En este segundo año pandémico y sin romería, el magno proyecto Huelva es Rocío está dando más frutos de los esperados, gracias al empeño de la Hermandad Matriz por diversificar los actos y empapar de marisma y Blanca Paloma no solo a la Aldea, sino a todo ese universo en expansión que gira en torno a ella y no solo durante Pentecostés. Uno de esos frutos maduros está protagonizado por un rociero universal de La Palma del Condado, Manuel Siurot, que de abogado saltó a juez a comienzos del siglo XX y que finalmente prefirió dedicar su vida a la enseñanza de los niños más pobres de su entorno. Ahora que la propia Diócesis de Huelva está empeñada en promocionarlo en la Santa Sede para hacerlo santo, la Hermandad que preside Santiago Padilla ha vuelto a reeditar una obra antológica de hace más de un siglo (del otoño de 1918), que ayer se presentó en Almonte y que esta tarde, a las 20.30 horas, se presenta en la Casa de la Cultura de Lebrija, la patria chica del padre de Siurot.
La obra, quizá el primer libro completo de Siurot, se titula La Romería del Rocío, y es una deliciosa crónica no solo sentimental, sino también hermenéutica de lo que significaba la que estaba llamada a convertirse en la gran peregrinación andaluza tan solo cuatro años después de que otro onubense, el Nobel Juan Ramón Jiménez, le dedicara un capítulo también jugosísimo en su libro de Platero. El libro de Siurot supone un primer acercamiento al fenómeno rociero y tuvo el acierto de publicarse en 1918, en plenos preparativos de la Coronación Canónica de la Virgen, a beneficio de cuya efeméride se vendieron entonces, a una peseta, mil ejemplares. La obra, que se encontraba descatalogada, se volvió a reeditar en 2002, y ahora, casi veinte años después, se ha hecho una preciosa edición facsímil que da gusto releer.