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Actualizado: 31 jul 2021 / 12:12 h.
  • El profesor Presedo al lado de la Dama de Baza, descubierta por él y su equipo. Foto del equipo de Presedo publicada por los diarios El Español y El País.
    El profesor Presedo al lado de la Dama de Baza, descubierta por él y su equipo. Foto del equipo de Presedo publicada por los diarios El Español y El País.

En julio de 1971 el catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla, Francisco Presedo (1923-2000), estaba haciendo lo que solía hacer todos los veranos después de terminar sus clases: irse a excavar por ahí, a veces se introducía en el mundo del antiguo Egipto, a veces se quedaba por Andalucía. En aquel julio del 71, Presedo buscaba nuestras raíces más profundas en Baza (Granada), en una necrópolis anterior a la llegada de Roma a la península que entonces estaba habitada por diversos pueblos que formaron lo que llamamos cultura ibérica. Estamos aproximadamente en el siglo IV antes de Cristo.

La maravilla llegó a los ojos de Presedo y su equipo cuando apareció una dama sedente que, conforme se iba sacando a la luz, ofrecía más riqueza, más detalles sobre su significado, qué hacía allí, porqué tenía tantos adornos, abalorios, presentes junto a ella, a qué se debía que el trono en el que estaba sentada fuera tan especial, con forma alada, cualquiera diría que no era una figura normal de una ciudadana de a pie, no, la Dama de Baza podía ser una diosa que guardaba en una oquedad de su cuerpo las cenizas de alguien para que descansaran por toda la eternidad protegidas por la dama-diosa.

Sus mejillas muestran un «rubor rosado»

La web Ancient Origins describe acertadamente el momento del descubrimiento. “A medida que avanzaban las excavaciones, la herramienta de un trabajador golpeó algo duro en el suelo. Inicialmente, el objeto parecía un trozo de roca de colores. Presedo fue llamado para inspeccionar el objeto. Se removió más tierra y pronto emergió el rostro de una mujer. Finalmente, se desenterró una estatua sentada que medía 1.2 m (4 pies) de altura. La estatua se hizo conocida como la Dama de Baza”.

“La Dama de Baza fue esculpida en piedra caliza. Sentada en un trono alado, la mujer está ricamente vestida y adornada con joyas, incluidos aretes y collares. Esto puede sugerir que la figura está destinada a representar a un individuo de alto estatus. Existe evidencia de que la estatua alguna vez fue pintada con colores brillantes, aunque solo quedan rastros de estas pinturas en la actualidad. A lo largo del borde de la capa de la mujer, por ejemplo, hay cuadrados rojos y blancos, mientras que sus mejillas todavía muestran un «rubor rosado».

La lucha de Baza por su Dama

La citada web indica: “La Dama de Baza, una estatua desenterrada en Baza, ha sido durante mucho tiempo un tema de controversia. Descubierta en 1971, fue rápidamente retirada y trasladada a Madrid, donde se conserva en el Museo Nacional de Arqueología desde entonces. Baza sigue luchando por su regreso, alegando que las autoridades franquistas «saquearon» los restos arqueológicos y solicitando al Ministerio de Cultura español que los devuelva a su legítimo lugar de descanso”.

La escultura fue trasladada a Madrid para su restauración y en lugar de devolverla a su lugar la capital de España actuó de forma parecida a como hicieron los ingleses con los descubrimientos en Mesopotamia y Egipto o los franceses con el arte expoliado a España en general y a Andalucía y Sevilla en particular: sencillamente se la quedó y no sólo eso, sino que la tiene expuesta en uno de sus lugares emblemáticos. Desde 1971 han estado en el poder político Franco, Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González, Aznar, Zapatero, Rajoy y Pedro Sánchez, mientras que en la Junta de Andalucía desde 1982 hasta 2018 hemos tenido al PSOE y también antes, en la preautonomía. A ver si ahora con el PP y aprovechando los 50 años de su salida a la luz la Dama puede regresar a su tierra. Baza, Granada y Andalucía nos tenemos que conformar con la serie de actividades que ha organizado en honor de la Dama el Ayuntamiento de Baza con la colaboración de la Diputación de Granada.

