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Actualizado: 12 may 2021 / 15:59 h.
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  • La coleta de Pablo Iglesias y el curso de golf para nuevos ricos

Pablo Iglesias se ha cortado la coleta aunque seguirá siendo ‘el coletas’ por siempre jamás. El estigma que el calificó como ‘parte de su personalidad’ seguirá pegado a él como una lapa. Lo que hubiera querido convertir en símbolo de lucha contra los poderosos (¿¿??) ha desaparecido físicamente y en esencia; y es que Iglesias ya forma parte de ese enemigo feroz que tanto dijo querer combatir. Iglesias y su coleta viajaron desde la militancia sincera y comprometida hasta el borde del precipicio que se abre entre el bienestar y el cielo que quiso asaltar sin éxito alguno.

Está más guapo y parece más joven y parece mucho más pijo. Solo falta saber qué día comienza su primer curso de ‘golf para nuevos ricos’. Iglesias quiere dejar atrás su imagen antipática y poco aseada. Alguien debería avisar a este hombre porque si te cortas el pelo sigues siendo arrogante, o estúpido o antipático o mentiroso o tramposo. El largo de la coleta es anecdótico.

Pablo Iglesias quiere parecer un profesor universitario o un vicepresidente del Gobierno. No comprende que eso ya lo era y no lo parecía. No tiene nada que ver la coleta que se ha cortado. Aunque se rapase la cabeza seguiría pareciendo lo mismo. Somos la expresión de la cara, la profundidad de la mirada, la inteligencia; somos lo que no pueden ver otros aunque sí sienten con nitidez. La coleta ha sido un resumen de lo que decenas de miles de personas han visto en Pablo Iglesias. Y me temo que el balance no ha sido del todo positivo. Si llamas a alguien así es porque muy, muy bien, no te cae.

A mí me parece que no es bueno que nos insultemos unos a otros, que utilicemos un rasgo físico para criticar o que hablemos con desdén de las personas. No ha sido bueno llamar ‘coletas’ o ‘rata’ o ‘chepas’ a una persona. No creo que eso sea bueno para nadie y puede ser la antesala de cosas mucho peores. Creo que es más saludable llamar a la gente por su nombre de pila. Tampoco creo que España merezca una clase política como la actual y, en concreto, un vicepresidente como Pablo Iglesias. Tal vez estemos ya camino de una normalidad institucional tan deseada como perdida. Ojalá. Lo que es seguro es que Pablo Iglesias no aparecerá en los libros de texto como ‘el coletas’. Eso es improbable. Se le recordará como uno de los políticos más ineficaces de la democracia española; como un mal que sufrimos los españoles y que cambió el mapa político para convertirlo en un campo de batalla absurdo e innecesario.

La coleta de Pablo Iglesias no es eterna. Nunca lo será. El poso que ha dejado sí. Para su desgracia sí.