La cita, un año más, era a las plantas de la Virgen de la Caridad, una imagen íntimamente ligada a la devoción de los toreros de Sevilla que la tenían como patrona de aquella antigua asociación de la Vejez del Toreo que daba socorro a los viejos lidiadores. La dolorosa de Fernández Andés se encontraba descendida de su camarín –maravillosamente vestida de blanco y bajo un dosel- después de haber estado expuesta a la veneración de sus hermanos y devotos en el solemne besamano que culminaba sus cultos anuales reafirmando, de paso, las cotidianidades que se había llevado esa pandemia que empieza a ser sólo un mal recuerdo.
La cofradía del Miércoles Santo había vuelto a convocar a la familia de las sedas y los oros en torno a esa Eucaristía que sirve para dar gracias por la temporada que se fue; pedir por la que vendrá y tener un recuerdo especial a los que nos dejaron en un año que pronto pedirá la cuenta. Pero también tocaba pedir por los que están. La ceremonia, cuidada en todos sus detalles por la hermandad, volvió a ser presidida por Andrés Ybarra, director espiritual de la corporación del Arenal, y concelebraba el joven sacerdote Plácido Manuel Díaz Vázquez, estrechamente vinculado a la hermandad. Ybarra, un año más, supo tocar el corazón de los presentes con una homilía de densa carga religiosa que tendió puentes con el mundo taurino y los anhelos de sus protagonistas.
La familia del toro respondió a la llamada y aunque se echaron de menos algunas caras volvieron a estar los cabales de siempre en este acto litúrgico que tuvo muy presente la memoria de los diestros Jaime Ostos, Miguel Báez ‘Litri’ y Andrés Vázquez, el empresario y apoderado Roberto Espinosa, el escritor y profesor Santi Ortiz además de los taurinos Iván Canorea y Emilio Moreno, los más próximos al cogollo taurino sevillano que se marcharon prematuramente.
Antes de despedir la eucaristía, el hermano mayor del Baratillo, Luis Fernando Rodríguez Carrillo, cedió el turno de palabra al popular baratillero Rogelio Gómez ‘Trifón’ que hasta arrancó una ovación de los presentes invocando la brevedad, en el púlpito y en el ruedo. “Los sermones y las faenas, de cinco minutos”, afirmó Rogelio antes de la conclusión de esta misa que ha vuelto a renovar los estrechos vínculos que unen a la cofradía del Miércoles Santo con el mundo del toro. No fallaron los matadores de toros Tomás Campuzano, Curro Durán, Manuel Jesús ‘El Cid’, Alfonso Oliva Soto y Ángel Jiménez además del veterano banderillero algabeño Luis Arenas o los novilleros Curro Durán (hijo), Diego Bastos y Javier Zulueta. La capilla, a pleno aforo, acogió también a aficionados, periodistas y gentes del toro, bien atendidas por Pedro Dormido Girón, oficial de la junta baratillera.
La foto de familia la completaban el delegado del gobierno de la Junta de Andalucía, Ricardo Sánchez, el diputado de plaza de la Real Maestranza de Caballería, Luis Manuel Halcón Guardiola además de los empresarios Ramón Valencia y José María Garzón; el apoderado y ganadero Manuel Vázquez Gago, el contratista de caballos Enrique Peña o el juez y presidente de la plaza de la Maestranza, José Luque Teruel además de varios miembros de la junta de la corporación del Miércoles Santo que ha vuelto a celebrar esa entrañable convivencia final para poner el colofón a una tarde noche de devoción, memoria, amistad y toros.