Moderar el consumo de carne es una recomendación saludable que llega desde distintas organizaciones a nivel mundial. Moderar no es prohibir. Una mejor salud, si ese consumo es el adecuado, y un impacto medioambiental, menor y positivo para el planeta, son los objetivos que se plantean al realizar este tipo de recomendaciones. Es decir, la OMS dice que si se consume la cantidad adecuada de carne es mejor para todos y para todo. Pero eso no significa que haya que atacar un sector que tantos empleos y tanta riqueza genera. Y eso es lo que ha hecho el ministro Garzón. Es posible que todos estemos de acuerdo con algo tan razonable como la limitación a un consumo que podría ser perjudicial para la salud de las personas; y es posible que vaya siendo hora de comenzar a asumir que el cambio climático y las medidas que van a ir tomando para que las economías sean sostenibles y verdes serán un trastorno enorme para todos. Desde luego, a pesar de que el presidente del Gobierno de España dijese que ‘un chuletón es imbatible’, el Gobierno ya incluía esta sugerencia en su plan para 2050.
En España se consume, de media, un kilo de carne a la semana por persona mientras la recomendación de la OMS es que esa ingesta no supere los 500 gramos. La ganadería intensiva genera pocos empleos y la huella climática negativa que deja es una evidencia que contrasta con una ganadería extensiva que es más respetuosa con el territorio, genera riqueza y empleo en el lugar en el que se establece y permite, en el caso de España, controlar el peligroso vaciado que sufre buena parte del territorio español. El problema, por tanto, radica en que Garzón no se puso de acuerdo con el resto del Gobierno antes de lanzar una campaña equivocada que se ha politizado (como todo en este país) y que ha generado un enorme ruido y muy poco debate serio y profundo.
Mientras en España el clima de crispación esté tan desatado y la pedagogía y comunicación por parte de las Administraciones sea tan escasa, estaremos pisando un fango que nos impedirá progresar.