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Actualizado: 08 nov 2021 / 08:07 h.
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  • El flamenco y la caterva

Llevo cuarenta y cinco años vinculado al flamenco y en pocos meses cumpliré cuarenta y dos de crítico. Solo en El Correo de Andalucía llevo decenas de miles de páginas entre críticas, entrevistas, reportajes y columnas de opinión. Tengo publicados doce libros, once de flamenco. Dirijo el portal más prestigioso del mundo jondo, ExpoFlamenco. Estuve años en Antena 3 Radio, Radio Voz, Radio Aljarafe y Televisión Española. En 2010 recibí el Premio Nacional de Flamencología por mi condición de crítico de este periódico y la de investigador, dos premios en uno. Y este mismo año recibí en Sanlúcar de Barrameda el Premio Internacional de Flamenco, de la Escuela de Flamenco de Andalucía (EFA), que se le otorgaba por primera vez a un investigador de flamenco. Compartí el honor con el gran Manolo Sanlúcar, cada uno en su disciplina. Pues a pesar de lo expuesto, alguien decidió que no tenía que aparecer siquiera por el congreso que se le ha dedicado a Antonio el Bailarín, artista al que conocí y de quien poseo alguna que otra joya. No he sido el único crítico al que no han invitado, aunque solo fuera de mero espectador. Para hablar de él y su obra se han bastado los expertos. Así está la Sevilla flamenca, en manos de personajes que son capaces de ignorar a quienes llevamos décadas dando la cara por este arte, bien por razones políticas u otras que prefiero no traer aquí. El pasado viernes hablaba con el sevillano Romualdo Molina, de la Alfalfa, una persona que ha estado medio siglo luchando por el flamenco en Televisión Española y a la que Sevilla ha olvidado miserablemente. La Sevilla flamenca, quiero decir. A este hombre se le debe, en gran parte, entre otras muchas cosas, que Televisión Española emitiera hace medio siglo Rito y geografía del cante, la mejor serie de flamenco de la historia de este arte. ¿Lo sabrán en Torres Macarena? Romualdo es sevillano, un hijo de Sevilla que vive olvidado en Madrid. Él fue quien logró que fuera aprobado el proyecto en la televisión pública del franquismo. Podría poner más ejemplos de víctimas de esta Sevilla indolente y desagradecida que tanto amo, pero dejémoslo aquí. Quizá no tenga derecho a quejarme, porque no le llego a don Romualdo Molina Muñiz ni a las suelas de los zapatos. Lo siento, pero iba a reventar.

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