Un estudio liderado por la Universidad Pablo de Olavide y publicado en la revista Science Advances describe por primera vez la biodiversidad de microbios escondida en suelos de parques y jardines de 56 ciudades del mundo que pueden mejorar nuestro sistema inmunitario.
-Eres el autor principal del estudio. ¿Qué hay bajo el suelo que pisamos cuando paseamos por los parques y jardines de nuestras ciudades?
-La inmensa mayoría de los seres vivos que viven en nuestras ciudades. Es difícil de imaginar, pero 4-5 gramos de suelo tienen más individuos de bacteria que personas ciudades como Madrid o Barcelona. En este estudio encontramos que las zonas verdes urbanas, parques y jardines, son un punto caliente de biodiversidad de microbios del suelo comparado con ecosistemas naturales.
-El estudio proporciona la primera lista de las especies de arqueas, bacteria, hongos y protozoos que viven en los parques, algo desconocido desde el punto de vista científico.
-En el estudio identificamos la primera lista de especies de microbios que viven en los suelos de los parques de todo el mundo. Estas especies son el equivalente a las palomas o ardillas que conviven con nosotros en parques y jardines, con la importante diferencia de que en la mayoría de los casos, desconocemos quienes son o que hacen estos microbios en nuestros parques.
-¿Sabemos poco, en lo que a funcionamiento biológico se refiere, de estas áreas verdes creadas en las ciudades?
-Hoy en día sabemos que el microbioma del intestino humano –la flora intestinal– es esencial para nuestra salud. De igual manera, el microbioma de los parques proporciona un sinfín de beneficios entre los que destacan la descomposición de residuos, la fertilidad de nuestros huertos urbanos, la capturar carbono que es fundamental para luchar contra el cambio climático. Sin embargo, hasta este estudio, se desconocía las especies de microbios más comunes que pueden ser encontradas en ciudades de todo el mundo. Lo más preocupante es que la mayoría de estas especies de microbios permanencen desconocidas a nivel de identidad y funcionalidad, porque no se han cultivado nunca en el laboratorio. La implicación más directa de esto es que estamos rodeados de microbios desconocidos.
-¿Qué papel juegan en el ‘hábitat urbano’ estas islas verdes que son los parques?
-Las zonas verdes urbanas son fundamentales para el bienestar físico y mental de los ciudadanos. Además, es bien sabido que las zonas verdes urbanas, incluyendo los cinturones verdes, ayudan a reducir la temperatura de las ciudades y su contaminación atmosférica, y además, conectan la naturaleza entre zonas naturales fragmentadas en el mosaico de ciudades contribuyendo a conservar la biodiversidad de especies silvestres. Por todo ello, las zonas verdes urbanas son esenciales en todas las ciudades del mundo y su necesidad es cada día más evidente.
-¿Los microbios de estos parques y jardines que han detectado en su estudio, de qué manera afectan a los humanos?
-En nuestro estudio hemos encontrado, por ejemplo, que las zonas verdes urbanas tienen más proporción de patógenos de plantas, y menos organismos simbióticos. Esto es especialmente evidente en las ciudades más cálidas, lo que sugiere que en el futuro será más difícil luchar contra plagas urbanas en un contexto de cambio climático. Por otro lado, encontramos una mayor proporción de organismos asociados con la producción de gases de efecto invernadero, que podrían tener importancia para entender el papel de las ciudades en la regulación del clima. Por último, más importante, comparado con zonas naturales, hemos encontrado que nuestros parques tienen una mayor proporción de fragmentos genéticos de virus y bacterias que son patógenos potenciales humanos, y de genes de resistencia a antibióticos como la penicilina. Nuevos estudios en detalle serán necesarios para conocer el impacto de estos patógenos sobre la salud humana.
-¿Acudir a estas zonas verdes recreaciones potencia nuestro sistema inmunológico? ¿Cómo?
-Todos hemos jugado en los parques de nuestras ciudades. Mientras jugamos en estos parques, o nos sentamos a relajarnos, entramos en contacto con sus suelos, microbios y alérgenos. Este contacto ayuda a entrenar a nuestro sistema inmune y a separar entre microbios “buenos”, la inmensa mayoría, y “malos” que son perjudiciales para la salud humana. De igual modo, nuestro sistema inmunológico entrena su respuesta alérgenos potenciales, y aprende a no responder de forma agresiva cuando entramos en contacto con microbios y alérgenos inofensivos. De este modo, las zonas verdes urbanas ayudan a desarrollar y potenciar nuestro sistema inmunológico.