Del Puente de Triana (o Puente de Isabel II) cuelga, desde hace años, una frondosa higuera silvestre en forma de arbusto que con el paso del tiempo ha crecido en exceso. Sus fuertes raíces, con el paso del tiempo, se meten cada vez más dentro de las sillerías de esta edificación y pueden llegar a destrozarla. En concreto se halla sobre el arco que conecta el puente con el Paseo de Colón. Desde el 2008 el Ayuntamiento de Sevilla está advertido de esta situación, a través de peticiones ciudadanas solicitando que se elimine esta especie denominada ficus carica. Una evidente dejadez municipal que está afectando progresivamente a esta joya de la arquitectura del siglo XIX, catalogada como Bien de Interés Cultural desde 1976.
Hace quince años había dos grandes higueras en el Puente de Triana que, de manera visible y espontánea, nacieron entre los sillares de piedra que forman los dos arcos que hay en los extremos. En concreto, una se hallaba junto al bar El Faro (frente a la Capilla del Carmen) y la otra sobre el arco que conecta el puente con el Paseo de Colón. Gracias a la perseverancia de algunos vecinos se consiguió que el Ayuntamiento arrancara la primera situada en el extremo del puente.
Sin embargo, la segunda sigue creciendo y se mantiene muy frondosa gracias a la humedad que recibe del río Guadalquivir. Sus ramas se pueden ver y tocar desde las aceras del puente y constituye un serio peligro que amenaza a la estructura de esta construcción arquitectónica, inaugurada en 1852.
Según recoge un escrito de denuncia ciudadana remitido a la corporación municipal hispalense en 2008, «si esta planta parásita no es eliminada cuanto antes, la reparación de los efectos que sus dañinas raíces ya están produciendo en el puente, será ardua y costosa para el Ayuntamiento y para toda la sociedad». Han pasado tres lustros y la desidia municipal es evidente, sobre todo teniendo en cuenta el peligro que suponen las fuertes raíces que pueden destrozar el puente si no se actúa en breve.
«Es un tema de dejadez del Ayuntamiento; no cuidan y no conservan las cosas. Además, la higuera del Puente de Triana es un veneno, un cáncer para el patrimonio histórico», señala un vecino del barrio, experto en temas histórico artísticos, que lleva años luchando para que se elimine.
Hay que recordar que el Ayuntamiento de Sevilla está obligado legalmente a mantener en perfecto estado el patrimonio de la ciudad (Ley 16/1985, del Patrimonio Histórico Español y Ley 14/2007, del Patrimonio Histórico de Andalucía), máxime cuando estamos tratando de un inmueble arquitectónico que posee la catalogación BIC.
El Puente se ubica entre el Paseo de Colón, en la confluencia con la calle Reyes Católicos, y la Plaza del Altozano, ya en Triana, en la misma ubicación que tenía el antiguo Puente de Barcas. El Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAHP) describe que su estructura se compone «de cuatro bases de piedra, dos pilas centrales y dos estribos laterales, entre las que se abren tres vanos iguales, contando además con un arco marinero también de sillería. Los cimientos de los estribos son de hormigón y argamasa, y los de los pilares de argamasa, cal hidráulica y guijarros, protegido con encofrado de hierro y madera«.
Históricamente fue el primer puente fijo que tuvo la ciudad de Sevilla, bajo el reinado de Isabel II. Es obra de los ingenieros franceses Fernando Bernardet y Gustavo Steinacher y se inauguró en febrero de 1852.