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Actualizado: 28 sep 2021 / 21:46 h.
  • Foto: Arjona - Toromedia
    Foto: Arjona - Toromedia

¿Qué habría pasado si la primera novillada –la de El Parralejo- hubiera caído en las manos de Calerito, Diosleguarde y Jorge Martínez? Pero la cuestión se afila si nos preguntamos qué habría sido de algunos novilleros de la semana pasada en caso de haber tenido que pechar con los utreros de Rocío de la Cámara, que no tuvo esta vez su tarde en Sevilla... Dejémoslo ahí. El caso es que la novillada que se había programado como podio de triunfadores se acabó convirtiendo en una auténtica prueba de fuego para una terna que dio todo lo que tenía dentro para sobreponerse a las circunstancias. En otro tiempo, con otra sensibilidad, habrían merecido dar una vuelta al ruedo postrera los tres. Dieron la barba; fueron tres tíos. Enhorabuena.

Capitanes intrépidos
Foto: Arjona - Toromedia

El más antiguo del cartel era Calerito. Los buenos aficionados recordaban nítidamente el excelente nivel de sus actuaciones en la plaza de la Maestranza –también pagó con sangre- antes de que la expansión de la pandemia volara todo por los aires. Su inclusión en el cartel era más que justa pero es que el joven novillero de Aznalcóllar se encargó de despejar cualquier duda con una excelente actuación global que habría merecido esa oreja que el palco, equivocada y cicateramente, se empeñó en negar. Juan Pedro ya había toreado mejor de lo que merecía al bellísimo pero manso sardo que rompió plaza. Fue un animal bronco y descompuesto que acabó embistiendo como un buey de rodeo. Mantener la compostura ya era una hazaña.

Capitanes intrépidos
Foto: Arjona - Toromedia

Pero lo mejor estaba por venir con un cuarto vacío de todo al que recibió a portagayola y acabó lanceando animoso por verónicas y sedosas chicuelinas. El bicho tampoco negó su condición de manso: barbeando tablas, buscando el campo al primer picotazo... Pero Calerito, que sufrió una fea cogida al segundo doblón, supo entenderlo en una faena tan bien hecha como bien dicha que comenzó con naturales y se lanzó sobre la mano derecha, toreando con poso y pulso en una labor llena de ritmo en la que no faltaron detalles de verdadera torería. Hubo un trincherazo de foto, ayudados de excelente trazo y, finalmente, muletazos con la izquierda dichos de uno en uno que suplieron la escasez de contenido del novillo. La estocada fue corta y necesitó el refrendo del descabello. Había merecido la oreja con creces.

Capitanes intrépidos
Foto: Arjona - Toromedia

El segundo turno era para el salmantino Manuel Diosleguarde que entendió a la perfección la incierta embestida del segundo. Fue un ejemplar un punto abecerrado y escurrido que propinó dos feas volteretas al almeriense Jorge Martínez en su turno de quites. No anunciaba cosas buenas en la lidia pero el novillero charro supo extraer lo que tenía en una faena muy bien planteada, perfectamente calibrada en las distancias y las alturas que le permitió relajarse en un puñado de muletazos de hombros descolgados y trazo líquido que revelaron su auténtica y atractiva personalidad torera. Por el izquierdo fue mucho más difícil: el animal miraba por encima del palillo de la muleta buscando la puerta de salida pero la faena aún volvería a subir de tono por la otra mano antes de que pasaportara al bicho de pinchazo y estocada. Con el quinto, un auténtico marmolillo, no iba a barajar más opciones que mostrar solvencia y compostura a riesgo de pasarse de rosca. Deja el cartel alto.

Capitanes intrépidos
Foto: Arjona - Toromedia

El tercero, por fin, era Jorge Martínez que había entrado en el cartel desde su condición de ganador del Circuito Andaluz de Novilladas. El almeriense llegó a la Maestranza –en la que debutaba- dispuesto a darlo todo desde el primer lance. Así lo demostró con un tercero tan manso como sus hermanos pero mucho más descompuesto y orientado. Era muy difícil estar delante pero Martínez se puso allí de verdad, sorteando tarascadas, aguantando miradas tremendas que resolvió con quietud y auténtica firmeza. El bicho –nunca mejor dicho- se acabó orientando hasta buscarle y echarle mano. No importó: siguió jugándosela de verdad hasta que el novillo cantó la gallina y buscó las tablas. A eso se llama estar bien... Pero es que el sexto, que envió al banderillero Juan Rojas a la enfermería después de colgarlo de un pitón, iba a ser mucho peor. Cada cite implicaba ponerse en el filo de la navaja. Le buscaba con saña detrás de la muleta. Era un auténtico marrajo. Sólo restaba matarlo y salir andando. Fueron tres capitanes intrépidos...

Capitanes intrépidos
Foto: Arjona - Toromedia

Ficha del festejo

Ganado: Se lidiaron seis novillos de Rocío de la Cámara-Cortijo de la Sierra, muy desigualmente presentados y de común fondo manso. La novillada resultó globalmente infumable con un primero bronco y manso; un segundo avisado con alguna tecla que tocar; un tercero orientado y descompuesto; un cuarto soso y sin fondo; un quinto aplomado y un sexto que resultó un auténtico marrajo intoreable.

Novilleros: Juan Pedro García ‘Calerito’, de nazareno y oro, ovación y vuelta al ruedo tras fuerte petición de oreja con bronca al palco.

Manuel Diosleguarde, de macarena y oro, ovación y silencio.

Jorge Martínez, de marino y oro, ovación y palmas de despedida.

Incidencias: la plaza registró un cuarto de entrada en tarde espléndida. Destacó la labor global del banderillero Antonio Chacón. Durante la lidia del sexto, el banderillero Juan Rojas fue atendido en la enfermería de “varetazo corrido en la región inguinal derecha”. Su jefe de filas, Jorge Martínez, fue atendido al final del festejo de “contusión en la cara interna del muslo derecho y varetazo corrido en la cara anterior del muslo izquierdo”, ambos de pronóstico leve.