva del Río. Foto: Francisco J. Domínguez

Y de la calle San Fernando a la Calzada. En su iglesia de San Benito rebrotaron las antiguas devociones trianeras de la Virgen de la Encarnación y el Cristo de la Sangre. El que saca la cofradía cada Martes Santo es obra contemporánea de Antonio Buiza pero la hermandad ya había rescatado la advocación en la imagen de un Ecce Homo realizado por Esteban Domínguez Aguilar en 1922. Sólo salió ese año. La hermandad no volvería a hacerlo hasta 1928 aunque, ahora sí, con el actual misterio de la Presentación al Pueblo. La nueva imagen del Cristo de la Sangre, venerada ahora como crucificado, tendría que esperar hasta 1967. El que había salido en el 22, cedido a la Sacramental de Villanueva del Río en 1937, procesiona hoy en la tarde del Jueves Santo por sus calles bajo la advocación de Redentor Cautivo.

El caso paradigmático de la Bofetá

Muy distinto es el caso de la Bofetá, que se había refundado en 1919 en torno a las antiguas imágenes de la primitiva corporación, que permanecían hibernadas en el Beaterio de la Trinidad. La cofradía haría su primera estación desde San Román al año siguiente con esas primitivas efigies pero no volverían a salir más. La imagen del Señor fue sustituida en las salidas de 1921 y 1922 por una figura de Miguel Ángel Rodríguez Magaña –hoy en Santa María de las Flores- que también se encargó de adaptar el misterio a partir de unas cabezas adquiridas en un anticuario. Ese año encargaron a Castillo Lastrucci la definitiva imagen de Nuestro Padre Jesús ante Anás -costó 3.500 pesetas de la época- y el misterio que le acompaña. El estreno llegaría en la tarde del Martes Santo de 1923. Un año después del estreno del misterio de la Bofetá llegaba la imagen mariana del Dulce Nombre consagrando un nuevo tipo iconográfico: la Virgen castiza, que hay que entender dentro de la explosión regionalista del momento.

Nos quedamos en el día; pero volvemos a cambiar de barrio. La hermandad de Santa Cruz ha consagrado en los últimos años la iconografía del Stabat Mater en su primer paso, colocando la imagen de Nuestra Señora de la Antigua a los pies del Crucificado de las Misericordias. La historia de esta imagen gubiada por Emilio Pizarro también es larga y compleja pero nos centraremos en otra, donada por Fernando Ybarra y atribuida a Blas Molner, que procesionó -arrodillada- a los pies del Cristo en distintas etapas, la última de ellas entre 1957 y 1963. Al año siguiente se le adaptó un nuevo candelero para que pudiera procesionar bajo palio a partir del 65. En el 68 llegó el estreno de la actual Virgen de los Dolores de Antonio Eslava pasando la anterior imagen a la hermandad de la Expiración de la localidad onubense de Bonares. (Continuará)