Image
Actualizado: 11 may 2021 / 20:13 h.
Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
  • Europa Press
    Europa Press

Hoy entra en vigor la limitación de velocidad a 20 o 30 km/h en todas las vías urbanas. Por mi calle, por poner un ejemplo cercano, pasan coches casi como si fueran por la autopista. Siempre que veo alguno, al margen de acordarme de los antepasados de quien lo conduzca con todo el respeto del mundo pero con la conciencia generando espumarajos, imagino a un niño saliendo de su casa como salen los niños, y contemplo el horror en mi imaginación. Ahora que lo dice la ley, y que el límite es tan fácil de constatar, los policías tienen una oportunidad magnífica de recaudar para sus ayuntamientos, que tan faltos están. Y, de paso, lo mismo les bajamos los humos -del coche y de los otros- a tanto gilipollas suelto.

Me acuerdo de un relato de Roald Dahl en el que su protagonista es detenido por un policía por ponerse con su coche casi a doscientos. El agente le pregunta si llevaba a su mujer al hospital porque fuera a dar a luz o si había salido ardiendo su casa, lo cual produce un efecto hilarante en la narración. Eso mismo se nos ocurre preguntarle a quienes vemos, como una exhalación, por nuestros pueblos y ciudades, pero nunca nos da tiempo, claro. Y luego, cuando los vemos estacionar en la siguiente esquina para entrar en un bar, nos da vergüenza preguntarle. Vergüenza ajena, por supuesto.

El 82% de los fallecidos en accidentes de tráfico en las ciudades españolas en los últimos años eran usuarios vulnerables. No hace falta ningún estudio para constatarlo: peatones, ciclistas o motoristas, quienes más tienen que perder. Pero a quienes gusta de acelerar en demasía, tal vez porque no pueden acelerar como se debe en otros contextos de sus vidas tan pachorras, les importará un rábano este tipo de estadísticas, porque ellos van a lo suyo, es decir, casi siempre a parar dos esquinas más allá y ahorrar un segundo y medio para nada. Es hora de que les importe por el sacrificio de sus bolsillos. Y así ganamos todos.

ETIQUETAS ►