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Actualizado: 31 dic 2020 / 04:00 h.
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  • Vista aérea de Sevilla.
    Vista aérea de Sevilla.

Acabo el año muy pesimista, con la sensación de que vivo en una ciudad bipolar en la que domina su personalidad más negativa y eso es porque soy un optimista bien informado, no me cabe duda. No sé muchos detalles porque ya no me dedico cien por cien al periodismo sino que estas líneas nacen desde mi actividad como estudioso de la sociedad desde la universidad pero no desde esa universidad ajena al mundo donde el personal se saca una plaza en propiedad y se echa a dormir sino desde la universidad que estudia a pie de tajo y reflexiona desde la experiencia propia y la de la gente. Ahora mis fuentes de información son mucho más ricas que cuando vivía del periodismo: tengo a decenas de alumnos y exalumnos que me informan, a excompañeros de profesión que aún me tienen cariño y a otros que me envidian para su desgracia. Y poseo un universo de documentación académica de la buena.

Sin embargo, vivo en una ciudad que entristece porque le quitan las fiestas de primavera, porque no puede sacar dinero al suspenderse la Semana Santa y porque no le va a ser posible hacer como que se divierte y pasear caballos por la Feria y tal vez porque no va a poder ir al Rocío. Acaso haya llegado el momento de aprovechar para dar el gran cambio hacia una Sevilla tecnológica, industrial, de turismo con poder adquisitivo, de grandes eventos presenciales o bien online, la Sevilla financiera, la Sevilla de la Inteligencia Artificial. Y todo ello sin perder la esperanza en poder bailar y beber manzanilla pero en una Feria internacional, no tan local y provinciana, donde acudan grandes personalidades y personajes populares a contemplar un acontecimiento en el que se conserve el señorío andaluz de siempre, nada de ferias para el turismo en general como la de Málaga, la feria como está, con su paseo de caballos y carrozas, con sus normas estrictas de estética. En cuanto a la Semana Santa, eso se lleva por dentro y por fuera cuando sea posible, con su esplendor y su recogimiento, va bien para estos tiempos que inspiran miedo por la velocidad de sus cambios. Lo que quiero decir es que sería deseable que ambos acontecimientos estuvieran ahí pero en un segundo plano de creación de riqueza.

Sevilla siempre ha sido bipolar: Sevilla y Betis, la Macarena y la Trianera, Santa Justa y Rufina, Antonio y Manuel Machado, la Sevilla eterna -que se asentó tras la guerra civil y ahí sigue- y la ilustrada, con un Bécquer, Alberto Lista, Blanco White, Reinoso, Manuel María del Mármol, Chavez Nogales, Cernuda, Martínez Barrios, Amalio, Cuadrado, Cortijo, etc., todos denostados, casi olvidados y maltratados. Ahora me da la impresión de que la Sevilla bipolar la representan los dos equipos de fútbol, el Sevilla y el Betis, el Sevilla es símbolo de la Sevilla ambiciosa que no se rinde y mira al futuro, el Betis es Sebilla, la somnolienta, la pícara, la indolente, la conformista, la del fatalismo senequista, hasta tiene su chistoso oficial para toda España, el futbolista Joaquín, que, aunque no es sevillano, ejerce como sevillano gracioso. Es tan buen futbolista -o lo fue hasta este año- como representante del miedo al cambio, algo tan andaluz, tan sevillano.

El martes, cuando en el minuto uno el Levante, ¡el Levante!, le metió el primer gol al Betis que dejó que un delantero ¡del Levante! cabeceara a placer, no pude evitar echar una carcajada, de hecho, el resultado de la reciente asamblea de socios eso fue lo que me dijo: da igual, tranquilo, con que no bajemos a Segunda es suficiente o si bajamos que vayamos el primero en Segunda.

A Sevilla le llevan tomando el pelo desde hace decenios sin nadie que la defienda de veras. ¿Quién lo va a hacer? ¿El alcalde? No tiene curriculum, es un hombre de partido, ya está, sumiso, por eso llegará lejos. ¿Los señores de Sevilla YA? Menos da una piedra pero, como bien titulaba Abc hace poco, “La plataforma Sevilla Ya reacciona dos meses después del entierro de los túneles de la SE-40”. En pocas palabras el titular lo decía todo. ¿Dónde estaban? ¡Y cuando se reúnen lo hacen para fijar un calendario de reuniones con altas personalidades! ¡Se van a enterar de lo que vale un peine esas personalidades! ¡Estarán temblando de miedo! ¿Así actúa un lobbie de poder?, ¿tienen poder esas personas? Algunas de las instituciones que están ahí dentro dependen bastante de las subvenciones que les facilitan quienes se suponen que van a ser abroncados por abandonar Sevilla. Como es lógico les deseo suerte, pero supongo que las acciones se hacen entre bambalinas y continuamente, cuando nadie se entera, no cuando el pescado está vendido. Les deseo suerte y feliz salida y entrada de año pero conste que me despiertan muy pocas esperanzas.

El gran relevo generacional hacia una Sevilla poderosa está aún pendiente. No se hace lo posible para lograr la reactivación de Sevilla, como afirma Antonio Muñoz, sino lo imposible también porque sólo aspirando a lo imposible se logra lo posible. Ya soy mayor pero mientras tenga fuerzas seguiré denunciando a Sebilla para apostar por Sevilla.