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Actualizado: 21 jun 2020 / 00:28 h.
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  • Fotografía: EFE
    Fotografía: EFE

Nadie sabe hasta que punto los datos que nos llegan desde China, sobre la evolución de la pandemia en ese país, son fiables o no lo son.

Parece que ya está claro que las cifras de infectados y muertos que ofrecieron las autoridades chinas no reflejan lo que sucedió en la primera oleada de la pandemia. No se entiende que los efectos de la Covid-19 fueran esos y que en el resto del mundo el desastre esté alcanzando unos niveles brutales y descontrolados en muchos países. Y no parece que los datos que nos ofrecen sobre los rebrotes sean coherentes con las medidas adoptadas. Anular más de 2000 vuelos comerciales en el aeropuerto de Beijing, cerrar colegios y confinar a la población de barrios enteros, sumando 150 contagios en un día, parece algo incoherente.

Las autoridades chinas tratan de defenderse diciendo que el coronavirus ha mutado y el que ha llegado importado es el que ha diezmado a la población europea. Pero la realidad es que los datos que han llegado a la OMS han sido menos de lo deseable y que la claridad en el relato de lo sucedido ha sido la gran ausente desde el principio. No salva su reputación el Gobierno chino a pesar de culpar a otros de un posible rebrote.

Cuando es más necesaria que nunca la cooperación entre las naciones de todo el mundo, no parece adecuado que políticas como las del Gobierno chino se sigan imponiendo en perjuicio de la Humanidad.

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