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Actualizado: 26 abr 2018 / 14:46 h.
  • La fiestas, el sexo y el fútbol, señas de identidad de La Manada

Los cinco integrantes de La Manada, que hoy han sido condenados a penas de nueve años de prisión por abusar sexualmente de una joven madrileña en los sanfermines de 2016, forman un grupo bastante homogéneo en cuanto a sus intereses comunes: las fiestas, el sexo, el fútbol y los tatuajes.

Los miembros de La Manada, naturales de Sevilla y con edades comprendidas entre los 25 y los 28 años cuando sucedieron los hechos, son José Ángel Prenda, considerado el cabecilla del grupo, Antonio Guerrero, Alfonso Jesús Cabezuelo, Ángel Boza y Jesús Escudero.

Aunque Guerrero, guardia civil que se encuentra en suspenso desde que se conocieron los hechos, pidió en el juicio que no se hicieran públicos sus datos, la enorme repercusión social y mediática de este caso ha hecho que desde el primer momento los rostros e incidencias de sus vidas trascendieran en los medios de comunicación y las redes sociales, donde se dio a conocer incluso su reciente paternidad.

Corpulentos, con apariencia de gran fortaleza física, los integrantes de La Manada -nombre del grupo de WhatsApp en el que hacían alarde de sus relaciones sexuales-, han demostrado ser grandes aficionados a las fiestas y los tatuajes.

Uno de los acusados fue reconocido incluso por la víctima por un tatuaje de un lobo, que los miembros del grupo consideraban identificativo de La Manada.

El juicio celebrado en la Audiencia de Navarra, durante el que los acusados han contado con el apoyo de sus familias, ha tenido momentos memorables en los que se ha podido profundizar en la personalidad de los cinco jóvenes.

Destaca el instante en el que uno de sus abogados llegó a decir de ellos que “no son modelo para nada” e incluso los definió como “patanes”, “imbéciles, “simples y primarios” con el fútbol o las relaciones sexuales, pero también “trabajadores” y “buenos hijos”.

Desde el primer día se ha señalado como cabecilla del grupo a José Ángel Prenda, El Prenda, el más mediático de todos ellos, integrante junto a varios de los condenados de la peña ultra del Sevilla.

La aparición de una pancarta en su apoyo en el estadio de El Sadar en un partido de Osasuna contra el Sevilla, generó gran polémica y un rechazo unánime por parte de la instituciones navarras. En la pancarta se podía leer la palabra “Gordo”, otro de sus apodos, que el joven al parecer ha dejado de usar, ya que en la cárcel ha llegado a perder treinta kilos de peso.

El guardia civil Antonio Guerrero, que también ha sido objeto de especial atención por los medios, ha sido apartado del destino que prestaba en comisión de servicio en el puesto de Pozoblanco (Córdoba) y ha pasado a la situación administrativa de suspensión de funciones.

Guerrero, junto al Prenda, Cabezuelo y Escudero, están imputados asimismo, en una pieza derivada del caso de los sanfermines, por una supuesta agresión sexual a una chica de Pozoblanco en mayo de 2016.

Menos repercusión mediática han tenido las vidas del resto de imputados, entre ellos el joven militar Alfonso Jesús Cabezuelo, el mayor de todos los condenados, que permanece encarcelado en la prisión militar de Alcalá Meco (Madrid).

Ángel Boza, el más joven de todos, es el que se mostró más afectado en el juicio, en el que permaneció largos ratos tapándose el rostro con las manos.

El quinto condenado es Jesús Escudero, conocido como “El peluquero”, por ejercer esta profesión en el barrio de Triana de Sevilla, un trabajo que, al parecer, ha seguido realizando en la cárcel de Pamplona cortando el pelo a los reclusos.