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Actualizado: 14 sep 2021 / 07:20 h.
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  • Vacunas obligatorias solo para algunos colectivos

El porcentaje que parecía mágico en esta pandemia era el 70. Todo parecía indicar que alcanzando una vacunación que sobrepasara ese 70 por ciento de la población sería suficiente para alcanzar la inmunidad de rebaño. Pero las cosas han cambiado de forma radical desde que la variante Delta se convirtió en la predominante. La inmunidad tan deseada se logrará con el 90 por ciento y esa es una cifra que obliga a tomar medidas drásticas si es que se quiere llegar a vacunar a las personas necesarias.

En España los tribunales han desestimado medidas que se han querido adoptar por distintas Comunidades Autónomas y que tienen que ver con la obligación de vacunarse o el certificado de vacunación obligatorio para asistir a eventos o poder acceder a lugares concretos. Los jueces trabajan para salvaguardar la sagrada libertad y hacen su trabjo aplicando las leyes, pero algo hay que hacer.

Si se quiere alcanzar el objetivo es necesario que los más reacios a vacunarse cambien de posición. Obligar no suele funcionar bien y es una puerta al conflicto que se debe evitar. Otra cosa bien distinta es que respecto a determinados colectivos (personal sanitario, por ejemplo) las medidas que se adopten tengan que ser drásticas y de obligado cumplimiento. No sería la primera vez que un grupo se ve forzado a vacunarse para prever males mayores y con un encaje constitucional posible.

Las cadenas de transmisión que se establecen en el entorno sanitario o en las residencias de mayores hay que quebrarlas dado su gran peligrosidad. Eso es algo que parece evidente. Que los trabajadores de un hospital se vacunen significa que el riesgo de contagio se reduce en gran medida. En las residencias ocurre lo mismo. Por tanto el debate está abierto y es esencial tomar decisiones de carácter urgente para evitar males mayores.

Sea como sea, del mismo modo que en algunos colectivos se pueden tomar medidas contundentes por su carácter obligatorio, el resto de la sociedad ha de ser convencida, persuadida, para que las personas se quieran vacunar de forma voluntaria. Entrar en espirales en las que la falta de libertad es la protagonista podría causar un efecto muy adverso y hacer fuerte un movimiento antivacunas que, hasta ahora, tiene pocos seguidores en España.

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