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Actualizado: 16 feb 2021 / 04:00 h.
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  • Vivir en el centro de Sevilla

Ahora que el partido del presidente del Gobierno Español, dícese Podemos, ha vuelto a obligar a una nueva genuflexión a su vicepresidente, alias PSOE, sobre no declarar como delito penal las injurias al Rey o al Estado Español si las declaraciones se hacen bajo un acto cultural o artístico, desde el atril de mi casa y en plena representación teatral quiero declarar y declaro que me cago en el demonio de todos los responsables que han dejado que el centro de Sevilla, origen de la esencia de la ciudad, se encuentre cerebralmente muerto de vecinos y, lo más grave, sin nadie que lo reclame para darle una digna sepultura.

A Sevilla quieren venderle su libertad con todo tipo de tramas y juegos. El último es el desconocido Plan de Movilidad Urbana (PMUS) del que cada día más particulares y asociaciones dejan de apoyarlo, aunque otro día entraremos en este tema con más detalle. Pero lo meridianamente cierto es que el centro de Sevilla está en agónico aliento llevándose su alegría, su aroma y sus gentes. Es como si una muchedumbre abigarrada se hubiera interpuesto entre uno y la propia ciudad y no dejara verla en cueros. Y cuando esta muchedumbre empezó a disiparse con la pandemia, hemos comprobado que nada nos queda, ya sea de día o de noche, y que el centro de Sevilla es hoy en día un pasillo de mirada oscura que sólo posee una bombilla amarillenta y tenue con el que débilmente se alumbra. Ese es el engaño que nos han vendido. En el centro de Sevilla no había vecinos sino entes orgánicos efímeros.

Al centro de Sevilla se le regala a diario, como caramelos envenenados, proyectos troleros en forma de peatonalizaciones, movilidades reducidas para vehículos, aparcamientos, etc. pero ¿y lo importante? ¿y lo esencial? ¿Por qué nadie de estos aburguesados responsables de la ciudad ayudan a conseguir vecinos y residentes a tiempo completo? ¿Por qué se han dedicado durante años a incordiar y abandonar los servicios públicos a estos vecinos? cachis en la mar salá pandilla de reveníos.

-me sigo acogiendo a mi situación artística-.

Un día, Sevilla se querrá sentar junto a nosotros y cuando le digamos -¿Cómo estás?- ella nos dirá -ya lo ves-. Pero nos callaremos y estaremos un rato con ella sin intercambiar palabra (que manda huevos). Señores, esa Sevilla de centro llena de vida, bulliciosa, engalanada y siempre orgullosa de su procedencia está llegando a su fin porque acercarse al centro de Sevilla es asegurarse escuchar el silencio. Y mientras aquí se venden batallitas utópicas de metrocentro o tranvías en superficie como si esto fuese el circuito del trenecito costero, lo que realmente hacen es jugar al despiste porque, de hecho, pasear por el centro de Sevilla es tener fantasías irrealizables. Hemos vivido tantos años a base de pisos turísticos y construcción al por mayor de hoteles que (aunque algunos ya lo avisamos) la medida orgásmica de algunos de sentirse importante ha resultado, en cambio, para que se eche a patadas a los que verdaderamente han regado la esencia y las calles de la ciudad durante siglos: sus vecinos residentes. Y lo peor es que, mientras tanto, el cuatripartito municipal PSOE-C´s-Adelante Sevilla e IU se dedica al juego de disparar con tirachinas al avión que surca los cielos haciendo (manda huevos de nuevo) hasta apuestas, entre ellos, para ver quién lo derriba antes.

En Sevilla los proyectos terminan siendo apuntes o notas en un cajón de la política, pero ¿cuándo un verdadero proyecto para devolver la vida al centro de Sevilla? ¿cuándo los servicios públicos apuntarán a la regeneración del vecino del centro? No me gusta que se le quiera colocar una máscara a la ciudad porque a lo mejor esa máscara hay que llevarla toda la vida y eso, hablando de lo nuestro, es una pena. Jamás, en estos años, se ha pensado en volver a sembrar el centro de Sevilla con sevillanos porque entonces sí que se reactivaría la ciudad y su actividad económica. Sin embargo, nos hemos dedicado a colocar en cada esquina un mojón de carretera que escritura la defunción de los intramuros de Sevilla. Exijamos poder volver al centro con todos sus servicios y facilidades porque es nuestro derecho y que no nos cercenen la tradición y la ilusión de pisar como residentes los barrios de historia de la ciudad, aunque preveo que mucha gente torpe y presuntuosa no ve la ciudad más allá que un burro de pesada carga.

Es una pena que, a fin de cuentas, el centro de Sevilla haya perdido el mayor de sus tesoros: su gente. Y se ha sido tan injusto con esta cuestión que hemos convertido el centro en una pinacoteca de fachadas y calles mientras al tesoro más vivo se le echa y se le abandona de forma sibilina.

Así que menos camafeos en el pecho del sevillanismo a todos los que algo podrían hacer y un poco de atención al corazón de Sevilla que siempre ha sido de sevillanos y no de olvidos. Menos polvos de rapé para proyectos inocuos que ni sirven ni hacen falta en esta ciudad y más ideas reales para no asesinar nuestra identidad histórica.