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Actualizado: 27 nov 2022 / 05:00 h.
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  • No le digas a Gavi que correr es de cobardes

El nuevo ídolo joven de la sociedad española se llama Pablo Martín Páez Gavira y hasta en los confines del planeta le van a reconocer por su nombre futbolero, Gavi. Siendo impresionante el mérito de Carlos Alcaraz, que en muy poco tiempo ha pasado de ser un pipiolo prometedor a encabezar el ránking mundial del tenis masculino, y no pudiendo homologarse competir en un deporte de equipo a hacerlo en solitario, la primacía del fútbol como deporte popular por antonomasia va a catapultar aún más la imagen del chaval de Los Palacios como modelo admirable, por bueno, por valiente y por guapo.

Ya son legión los padres, tíos y abuelos deseosos de que sus hijos, sobrinos y nietos se parezcan a Gavi en actitud, en formalidad, en desenvolvimiento. A la vez ambicioso y humilde, desacomplejado y respetuoso con los contrarios, Gavi está triunfando dentro y fuera del terreno de juego. No se le ha subido el éxito a la cabeza. Parece que la tiene educada de un tenor similar a la de Rafa Nadal. Asombrosa la madurez de su debú con la selección, jugando con solo 17 años de edad en la UEFA Nations League frente a dos tan poderosas como Italia y Francia. Dejó pasmados a todos los tertulianos que se mofaron de Luis Enrique por elegir a un imberbe sin experiencia para un reto de máxima responsabilidad. Su gran actuación contra Costa Rica en el primer partido de España en el Mundial de Qatar, con 18 años y 110 días de vida en los anales, solo corrobora que no le ponen nervioso las grandes citas. Es refractario al miedo escénico, a la presión de hacerlo bien sí o sí, al vértigo de estar a la altura de las expectativas. Cuando el árbitro de cualquier partido da el pitido inicial, Gavi activa su infatigable dinamismo con o sin balón y hace realidad la definición que de él ha hecho Xavi, su entrenador en el Barça: “Gavi es un corazón con piernas y juega con pasión”. Y el destino ha querido que estén juntos quien ha sido hasta ahora el mejor futbolista español de cualquier época y quien, si no sufre una grave lesión, le va a relevar como el número uno en la perspectiva histórica del balompié nacional.

Gavi comenzó a despuntar en la cantera del Betis, enrolado con 9 años de edad en la categoría benjamín, y del club verdiblanco salió dos años después, tras el periodo alevín, porque el Barcelona ofreció a la familia llevárselo a su escuela, la Masía, donde se han forjado talentos como los de Messi e Iniesta. De raigambre bética tenía que ser quien, con su incansable correr en ataque y en defensa, atreviéndose ante cualquier figura tanto a quitarle el balón como a regatearle, y marcando un ritmo de juego tan intenso que desarbola a los rivales, está haciendo añicos la tergiversación acuñada como mantra identitario de la frase “míster, correr es de cobardes”, de Rogelio, que hace medio siglo se erigió en uno de los jugadores más singulares y emblemáticos de la historia del Real Betis Balompié, y su valoración se acrecentó después al ser una persona muy querida por su bonhomía. Miles de veces se ha utilizado fuera del fútbol el “correr es de cobardes” con finalidad sentenciosa y sacada de contexto, como si fuera la quintaesencia filosófica de una forma de entender la vida. En realidad, fue una ocurrencia propia del gracejo de Rogelio Sosa, renombrado como 'la zurda de caoba' por su sobresaliente técnica, con mucha más capacidad para hacer regates y pases sorprendentes que provocaban la ovación del público, en comparación con su menguante fondo físico para asimilar los nuevos conceptos tácticos del 'fútbol total' en el que los delanteros tenían que ayudar más en la estrategia defensiva. Y Rogelio le soltó esa humorada a Rafa Iriondo cuando éste entrenaba al Betis porque le cansaba moverse ante los defensas para cerrar huecos, lo suyo era que corriera el balón lanzado por su pierna izquierda. Durante décadas, hasta su fallecimiento, Rogelio mostró su perplejidad por el eco y significación que había adquirido su “correr es de cobardes”.

No hay cronistas que se atrevan a decirle a Gavi que correr es de cobardes.

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