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Actualizado: 13 sep 2020 / 21:50 h.
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  • Irene MOntero. / EFE
    Irene MOntero. / EFE

Comparar la violencia machista con las bromas, los piropos o una mirada insinuante, es un error que no hace ningún favor ni al feminismo, ni a las libertades individuales d los españoles y españolas. Es posible que un piropo sea de mal gusto y algo inapropiado del todo; es posible que soportar a otra persona mirando insistentemente sea incómodo; y es posible que las bromas deberían desaparecer del mapa de las relaciones entre hombres y mujeres. Es verdad que son los hombres los que, generalmente, utilizan esas herramientas para llamar la atención, pero nada de eso es un delito. Y si metemos esto en el mismo saco que la violencia machista la libertad se quedará reducida en nombre de un falso feminismo y de unas reivindicaciones que están más cercanas al puritanismo más extravagante.

La violencia machista en España es insoportable porque cualquier muerte lo es. Pero a pesar de los treinta asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o de los que lo fueron; España no es, ni mucho menos, de los peores países que sufren esta lacra que, desgraciadamente, son todos los del mundo. Por ello, no conviene convertir la lucha contra esta lacra en un chiste. Una insinuación no es una agresión sexual. Ni un piropo lo es.

Las verdaderas víctimas de la violencia de género saben que la diferencia entre unas cosas y otras provocan que se pueda rebajar la importancia del sufrimiento de las mujeres sobre las que se ejerce la violencia realmente.

Es absurdo y una pérdida de tiempo, de esfuerzos y de fondos, tratar de convertir cualquier cosa en lo que no es. Y la ministra Irene Montero parece tener eso como objetivo principal. Políticos tan poco preparados y con tan poca experiencia son una lacra para cualquier país.