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Actualizado: 05 may 2020 / 18:00 h.
  • La esquina de la vergüenza

El guiri era la excusa perfecta para los sevillanos. Si no se podía andar por las calles del centro, la culpa era del guiri. Si los precios de los alquileres estaban por las nubes, el guiri era el motivo. Si no encontrábamos sitio en la barra del Rinconcillo, obviamente, el guiri tenía la culpa.

El cierre de la ciudad está haciendo que afloren las vergüenzas de los sevillanos maleducados. Ahora no podemos culpar a nadie de fuera. Ya no hay un cascarón de huevo que se salte las normas del juego.

Hay una calle del Centro de la ciudad que es el mejor ejemplo. Es una zona en la que hay mucho apartamento turístico y la mayoría de los que habitan por dicho lugar no están empadronados en la ciudad, sino que están de paso.

La calle Carlos Cañal esquina calle Bilbao, justo en la fachada de la Iglesia de San Buenaventura, se ha convertido en el ‘punto verde’ del barrio, pues un vecino lleva más de un año dejando la basura en ese emplazamiento.

El Ayuntamiento colocó un cartel para que el responsable de este acto incívico cesara en su afán por llenar de basura ese lugar. No sirvió para nada.

La esquina de la vergüenza

Frailes del Convento aseguran que esta situación no es nueva y que están cansados de tener que aguantar el comportamiento de una persona a la que le da igual tener varios contenedores a cincuenta metros de distancia. Su lugar es esa esquina. Igual que el perro que tiene su esquina favorita para marcar el territorio.

Las bolsas, cuidadas y en perfecto estado de revista, aparecen por las mañanas. Es tal la impunidad que tiene que sentir esta persona que le da igual que le puedan pillar. Más de un año y medio repitiendo la dinámica.

Para el que no conozca la zona, la Calle Carlos Cañal y Bilbao se encuentran a pocos metros de distancia de la Plaza Nueva.

Si fuese una calle de algún barrio periférico, la problemática sería aún más llamativa e insalubre. Por la calle Otumba, una peatonal que es paralela a Carlos Cañal, todos los días, a las 12 de la noche, un retén de Lipasam baldea las calles. La limpieza por esa zona es diaria, aún así, un día cualquiera, cuando el sol ya se está escondiendo te puedes encontrar con el regalo. Esta limpieza no ocurre en otros lugares de la ciudad.

La solución no es quitar las bolsas repletas de basura de ahí todos los días. Tampoco un cartel que ahuyente, pues a la vista está, no lo ha conseguido. La única forma es localizar al ciudadano incívico para que pague la multa. Otra solución es esperar a que abran las fronteras y echarle la culpa al guiri.