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Actualizado: 26 ene 2021 / 07:27 h.
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  • Slvador Illa. / El Correo
    Slvador Illa. / El Correo

No han sido pocos los que han pedido la dimisión de Salvador Illa durante estos últimos meses. Las críticas han llegado desde todos los lugares posibles. Pero ni Pedro Sánchez ni el propio ministro de Sanidad parece que se hayan planteado si la gestión de la pandemia era un fiasco o tenía solidez para aguantar en el puesto. Ahora, al imponerse por enésima vez los intereses políticos frente a los generales, Illa escapa buscando el éxito en su carrera personal.

Las excusas ante el desastre en la gestión las ha resumido muy bien el que hoy deja de ser ministro de Sanidad: «He hecho lo que he podido». Atrás quedan más de 80.000 muertos y más de 2.000.000 de contagiados. Un verdadero desastre.

Que Salvador Illa deje su puesto ahora para poder ser candidato a la Generalitat es, sencillamente, lamentable. Lo es aunque no deja de ser el colofón a un tacticismo insoportable que ha puesto los intereses políticos de Sánchez por delante de cualquier asunto incluida la pandemia. Ya había dejado el presidente en manos de las Comunidades Autónomas toda la gestión sanitaria y, así, la dejadez ha sido una constante. Todo se ha convertido en descoordinación, en llamadas de auxilio desde las diferentes Comunidades y en medidas improvisadas que llegan tarde y son insuficientes, una y otra vez.

Con este Gobierno todo puede esperarse y, por ello, no sería extraño que tras las elecciones catalanas se maneje la posibilidad de un confinamiento severo. El descaro es de enorme magnitud y Sánchez podría hacerlo.

En España seguimos en estado de alarma y eso garantiza a Sánchez eludir el control parlamentario. Seguimos en estado de alarma y sin soluciones que tranquilicen a la población y evite un colapso en los hospitales que ya parece estar próximo.