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Actualizado: 17 jun 2020 / 21:16 h.
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  • Llegan los primeros turistas a España. / EFE
    Llegan los primeros turistas a España. / EFE

No parece que esté demasiado claro que la pandemia se encuentre controlada del todo. Ni en España ni en ningún otro país. Por ejemplo, en China se han activado todas las alarmas por un rebrote en Beijing; Nueva Zelanda vuelve a tener un par de casos importados; en Irán el rebrote es una realidad y los datos son desalentadores; en Alemania una industria cárnica suma 700 contagiados; y en España el número de contagios se eleva muy por encima de las expectativas cada día. Estos datos son los que se manejan cuando llega el momento de abrir fronteras.

El pasado 17 de marzo, los miembros del espacio Schengen aprobaron el plan que la Comisión Europea había trazado para activar el cierre de fronteras como medida de contención y control de la Covid-19. Se pensaba que sería una medida que tendría que funcionar durante 30 días aunque se alargó hasta los 90.

La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes maroto, anunció hace unas fechas que el control fronterizo que existe con Francia y Portugal desaparecería el 21 de junio. Se rectificó para hablar del 1 de julio. Y, ahora, ya sabemos que el próximo día 21 se levantan las barreras para los países miembros del espacio Schengen y los ciudadanos de esos países podrán viajar hasta España sin tener que recluirse durante un periodo de cuarentena al llegar. Los que acudan desde terceros países lo harán bajo una regulación distinta de la Comisión Europea. Una cosa son los corredores seguros entre países miembros y otra la circulación de ciudadanos que no pertenezcan al espacio Schengen.

En España, el desbarajuste de fechas ha sido monumental. Aunque ya estamos acostumbrados a los anuncios del Gobierno que se desmienten poco después, en el caso de las fronteras todo se complica puesto que la imagen en el exterior se ve claramente afectada y el turismo se puede ver gravemente afectado.

No parece que exista un plan certero que contemple la llegada de personas extranjeras a nuestro país; no se sabe con exactitud cuántos test se van a realizar y con qué criterios de selección; nadie sabe con certeza qué se hará en caso de localizar casos de contagio.

El tránsito de personas es un peligro real y potente. Si bien es cierto que la economía requiere que todas las piezas del motor se engrasen y funcionen correctamente, la salud no puede olvidarse. Se trata de compaginar una cosa y la otra.

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