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Actualizado: 30 abr 2022 / 10:23 h.
  • Luque, a hombros de la multitud por la Puerta del Príncipe. Foto: Arjona-Pagés
    Luque, a hombros de la multitud por la Puerta del Príncipe. Foto: Arjona-Pagés

Daniel Luque está contento. Y sabe transmitir esa satisfacción con naturalidad sin dejar de tener los pies en el suelo. El torero de Gerena ha abierto la primera Puerta del Príncipe de esta Feria de la vuelta a la normalidad culminando un proceso de recuperación personal que le llevó desde la crema del escalafón hasta el sótano del toreo. Gracias a su propia determinación y la asunción de algunos errores ha logrado ponerse a la altura de sus verdaderas posibilidades. Luque contaba en la agenda del aficionado aunque posiblemente era aún un tapado para el gran público. El gran triunfo del pasado jueves –sellado con una impresionante y dolorosa voltereta- le vuelve a colocar a las puertas de la primera fila. Daniel Luque ha saltado de órbita.

¿Cómo se encuentra? ¿Pesa más la paliza o el sabor del triunfo?

Estoy muy dolorido. No tengo fractura aunque el dolor de la carne despegada es horroroso pero no puedo estar más contento. Esto es un sueño y además ha sido aquí. Llevaba una lucha muy fuerte y en contra de todo. Ya sabemos lo difícil que es esto y no terminaban de reunirse las cosas. Unas veces por una y otras por otra no terminaba de redondear y pasó esto... Es un sueño.

En San Miguel ya se había notado otra receptividad del público de Sevilla...

Sí, ahí ya noté yo algo. Pero es que ahí ya fui capaz de ser más yo. Hasta ese momento, cada vez que me anunciaba en Sevilla me creía que tenía que torear de otra forma y en Sevilla tienes que ser el mismo que en todos lados: fiel a tu concepto y a tu forma.

Eso es muy importante. En la bajada al sótano y en la vuelta a la planta noble de estos años ha sido muy relevante ese proceso de reencuentro personal.

La gente me había catalogado de una forma u otra pero, con quince años de alternativa, también conocen mi concepto, mis formas... Saben que soy un torero que tiene capacidad, que soy capaz de torear con calidad. Eso sí: no he sido un torero muy afortunado en los lotes y hasta el día de hoy vamos a sangre y fuego. Hay que demostrar capacidad delante de los toros y cuando no lo ponen fácil dan un plus a lo que se hace delante de ellos.

Precisamente, los dos toros de El Parralejo fueron importantes pero también muy complejos. Había que ponerse delante de ellos muy de verdad.

Y marcaron lo que uno es capaz de hacer. Si te coge un toro así de primera hora, te tienes que meter para dentro y no puedes ni respirar... y tienes que salir a matar otro toro con la presión de haber cortado una oreja y otra tarde en el horizonte... Que aún así no se vayan las cosas... A lo mejor es un tópico repetir lo que siempre decimos los toreros, que todo es muy difícil. Pero es que es muy difícil. Y que pase en Sevilla es muy complicado. Que se reúnan tantas cosas para que todo salga bien es casi imposible y me alegro que haya pasado en Sevilla. Ahora puedo pasear por la calle tranquilo, mirar esa Puerta del Príncipe y decirme a mí mismo que ya la he cruzado. Soy joven todavía y aún me quedan mucho tiempo para volver a cruzarla pero la primera es especial.

¿Y a qué sabe la Puerta del Príncipe?

Eso sabe a gloria. Es un sueño hecho realidad, el premio al esfuerzo acumulado de tantos años. He sido capaz de sacar todo en una tarde; Sevilla me ha dado la llave para disfrutar de la plaza y de su afición en las tardes que me quedan.

Y una de esas tardes está a la vuelta de la esquina.

Estoy muy ilusionado y con las miras puestas en ese tres de mayo. Lo del otro día ya pasó y lo estoy disfrutando. Sigo dándole vueltas a la cabeza y tengo el triunfo muy fresco, recibo mensajes de compañeros, de mucha gente... Pocas veces había vivido algo así pero hay que pensar en la siguiente. El toreo es tarde a tarde y la próxima tiene, si cabe, más importancia que la anterior, mayores exigencias. Hay que dar el mismo nivel o más.

¿Le ha dado tiempo a celebrarlo o no estaba el cuerpo para fiestas con esa paliza?

No demasiado, la verdad. En realidad la celebración es la propia puerta. Qué más puedo pedir que pasar ese umbral disfrutando de ver las caras de mis amigos, de mi gente, de mi familia, de mi padre, acordándome de mi madre, de tanta gente que en ese momento te gustaría tener contigo recordando todo lo que se ha sufrido para que ahora pudieran disfrutar el momento del triunfo. Eso es lo más bonito de todo.

No llevamos mucha feria pero ya se puede afirmar que está siendo un buen momento para los toreros sevillanos. También hay que celebrarlo.

Sevilla puede estar satisfecha de los toreros que tiene. Creo que tiene tres o cuatro de los toreros más importantes del escalafón y lo que tiene que hacer es disfrutar de cada uno en su corte y en su forma. Estamos dando el nivel que debemos dar.

¿Le cansa ese recuerdo constante a los años de ostracismo, la alusión a los errores del pasado?

No, no me fatiga. Me recuerda de donde vengo. Y es una satisfacción. No reniego de mi punto de partida ni de las cosas que yo he hecho. Ni para bien ni para mal. Al revés. De lo malo aprendí y de lo bueno intento sacar más bueno todavía. Del triunfo se aprende poco pero del fracaso sí. Por eso, con o sin lo del otro día, tengo que ser el mismo, seguir mi camino con una o con veinte puertas del príncipe. Ése es el objetivo que tengo marcado. Era un escalón que tenía que rebasar pero vendrán otros escalones que subir. Unas veces me caeré pero me volveré a levantar. Esta es la vida, la de un torero que quiere llegar lejos con toda la humildad del mundo. ¿Lo conseguiré? Hasta el día de hoy sí puedo decir que estoy contento conmigo mismo.

En cualquier caso se puede hablar de una misión cumplida.

Era una misión personal, una losa que me quito. Tenía esa presión, la exigencia de la gente. Tenía que ser ya, tenía que pasar... Ese peso no era fácil de llevar y me lo he quitado. Ahora voy a poder ser más libre en la plaza; voy a poder sacar todo lo que tengo, a ser todavía más yo.

Y las lanzas se han vuelto cañas. Todo el mundo –afición, prensa, profesionales- se ha alegrado sinceramente del triunfo de Daniel Luque.

Eso es lo que he percibido, lo que he sentido. A la prensa, la gente, hasta el presidente dando las orejas... Era una manera de demostrar que no me las podía negar. Esa unanimidad, el cariño, la alegría... Percibía que la gente, después de haberme exigido, de haberme apretado, estaba conmigo. Era como decir: “tú has dado el paso que tenías que dar y ahora lo vamos a dar nosotros también”. Noté una especie de reconciliación entre afición y torero. Es lo más bonito que me llevo en lo personal. Y si lo siento así es que pasó. Es como cuando tú sientes algo en el ruedo y eres capaz de transmitirlo arriba.

No queda nada para la siguiente.

Ya estamos ahí. No vamos a dejar de apretar el acelerador.