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Actualizado: 12 oct 2021 / 21:49 h.
  • Tres novillos y tres novilleros
    Fotos: Arjona - Toromedia
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El larguísimo clarinazo que marcó el tercio de muerte en la lidia del sexto nos recordó, como un rejonazo conocido, que había terminado la temporada en la plaza de la MAestranza. Ha sido atípica, extraña; esperemos que irrepetible... El empeño de un grupo de aficionados, que no ha estado exento de vericuetos, se había materializado en la organización de este festejo benéfico que supo atraer a un público familiar que nutrió los tendidos maestrantes en un número más que aceptable. El festejo se resolvió en dos mitades. Hubo tres novillos potables; también tres novilleros con mayor sed de triunfo o con mejor fortuna en el sorteo, vaya usted a saber. El caso es que los tres pupilos de Juan Pedro Domecq se impusieron claramente sobre los que se trajo Fermín Bohórquez, derrengados, de fea presencia y juego deficiente.

De los ‘juampedros’ hubo un ejemplar que sobresalió claramente sobre el resto de los lidiados. Fue el quinto, un boyante novillo que acabaría embistiendo de cine en la muleta de Joselito Sánchez, un chico de Morón de la Frontera, al que le costó calentarse con esa embestida larga, franca y alegre que se rebosaba en su muleta. Pero con un novillo así no se puede fallar y Joselito acabaría acertando al cuajar una gran tanda al natural que abrió el mejor tramo de su notable faena. El chaval tuvo una gran virtud para exprimir al eral: el ritmo. Ese ritmo le permitió torear por la derecha tapando mucho la embestida y crear una inestimable conexión con el público que no dudó en pedir –y obtener- las dos orejas del gran novillo de Juan Pedro después de una estocada corta que cayó algo contraria. Eso sí: lo de quitarse la chaquetilla delante del bicho es de mala educación.

Macarena de Pablo Romero se había estrenado en el palco concediendo otra oreja del cuarto, otro ejemplar de Fermín Bohórquez de movilidad un punto molesta que tocó en suerte al rondeño Ignacio Candelas. Hay que destacar la voluntad indeclinable del chaval por apurar el escaso fondo del animal, que brindó una movilidad algo molesta con la que había que andar puesto y dispuesto. Candelas se mostró siempre resolutivo y animoso y le acabó buscando las vueltas hasta meterlo en la canasta. El trofeo fue un premio más que justo para esa entrega, para sus ganas de estar en la cara de un novillo que exprimió desde los firmes estatuarios hasta las ceñidas bernardinas. Pues sí, señor.

Al palco, quizá, le faltó algo de generosidad para premiar el excelente corte de torero de Marcos Linares que ya se había destapado –y de qué forma- quitando por excelentes y personalísimas verónicas al novillo de su compañero Candelas. Pero el sexto, otro ‘juampedro’, no tuvo esas virtudes. A pesar de todo el chaval enseñó su magnífico concepto del toreo y una personalidad diferenciada toreando al natural. Linares tiene sentido de la expresión, se reúne con los novillos e imprime un sello especial a todo lo que hace. Lástima que el bicho acabara tan a menos. Con o sin oreja, seguramente, fue el que más y mejor había toreado.

¿Qué más le podemos contar? El chaval que rompió plaza, un sevillano de Santiponce llamado Alfonso Alonso quedó un punto inédito por culpa de la invalidez del primer ‘bohórquez’. Pero hay que anotar el excelente trazo de sus muletazos y la limpieza de su toreo con la mano izquierda. El segundo en liza, un sevillano llamado Manuel Olivero, torea con pulcritud y compostura pero un puntito despegado. Hay que enfadarse más; reunirse más con los novillos... El tercero, finalmente, fue el jerezano Javier Peregrino. Estuvo bien arropado de amigos, paisanos y deudos. Y tuvo un buen novillo para salir mejor parado. A sus cosas buenas hay que contraponer su falta de reposo y de colocación. Aún queda camino. Era la última novillada de una temporada que, por tantas cosas, no ha sido una más. Que la Virgen del Pilar nos dé salud y oportunidad de contarles la próxima.

Ficha del festejo

Ganado: Se lidiaron tres novillos de Fermín Bohórquez –primero, segundo y cuarto- y tres de Juan Pedro Domecq que se impusieron por hechuras y juego sobre los primeros, blandos y derrengados. Destacó por su boyante juego el lidiado en quinto lugar. Fue pronto, noble y con clase el tercero y acabó a menos el sexto.

Aspirantes: Alfonso Alonso, de marino y oro, ovación tras aviso.

Manuel Olivero, de verde inglés y oro, ovación tras aviso.

Javier Peregrino, de lirio y plata, vuelta al ruedo tras aviso.

Ignacio Candelas, de azul de Prusia y oro, oreja

Joselito Sánchez, de blanco y plata, dos orejas

Marcos Linares, de blanco y oro con remates negros, vuelta al ruedo tras petición.

Incidencias: La plaza registró un tercio de entrada en tarde veraniega. La novillada se había organizado a beneficio de las obras sociales y asistenciales de las hermandades de penitencia de Triana. Se estrenó en el palco Macarena de Pablo-Romero.