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Actualizado: 19 sep 2020 / 04:00 h.
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  • Plaza de toros de Aracena. / Muescayzarcillo.blogspot.com
    Plaza de toros de Aracena. / Muescayzarcillo.blogspot.com

Siempre hay una buena excusa para visitar Aracena, en este caso lo fue las dos novilladas para la promoción de nuevos valores de la tauromaquia.

Sus magníficas casas andaluzas, señoriales, amplias y blanqueadas. El ambiente alegre y espacioso. Las edificaciones de Aníbal González. Las ermitas de origen y arquitectura mudéjar. La Plaza Mayor, donde aún se conservan en buen estado, algunos edificios del siglo XVIII y XIX.A ello se añade el centro fortificado de la ciudad, el Castillo y la maravillosa Iglesia de Nuestra Señora del Mayor Dolor. Buenas vistas. Que evocan buenos sentimientos.

Para conocer algo de los toros y Aracena hay que leer el extraordinario y riguroso artículo: ”LOS TOROS Y LA FIESTA EN ARACENA” de D. Rafael Márquez de Aracena del Cid.- (Revista de Estudios Taurinos. N. º 26, Sevilla, 2009, págs. 133-2003.)

En él se indica, que las primeras noticias, y fechas, sobre festejos taurinos, son del siglo XVI, concretamente de 1584:

«Se hizieron ciertas fiestas y regocijos en esta villa de Aracena...por los mancebos casados principales de la dicha villa. (Pérez-Embid, 1999)

«En martes, 26 de abril de 1611 años, yendo la muger de Amador Gonçalez de Fuenteheridos a quedar unas reses vacunas que andaban en una güerta allí junto, estava entre las vacas un torillo nuevo y tiró tras della y la alcançó y le dio un picotazo por la vienças de que luego murió. A Dios gracias» (Pérez-Embid, J. (1995). Así debió e quedar la pobre...

Sin duda la fiesta caballeresca era un recuerdo de las realizadas en la alta sociedad hispalense.

Cuatro aficionados locales se asociaron para construir la primera plaza permanente de Aracena. D. Cristóbal Santos Moreno. D. Joaquín Martínez, D. Cesáreo Romero y D. Juan Carrión, fueron los altruistas bienhechores:

«Deseando conciliar dichas costumbres y afición, con el bien público, se unieron para construir á sus expensas en terreno propio, cómodo y fuera de la Población una Plaza o coso, de material con la correspondiente seguridad». Aracena quiso dejar constancia oficial de tal acontecimiento y el 29 de diciembre de 1827 se leía en la Gaceta de Madrid: «En Aracena se está construyendo una plaza de toros».

Era un recinto de mampostería y piedra con una cabida para unas mil doscientas personas.

Se realizarían cuatro corridas al año, siendo las cantidades ingresadas supervisadas por la justicia y, deducidos los gastos y la cantidad para los presos pobres, se entregarían a los interesados «en pago del valor de la plaza y terreno, después de integrados quede dicho edificio en beneficio del pueblo de Aracena». La solicitud fue apoyada por la Casa Consistorial con el visto bueno del Asistente de Sevilla, el Decano del Real Consejo de Castilla y el Secretario del Despacho de Gracia y Justicia.

La fiesta, y más en Aracena, no son de un colectivo, es de un pueblo entero, todos aportan. Cuando los poderes públicos y religiosos parecían desentenderse con censuras y prohibiciones, el pueblo no quiso dejó desaparecer dicha afición. Y más adelante, sería fundamental la presencia de las hermandades y cofradías que mantuvieron vivo los festejos taurinos, justificados en la devoción y el santoral. A partir del XIX, periodo de revoluciones, habrá una corriente liberal, lo popular triunfará sobre lo espiritual y los festejos taurinos vendrán asociados a las ferias locales, principalmente mayo y septiembre. Asimismo, La Sociedad Taurina, servirá para beneficio de lo social con el consiguiente engrandecimiento de su ciudad. No se entiende su historia sin dos factores fundamentales: la participación colectiva de una sociedad alegre y dinámica y sus fiestas de toros.

La plaza de toros no sólo servía para corridas con lo más selecto de ganado y toreros. En ella se organizaban bailes, e incluso se grabaron escenas de las primeras películas grabadas en Andalucía: Currito de la Cruz, en 1925, y, en 1934, El Niño de las Coles.

La vinculación de D. Manuel González Cabello, a Aracena merece capítulo aparte. Su estatua, que recrea la figura del torero, de tamaño natural, es del escultor Pepe Antonio Márquez y está situada junto a la plaza de toros.

La plaza de toros, está declarado patrimonio cultural andaluz.

Un solo pero: una pena el aspecto de las urbanizaciones abandonadas y deterioradas junto a la plaza. Una dejadez.

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