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Actualizado: 28 nov 2022 / 21:03 h.
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  • La naturaleza es más vieja que los humanos

Tras mis últimos artículos, un amable lector me pregunta: “¿Estamos aún a tiempo de salvar la Tierra?” A él y a todos los lectores interesados, les respondo desde aquí. En realidad, nada cambia para el planeta, el problema no es para la Tierra; que el clima sea exageradamente cálido o frío, contaminado o no, el problema es para los humanos y los demás seres vivos que vivimos aquí. Corremos el riesgo de ver el punto de no retorno en el retrovisor, porque se está haciendo muy poco y muy lentamente para contener las consecuencias del cambio climático; para evitarlo haría falta escuchar más a la ciencia y esto significaría ser de verdad sapiens.

Hay algo que no está funcionando en nuestra relación con el mundo natural, por lo que es urgente que todos nos comprometamos a buscar una convivencia armoniosa con él. Por ejemplo, queda mucho por hacer en cuanto a la creación de estrategias adecuadas para proteger y valorizar los numerosos recursos naturales y paisajísticos de nuestra tierra, (muchos de ellos de importancia histórica y arqueológica). Habría que presupuestar más recursos económicos adecuados para dar a nuestros hermosos paisajes el reconocimiento cultural que muchos de ellos han estado esperando durante mucho tiempo y, por otra parte, limitar los daños causados ​​por la mano de la edilicia, la agricultura invasiva, la contaminación y la degradación del tiempo. Sin olvidar nunca que la protección y puesta en valor de nuestros territorios naturales, recursos históricos y paisajísticos depende de cada uno de nosotros.

Si echamos un vistazo al planeta comprobaremos que muchas especies están en peligro de extinción (las ciencias naturales tienen catalogada aproximadamente 2 millones, pero se calcula que en total existen 8 millones); vemos glaciares que se derriten, se detecta que el desierto avanza, se multiplican los incendios, también las sequías y los cambios climáticos repentinos: la sociedad parece impotente ante todo esto. Nos quedamos sin respuestas observando los efectos meteorológicos de un cambio ya muy acelerado. Este pasado verano hizo más calor que el anterior y sabemos ya que el calor se intensificará año tras año.

El Coronavirus también nos ha recordado la supremacía de los microorganismos en el planeta y su extraordinaria capacidad para dirigir la historia. Nos hemos topado con una realidad: los gérmenes y las bacterias no se pueden eliminar, sino que debemos encontrar el modo de convivir con ellos.

No tenemos más remedios que llegar a la conclusión que la naturaleza es más grande y más fuerte que nosotros porque lleva mucho más tiempo sobre la Tierra, (alrededor de 4.500 millones de años), mientras que nosotros estamos en este planeta solo desde hace doscientos mil años aproximadamente. Y, sin embargo, hemos hecho mucho daño en tan poco tiempo, cambiado la geo-fisiología de la Tierra, desencadenando un calentamiento global que reduce la biodiversidad, crea inestabilidad, cambios ambientales y conflictos por los recursos. La destrucción de la naturaleza puede poner en peligro la supervivencia de millones de personas. Habría que preguntarse: ¿el hombre sigue siendo sapiens?