La Alameda de Hércules siempre ha sido uno de esos puntos de la ciudad en el que los jóvenes se reunían en torno a una bolsa de plástico verde y hacían botellón. Las localizaciones eran muy diversas: las escaleras del edificio de las Sirenas, los bancos, el parque infantil o el suelo. Cualquier lugar era bueno.
Lo más llamativo es que, en plena plaza de la Alameda hay una enorme comisaría de la Policía Nacional, que nunca ha sido capaz de persuadir lo suficiente para que esta práctica desaparezca.
Con las nuevas normativas que hacen que los bares tengan que cerrar a la 1 de la mañana, muchos jóvenes no quieren terminar la fiesta tan pronto, por eso buscan cualquier emplazamiento válido.
Las noches de fines de semana, la Alameda de Hércules se llena de jóvenes haciendo botellón, sin mascarilla ni respetar la distancia de seguridad, tal y como se puede ver en el vídeo que acompaña la información y que fue grabado el viernes 16, ya con los bares cerrados por ley.
Desde el cruce de la Calle Barco con la Alameda hasta el de la calle Vulcano, el pasillo que se monta es el caldo de cultivo perfecto para que Sevilla siga liderando las listas de contagiados en Andalucía.
Usando los bolardos como mesas y asientos improvisados, los jóvenes se colocan en grupos numerosos al amparo de la oscuridad. Algunos aprovechan para beber, otros para hablar, ligar y hasta pasarse caladas de cigarro con aroma marroquí. Una especie de lejano oeste o ciudad sin ley en el corazón de una ciudad.