El Polígono Norte es uno de los barrios con mayores indicadores de exclusión social y presencia migratoria. Está formado por multitud de familias trabajadoras, pero también por educadores sociales, profesores y trabajadores sociales que aportan su granito de arena con su trabajo diario. Todos ellos hacen posible que la educación siga adelante y que la esperanza y la ilusión de los más pequeños sea infinita. Este barrio tiene vida en sus calles.
Las personas que viven en esta zona de la capital andaluza son personas que día a día luchan por sacar adelante a sus familias. No obstante, nos encontramos en un estado de emergencia causado por el Covid-19 que impide que las personas de este barrio puedan salir a la calle a buscarse la vida. Abdelaaziz Oudidi Herkou, educador social de Accem en el Polígono Norte, cuenta a este periódico que nadie se esperaba esta situación y «aún menos las familias que no tienen los recursos ni las herramientas para acceder a internet». Raúl Turrión Pérez, educador social del IES Inmaculada Viera, señala que «la suerte de muchas de las familias es que están acostumbradas a vivir con muy poco. Sin embargo, esta situación produce angustia porque se va alargando y tienen que seguir buscándose la vida al no tener nada para comer. Es ingente la cantidad de personas que van a pedir ayudas porque no les llegan las bolsas de alimentos».
La educación es indispensable para promover el desarrollo social y la creación de oportunidades en el futuro, sin embargo, lo primero es tener garantizadas las necesidades básicas. «Mi opinión es que la educación debería quedar en un segundo plano en situaciones muy vulnerables como la de muchas familias del Polígono Norte. Lo primero es tener comida y techo. Al final, se van a seguir educando los más pudientes y van a quedar más atrasados los que menos tienen en esta situación», explica Turrión. A esta situación, se le suma la brecha digital que acrecienta aún más la brecha social. Según Ana Garrido, trabajadora social de Accem en el Polígono Norte, «la brecha digital hoy por hoy es una gran problemática. Las familias no tienen los dispositivos más adecuados para acceder a las aplicaciones necesarias y, en caso de que los tengan, no tienen los megas suficientes para estar en contacto con los tutores durante todo el mes. Es importante adaptarnos a los medios que las familias tienen, como hacemos en Accem».
Matilde Maestro Babío, profesora y tutora de un curso del IES Inmaculada Vieira, explica que el profesorado está «agotado». «La gente no tiene ni idea de la situación. Faltan medios tecnológicos. Tengo 18 alumnos y solo 3 tienen ordenador y, además, compartido familiarmente», cuenta. Sin embargo, Maestro intenta sacar el lado positivo a esta situación. «Intento sacarle lo bueno de lo malo a esta situación. Hay aspectos positivos, como que el profesorado nos estamos actualizado en cuanto a nuevas tecnologías y, al mismo tiempo, estamos ayudando a que el alumnado también lo haga en la medida de lo posible». De hecho, Maestro expone que «todo el equipo educativo estamos haciendo pequeños tutoriales para que los niños aprendan lo más básico, como hacer una imagen y enviarla por correo electrónico, aunque sea por el móvil».
En crisis sanitarias como la que estamos viviendo en la actualidad es cuando sale a relucir todos los problemas que existen en la educación. No obstante, ninguno de ellos es nuevo. Las familias están en una situación desprotegida y los alumnos aún más por la crisis actual. «No tienen ni los medios ni saben manejarlos. Incluso, hemos encontrado alumnos que no tenían ni cuadernos ni folios. Por eso, he llamado a todas las familias para conocer su situación y optar por buscar soluciones alternativas. Hay una parte de alumnos en las plataformas online, otros por correo electrónico y otros por WhatsApp. Lo más importante es que el alumnado nos sienta cerca», afirma Maestro.
Además, en algunas ocasiones, los alumnos no cuentan con un apoyo familiar. Según Maestro, «Yo tengo alumnos que son más sensatos que los padres. Intentamos no coordinar solo el material de contenido docente, sino también los hábitos y rutinas. En el Polígono Norte, los alumnos no tienen el apoyo familiar por querer aprender. Muchos quieren salir de esta situación, pero no saben cómo». De la misma manera, Turrión expresa que «existe el apoyo familiar en la medida de las posibilidades. En el caso de los alumnos del centro, hablamos de familias que han tenido a los hijos muy jóvenes y con unas grandes dificultades para tirar hacia adelante. Cuando no tienes condiciones buenas, es complicado. Si yo tuviese que dar de comer a mi hija, yo no le echaría cuenta a las tareas, lo primero es que coma y luego vendrá el colegio. A nosotros nos cuesta ver eso porque tenemos establecido desde pequeños que la educación es un valor muy importante, pero para estas familias su mayor preocupación es comer. Hay que ponerse en la situación de esas familias. Nadie quiere lo malo para sus hijos».
La trabajadora social Garrido considera que algunas familias no le dan «la importancia necesaria» a la educación porque «para ellos no ha sido básica en la niñez», ya que no han podido acceder a ella. «Por eso, lo primero que estamos haciendo ahora es motivar a los padres para que vayamos todos a una. Luego, creamos nuevas metodologías de trabajo para los niños y niñas, adaptadas a sus edades». De hecho, gracias a que están motivando a los padres y madres de los niños del Polígono Norte, cada vez están «más concienciados de la importancia de que los menores estén en contacto con los profesores para que realicen las tareas que les mandan. Se ha conseguido esa concienciación de la población, aunque todavía queda». Además, el educador social Abdelaaziz destaca que antes ellos «desarrollaban el trabajo presencial y el alumno dependía de la figura del educador o del profesor en su aprendizaje. Los padres delegaban esa responsabilidad». Sin embargo, la situación actual de confinamiento ha hecho que todos los padres «sean conscientes del trabajo del profesor y de su hijo o hija. Se han visto implicados en el proceso de aprendizaje de ellos, y ver trabajar a tu hijo día a día es muy bonito».