Los hechos, resumidos, son como siguen: en 2009 y en 2020, al menos, han existido iniciativas parlamentarias por parte de la senadora Pilar González y por mediación de Adelante Andalucía para que la imagen sea devuelta a Granada. Sin embargo, el Ministerio de Cultura se niega alegando que afectaría a la integridad de la colección de piezas de arte ibérico existente en el Museo Nacional de Arqueología o MAN como también se le conoce (Museo Arqueológico Nacional). Además, alega que se trata de una pieza muy frágil para ser trasladada y conservada. Sin embargo, Pilar González, que fue alumna del director de las excavaciones en las que se desenterró a la Dama de Baza, Francisco Presedo, responde que ahora hay «garantías técnicas suficientes» para asegurar su traslado, cuyo coste se ha cifrado en 300.000 euros, y su conservación en el Museo Arqueológico local, que cuenta con un espacio de 900 metros cuadrados para exponer sus piezas y ha sido reacondicionado en fechas recientes gracias a una inversión de dos millones de euros. «Cuando se la llevaron a Madrid es cuando realmente sufrió: la pieza llegó decapitada«, recuerda.

El caso es que Madrid no ha consentido el traslado a Baza de la estatua ni siquiera para este 50 cumpleaños de su hallazgo.

Un hallazgo excepcional

La Dama de Baza es un hallazgo excepcional, posee un compartimento donde reposan las cenizas de lo que se supone una mujer. La Dama o es una diosa o la intermediaria ante los dioses del pueblo que la esculpió, los Bastetani. La Dama de Baza data de alrededor del año 380 a.C. Este fue un período antes de que los romanos y cartagineses conquistaran la Península Ibérica. En cambio, la península se dividió entre diferentes pueblos, incluidos los íberos. La zona de Granada formaba parte del territorio ocupado por un pueblo llamado Bastetani (o Bastuli). Desafortunadamente, apenas conocemos detalles con certeza sobre este pueblo antiguo, ya que se ha encontrado poco en el registro arqueológico de los asentamientos de los Bastetani. Por esta razón, artefactos como las estatuas sirven como una importante fuente de información sobre estos antiguos pueblos ibéricos. Además de la creencia de que los bastetanos hablaban el idioma ibérico, los estudiosos también han especulado que su territorio se extendía por gran parte del sureste de la Península Ibérica.

Se han recreado los colores y detalles abundantes que rodean a la Dama de Baza. Para muestra, un botón del que nos informa el diario El País: “el color se aviva en las mejillas y cobra mayor intensidad en los labios, pintados también de cinabrio. En el tratamiento del rostro, se perfilan en negro las cejas, los bordes de los párpados y las pestañas, estas últimas pintadas sobre finos trazos incisos, realzando así unos ojos pequeños que cobrarían expresividad con la pintura ya perdida del iris y la pupila, y corrigiendo ese aire de mirar sin ver que ahora transmite”.

Unas crían la fama -la Dama de Elche que también se la quedó Madrid- y otras escardan la lana, la Dama de Baza que siendo mucho más rica en significados es menos conocida. Es indudable la importancia de la Dama de Elche pero la información sobre el mundo ibérico prerromano que nos regala la de Baza es mucho mayor que el aportado por la señora de Elche.

Un apunte personal: Presedo, ese desconocido

Tuve el honor de recibir clases del profesor Francisco Presedo en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla. Recuerdo que le encargaron impartir una materia sobre historia del mundo clásico y el primer día de clase nos dijo: “Tenemos Mesopotamia, Egipto, Persia, Grecia, Roma..., no hay tiempo para desarrollarlo todo, elijan ustedes un par de civilizaciones para ver en clase”. Los planes de estudios a veces no tienen ni pies ni cabeza, se piensan no para el bien del alumno sino para darle cabida en ellos a disciplinas poco demandadas en determinadas carreras. Mi plan de estudios en la Facultad de Geografía e Historia me gustó bastante, tuve además enormes maestros gracias a los cuales me voy a salvar de morir idiota, pero no era perfecto, claro.

Muchos años después, ya estando yo en la universidad ejerciendo la docencia en periodismo, encargué a dos alumnos un reportaje de investigación sobre Presedo. Naturalmente, no tenían ni idea de quién era, lo investigaron y cuando localizaron a su viuda, la también profesora Eugenia Gálvez Vázquez, se sorprendió tanto de que se acordaran de su marido que quiso conocerme e invitarnos a los alumnos y a mí a merendar en su casa. Allí recordamos al hombre que no sólo descubrió la Dama de Baza sino otros vestigios más de nuestra historia peninsular y mundial. Pero ya se sabe cómo es esta tierra, olvidadiza y ahora ahogada en una digitalización que nos permite conocer a Presedo y sin embargo lo tenemos olvidado precisamente por infoxicación.