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Actualizado: 27 may 2020 / 09:16 h.
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  • Fernando Grande-Marlaska, ministro de Interior. / EFE
    Fernando Grande-Marlaska, ministro de Interior. / EFE

Al Gobierno le van a llover demandas, querellas y reclamaciones. El futuro parece poco prometedor para Pedro Sánchez.

España está sumida en algo parecido a lo que se conoce como crisis de Estado. Los españoles deben hacer un esfuerzo por ir un poco más allá de los titulares y analizar la situación. Es un trabajo doloroso, pero no podemos seguir creyendo lo que se dice desde el Gobierno sin rechistar. Es necesario que todos tengamos claro lo que está pasando.

Después del nuevo escándalo protagonizado por Fernando Grande-Marlaska; que destituía al coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos y provocaba la dimisión del número dos de la Benemérita y que se remataba con una subida de sueldos para guardia civiles y policías e inversiones en comisaría y cuarteles de la Guardia Civil; ha quedado claro que la separación de poderes en España está en peligro. La falta de transparencia del Gobierno de Sánchez comienza a mostrar tintes alarmantes. Si antes teníamos en España un problema con algunas Comunidades Autónomas, ahora tenemos un problema más grave, más extendido y más difícil de controlar. Y, además, la oposición política es sencillamente lamentable. Ni Pablo Casado acierta en su forma de hacer oposición ni Abascal parece dispuesto a construir por poco que sea.

La pandemia se ha llevado mucho por delante. Desde miles de vidas que pesan sobre toda una sociedad dolorida y a punto de colapsar; hasta el poco prestigio que podía quedar colocado junto a la clase política. Ha sido tal el espectáculo que nos han dedicado que difícilmente se podrá reconstruir el país con las mismas caras en el Congreso de los Diputados.

Un país que depende de alguien que no es capaz de decir la verdad, de alguien que no es capaz de contar muertos y retuerce los datos para no asumir la verdad (España es de los países con más muertos del mundo y todavía hay que aguantar que algunos presuman de buena gestión), de alguien que ha cometido todos los errores posibles, está condenado a transitar por el desierto durante décadas.

España vive un presente catastrófico. No creo que estemos sabiendo ver lo que tenemos encima. Y tiene un futuro incierto. Desde luego, si seguimos en manos de una clase política como la que sufrimos, estamos listos. Clase política, sí. Gobierno y oposición. Son el mismo desastre.