La Reina de España, doña Leticia, mantuvo una conversación telefónica hace una semana con el director de la Fundación Secretariado Gitano, Isidro Rodríguez, sobre la especial vulnerabilidad de esta minoría étnica a la que el confinamiento ha colocado en una situación de extrema dificultad, no solo porque más de la mitad de los 700.000 gitanos españoles vivían ya en la pobreza -el 86%, con ingresos inferiores a 620 euros mensuales-, sino porque aproximadamente ese mismo porcentaje vivía de la venta ambulante. La Reina, aunque no prometió nada entonces, sí señaló que se interesará sobre la situación a través de la Secretaría de Estado de Derechos Sociales y que, dentro de solo unas semanas, quedaría con Rodríguez para “una nueva conversación para hacer otra valoración”. El gesto puede parecer más simbólico que eficaz, pero en la Fundación lo acogieron con entusiasmo, preocupados como están por conseguir complicidades institucionales para un confinamiento complicado de llevar a cabo entre más de 9.000 familias gitanas con menores (alrededor de 47.000 personas) que continúan en infraviviendas -más de 2.200 de ellas concretamente en chabolas o entornos altamente degradados. Como recuerdan en el Secretariado, son espacios “donde hay escasa protección sanitaria, que no cuentan con los servicios ni recursos públicos de salud que puedan prevenir y contener el coronavirus”.
Esta mañana, coincidiendo con el Día Internacional del Pueblo Gitano, Doña Leticia ha mantenido un encuentro virtual con cuatro mujeres gitanas para tratar precisamente la difícil situación de este colectivo: la técnica de igualdad del programa Calí, por la igualdad de las mujeres gitanas en Albacete, Cortes Muñoz; la orientadora laboral en el equipo de Palencia y coordinadora del Grupo de Mujeres Gitanas de la Fundación, Celia Gabarri; la coordinadora de los equipos de Alcantarillas y Calasparra (Murcia), Sara Cortés; y la periodista en el Área de Comunicación de la entidad, Ana Segovia.
Las cuatro mujeres han trasladado a la Reina el difícil acceso a la información, ya que para la mujer gitana es más complicado conocer y entender las medidas que establece el Estado de Alarma, lo que le dificulta contribuir a su cumplimiento y evitar que su situación de vulnerabilidad no aumente. Además, la mayoría de las mujeres gitanas no tienen el nivel educativo necesario para apoyar y suplir en estos momentos el apoyo educativo que requieren sus hijos, lo que suponen una doble dificultad en cuanto a la educación de los escolares, pues mayoría de los centros están utilizando un sistema telemático para mantener la actividad académica. Todo ello se suma a otros factores de exclusión como su baja formación, el desempleo, los bajos ingresos o las cargas familiares, por lo que se hace necesario que las autoridades públicas ofrezcan información adaptada a todos los contextos sociales. En este sentido, debido a la suspensión de las clases presenciales, se han interrumpido también los comedores escolares, espacios donde muchos niños podían disponer de una comida completa.