Todo indica que podría volver a vivirse cierta normalidad en la política española. Pablo Casado apunta a un giro en su estrategia que pasaría por sentarse a negociar pactos de estado con Pedro Sánchez en asuntos esenciales o, tal vez, un gran pacto que recogiese todos los aspectos presupuestarios y el conjunto de políticas vitales para el futuro de España.
Eso es, ni más ni menos, lo que debería haber sucedido desde el primer momento. Las encuestas arrojaron unos datos muy relevantes en el inicio de la legislatura que Sánchez no quiso ver ni Casado supo interpretar. Es, ahora, que el partido de Arrimadas ha dado un paso al frente cuando la situación parece que pudiera variar una situación absurda y muy poco productiva para el Estado español. Pero, mientras, Pedro Sánchez ha tenido que pactar con independentistas vascos y catalanes además de ceder parte del Gobierno a Iglesias.
Se ha perdido un tiempo de oro que no se podrá recuperar jamás. Ha llegado una pandemia que ha convertido la vida de los españoles en un laberinto del que hemos aprendido a salir en tiempo récord aunque sin garantías. La crisis económica puede destrozar muchas cosas y nos puede colocar en una situación más que delicada. Además, seguimos sin presupuestos y sin poner en orden instituciones de valor fundamental para el Estado español. Del Consejo General del Poder Judicial hasta el Tribunal Constitucional o Radio Televisión Española siguen en precario y eso no puede ser de ninguna de las maneras posibles.
Pedro Sánchez y Pablo Casado deben hacer un esfuerzo por acercar posiciones. Tal vez, esta vez, les podría rentar en las urnas.