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Actualizado: 26 abr 2021 / 14:04 h.
  • Foto: Arjona
    Foto: Arjona

Hay que reconocer que Ramón Valencia no se ha dado ninguna coba. Los Pagés han reprogramado en corto y por derecho todos los festejos que tenían que haberse celebrado en estos días de primavera sumándolos a los cuatro que ya estaban previstos para San Miguel. Se consigue así un amplio ciclo de altos vuelos, inédito en esas fechas, que comenzará el 18 de septiembre y se prolongará hasta el tres de octubre con dos treguas en los lunes 20 y 27 de septiembre. No cabía otra. La experiencia es un grado y la del nefasto 2020 ya había dejado escaldada a la empresa de la plaza de la Maestranza que vio pasar en blanco toda la temporada -sin cogerle las vueltas a las vedas de la Junta- enredándose en un conflicto inoperante.

Primero se habló –como ahora- del mes de septiembre pero no se llegó a concretar nada. La tímida reactivación taurina que llegó a mitad del verano –la Junta de Andalucía autorizaba a abrir las plazas con el 50% del aforo que ahora se demandaba- animó varios festejos menores, la feria de Colombinas –única digna de tal nombre en Andalucía- y la controvertida corrida de El Puerto, chispa remota de tantas cosas. Mientras el asunto se enfangaba en absurdas luchas cainitas y las autoridades autonómicas se atrincheraban en el famoso metro y medio, trascendió que Pagés pretendía retomar los festejos de San Miguel que habían llegado a presentarse en marzo. Pero, una vez más, tampoco se pudo materializar nada. En medio de la tierra quemada sólo se sólo acertó a proclamar que se cancelaba el ciclo septembrino sin haber llegado a (re)anunciarlo.

Ahora sí contamos con carteles y hasta la tibia certeza de que podrán celebrarse. Pero déjenme que sucumba algunos renglones a la nostalgia. En un mundo normal, este mismo lunes, estaríamos fallando los principales premios de una Feria que habría concluido el domingo con la habitual ración de miuras. Del almuerzo del jurado del Corte Inglés, sin solución de continuidad, habríamos conducido nuestros pasos a las nobles estancias de la Real Maestranza de Caballería para elegir a los mejores de abril, poniendo el epílogo a una semana y media de toros en la Pascua Florida que ya cumple dos años largos de ausencia. Dos años puede ser mucho o quizá muy poco en los casi tres siglos de historia del coso del Baratillo. Pero habría que bucear en sus anales para encontrar un periodo tan largo sin toros. Cuando las puertas de la plaza vuelva a abrirse el próximo 18 de septiembre –siempre con permiso del covid- habrán pasado un año, once meses y una semana desde la última vez que una res brava se asomó al inmenso ruedo maestrante. Fue el 12 de octubre de 2019. Entonces no sabíamos que éramos moderadamente felices.

La Junta convoca a los empresarios

Mientras tanto, el aficionado sigue pendiente de lo que pueda pasar a corto y medio plazo. ¿Qué ocurrirá con Jerez? Los Matilla están vendiendo entradas para la inminente Feria del Caballo pero todo quedará condicionado a lo que pueda pasar el próximo miércoles en el trascendental –y necesario- encuentro de las empresas taurinas andaluzas con las autoridades de la Junta de Andalucía. Convoca Briones pero también podría estar presente el jefe de la tropa –léase Bendodo- en esta inaplazable toma de posturas que debería haberse anticipado al traumático y delirante proceso que desembocó en la suspensión de la temporada de primavera en Sevilla. Nos habríamos ahorrado un enorme sufrimiento.

Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena... Pues mejor así. Pero a ese encuentro, más allá de parrafadas buenistas, hay que exigirle compromisos concretos, decisiones nítidas, parámetros cristalinos en los que se puedan mover las empresas taurinas mientras siga coleando el famoso bichito. Hasta la empresa de Córdoba –comandada por José María Garzón- podría ampliar el aforo previsto para la plaza de Los Califas, sujeto ahora mismo a los 3.000 asientos que permite el famoso metro y medio que hizo descarrilar el plan de Ramón Valencia. Nos jugamos poner en marcha el tren o dejarlo parado.

Del último rabo y un injusto sambenito

Nos vamos marchando, recordando una trascendental efeméride de la que se ha cumplido medio siglo exacto. Fue el 25 de abril de 1971: Paco Ruiz Miguel había entrado en la corrida de Miura sustituyendo a Limeño, que se había caído del cartel desmoralizado por un fregado de corrales que no fue ajeno a la dictadura cordobesista. El ‘Caña’ iba a encontrarse con ‘Gallero’, el toro más importante de su vida que, además, le encasillaría para siempre en cierto tipo de corridas que le dieron fama y hacienda. Le cortó el rabo.

Es, hasta ahora, el último que ha paseado un matador en la plaza de la Maestranza. A partir de ahí viene la reflexión. Pongan la memoria a punto: en este medio siglo hemos contemplado algunos sucesos que habrían sido merecedores del mismo galardón. Un pacto no escrito prohíbe –de facto- conceder el despojo confundiendo la velocidad con el tocino. Bajamos el batiscafo hasta la semana que viene pero lo hacemos enviando un sincero abrazo a Rafael Peralta Revuelta. Le han colgado un injusto sambenito que no es de su talla. Por cierto, y es noticia de última hora, las fiestas de San Fermín han vuelto a ser suspendidas. ¿Habrá toros? Pues ya veremos...