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Actualizado: 01 may 2022 / 10:08 h.
  • Ferrera se inspira con un gran ‘victorino’
    Fotos de Arjona Pagés
  • Ferrera se inspira con un gran ‘victorino’
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  • Ferrera se inspira con un gran ‘victorino’

La corrida transcurría por cauces anodinos hasta la salida de ese quinto. Y... para qué vamos a engañarnos: el mano a mano entre Ferrera y Perera carecía de hilo y argumento para despachar la siempre esperada corrida de Victorino Martín. La ausencia forzada de Emilio de Justo –verdadera estrella del cartel- no le había complicado demasiado la vida a los gestores de Pagés que, lejos de apostar por algún valor emergente u otro especialista en los ‘grises’ de Las Tiesas decidieron dejar el casillero en blanco.

Con esas papeletas, la corrida se puso un poco a contrapelo. A la falta de tensión entre ambos espadas –era la cita a ciegas de dos desconocidos- se sumó la escasa cilindrada de los toros que iban saliendo, uno a uno, por la puerta de chiqueros en este sábado de alumbrado que se había estrenado con las exequias del cardenal Amigo. El primero no pasó de soso y fue muy corto de viajes. Ferrera le aplicó esa lidia un punto demagógica –manejando ese peculiar capote azul que prodiga esta temporada- que le lleva a dejar a los toros muy abiertos en el caballo sean cual sean sus condiciones. Luego aquello sale por donde sale y el puyazo fue un chocazo, tan malo como la pelea del bicho que, eso sí, se zampó un grandioso par de Fernando Sánchez, que lo vende como nadie. Tuvo su réplica en otro no menos bueno de José Chacón. La faena no iba a pasar de apuntes aquí y allá, con algún muletazo estimable dibujado por la izquierda antes de que el bicho terminara de echar el freno. Poco más hay que contar.

Ferrera iba a repetir el cuento de la Habana de la suerte de varas con el tercero, que no quería palo ni en corto ni en largo. Estuvieron un trienio para picarlo a pesar de la evidencia. El caso es que el diestro extremeño acabaría vendiendo la moto cuando se echó la muleta a la mano izquierda para cuajarle un puñado de muletazos más que estimables en los que prescindió de la espada de ayuda. Vamos, que le acabó dando fiesta a su modo en una faena bien trazada y mejor enseñada que remató de una de esas peculiares estocadas al paso que ahora prodiga. Le pidieron la oreja. Se conformó con una vuelta al ruedo.

Pero las corridas de Victorino Martín suelen encerrar una bola premiada y ésta iba a caer, precisamente, en manos de Ferrera. Fue ese importante quinto, de nombre ‘Pobrecito’, que pronto fue señalado como hijo del célebre ‘Cobradiezmos’, indultado en esta misma plaza por Manuel Escribano. El toro salió abantito pero Ferrera, apercibido de su buen aire, le formó un verdadero lío por verónicas. Lo volvió a dejar larguísimo y el toro –que era bravo- y la gente –que estaba por agradar- tragaron con la performance. El quite del matador, tirando largas desde las bambas del peto, fue preciso y precioso.

Ferrera cogió la montera y requirió a Joaquín –que anda dando turnos para recibir brindis- para que saliera al ruedo. No es costumbre en la plaza de Sevilla que los paisanos pisen el ruedo pero tampoco hay que rasgarse las vestiduras por algo tan accesorio. El futbolista acabó dando un salto para recibir el monterazo del matador mientras más de uno empezaba a hiperventilar. Qué más da... Lo importante es que el torero pacense iba ser capaz de darle la vuelta a la tarde mezclando dominio de la escena, retazos de buen toreo y, sobre todo, sabiendo aprovechar la excelente condición del ‘victorino’. Fue una faena de hilo templado que escaló su propia cumbre en el toreo al natural, con la espada de ayuda perdida entre el albero. Hay que anotar muletazos al ralentí, toreo desmayado y su peculiar manera de llenar la escena para, metido entre los pitones, para cuajar un trasteo que ya sonaba a doble trofeo. Pinchó a la primera y le echó mano, destrozando la taleguilla de su traje de mariposas. A la segunda, volviendo a entrar al paso, enterró la espada. Le pidieron las dos y se conformó con una aunque se dio el homenaje de una doble vuelta al ruedo.

No hay mucho que contar de los dos primeros toros de Perera, extraño convidado de piedra en una corrida que no le va demasiado. No tuvo suerte con su primero, un ejemplar de viajes cortos que impacientó al torero y al público. Tampoco iba a poder ser con el blando y soso cuarto, al que toreó de forma intrascendente cuando la tarde empezaba a pesar más de la cuenta. Lo mejor de su actuación llegaría con el sexto, bien lidiado por Javier Ambel y mejor banderilleado por Curro Javier, al que cogió el aire de su embestida en los primeros muletazos antes de que le echara mano con violencia. Miguel Ángel salió maltrecho, doliéndose de un fuerte varetazo en la espalda. Pero se puso a torear de verdad, templándose por el pitón derecho a pesar de las dificultades que desarrolló el animal, enrazado y con sus teclitas. Llevaba una herida evidente en la zona lumbar y pasó a la enfermería tras darle muerte. Llevaba una cornada.

FICHA DEL FESTEJO

Ganado: Se lidiaron seis toros de Victorino Martín, bien presentados y muy en el tipo de la casa. Sobresalió por encima de todo el encierro el importante quinto, un toro bravo y de excelente fondo. Fue soso y sin recorrido el primero; no tuvo un muletazo el segundo; se dejó muy a medias el tercero; blando, soso y sin emplearse de verdad el cuarto y de más a menos el sexto.

Matadores: Antonio Ferrera, de blanco y oro con sedas de colores, ovación tras aviso, vuelta al ruedo tras petición y oreja con petición de la segunda con dos vueltas al ruedo.

Miguel Ángel Perera, silencio, silencio y ovación.

Incidencias: La plaza registró tres cuartos de entrada en tarde calurosa y primaveral. Dentro de las cuadrillas destacaron Javier Ambel, Curro Javier y Fernando Sánchez además del picador José María González. Miguel Ángel Perera fue atendido en la enfermería tras dar muerte al sexto de “cornada por asta de toro en región dorso lumbar izquierda que afecta a musculatura paravertebral con apertura de fascia toraco-lumbar, siguiendo dos trayectorias de 6 y 8 cm”. Fue trasladado a un centro hospitalario. El pronóstico es reservado.