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Actualizado: 04 jun 2023 / 10:07 h.
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  • La Niña de los Peines.
    La Niña de los Peines.

Se nos reprocha a algunos críticos de flamenco e investigadores, que estemos atascados en la nostalgia porque escribimos mucho sobre los muertos del flamenco. ¿Qué muertos, Silverio, Chacón, la Niña de los Peines, Manuel Vallejo, Paco de Lucía y Antonio Mairena? Es como decir que Lorca, Machado, Joselito el Gallo o Juan Valderrama están muertos. No, los genios de cualquier arte son inmortales. Es más, se escribe ahora más de Tomás Pavón que cuando estaba vivo y se moría de asco en la Alameda de Hércules. Si a partir de hoy no naciera más ningún intérprete del flamenco por un extraño virus, este arte no moriría jamás, por la memoria y el legado de los que ya nos dejaron.

Es perfectamente compatible estar anclados en la nostalgia y apostar por los jóvenes valores del cante, el toque y el baile, que son los que aseguran que dentro de un siglo siga habiendo nostálgicos de lo jondo. Yo soy un nostálgico del flamenco, un crítico que sigue analizando cómo logró Ramón Montoya aquel sonido tan revolucionario cuando los demás guitarristas de su tiempo eran sonanteros de batalla, salvo excepciones. O por qué afinaba de aquella manera el Niño de Marchena sin haber educado la voz en ningún conservatorio. Tomás Pavón dijo un día que su cante lo entenderían los nietos de los críticos de su tiempo, que dijeron que era un copista. Por ejemplo, Fernando el de Triana.

Si nos vamos a la discografía de las cuatro primeras décadas del siglo XX, ¿alguien cantó como Tomás? Entonces, ¿a quién copiaba? Se ajustaba a unos patrones melódicos y expresivos de su tiempo, pero lo de ligar el cante hasta quedarse sin fuelle, eso era suyo. Heredado, eso sí, de los cantaores de Triana del XIX, porque en ningún lugar del mundo se ha ligado el cante como en el arrabal sevillano. Se habla de que Frasco el Colorao era capaz de cantar un cuerpo de soleares o seguiriyas sin respirar, y que eso provocaba una emoción irresistible en el que escuchaba. Luego llegó Antonio Mairena y puso la soleá y la seguiriya al alcance de cualquiera.

Tenemos todavía mucho que aprender de los muertos del cante, así que dejen de dar tanto la matraca con eso de que algunos andamos atascados en la nostalgia. Les dejo, que voy a averiguar por qué Chacón partía un tono en cuatro, según dijo el tenor Julián Gayarre, que algo sabría de música.

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