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Actualizado: 02 oct 2021 / 21:45 h.
  • El diestro Diego Urdiales con su segundo toro. EFE/Raúl Caro
    El diestro Diego Urdiales con su segundo toro. EFE/Raúl Caro

En la corrida de Garcigrande hubo tres y tres y hasta uno, el horrendo primero, que nunca debió ser embarcado para la plaza de la Maestranza por su espantosa fachada que, además, escondía un comportamiento de buey. Fue el primer ejemplar que tuvo que despachar Diego Urdiales en el segundo pase de una feria que había comenzado con demasiadas tibiezas. Los buenos aficionados, que esperaban el recital definitivo del riojano a orillas del Guadalquivir, menearon la cabeza. La salida cansina y el comportamiento de res de carne no hacían presagiar nada bueno. El bicho, además, derribó con estrépito en las tres entradas al caballo evocando estampas de la lidia antigua. El bicho llegó a la muleta de Urdiales con demasiadas asperezas que limar. Visto lo visto, no le habría venido mal un cuarto puyazo.

Urdiales le toca el corazón a Sevilla
El diestro Diego Urdiales tras cortar dos orejas. EFE/Raúl Caro

Cuando salió el cuarto ya habían saltado al ruedo los dos restantes del lado bueno. Uno pronto y codicioso para Manzanares y otro de más a un punto menos para Jiménez. Pero quedaba esa tercera bola premiada, con sus teclitas que tocar, que Urdiales supo administrar, lucir y multiplicar desde que se hizo presente con su escueto capote para trazar un puñado de lances bellos de pura y desnuda sencillez. ¿Podría ser en éste? La verdad es que el animal, después de cumplir el en caballo, hizo alguna cosita fea durante el tercio de banderillas. La papeleta no era fácil pero el veterano diestro de Arnedo había venido a torear. Brindó al público y volvió a mostrar esa elegante compostura en el inicio de su faena antes de construir una estupenda tanda diestra que abrió la espita.

Urdiales le toca el corazón a Sevilla
Urdiales en un pase con el capote a su segundo toro. EFE/Raúl Caro

El toro berreaba y mostraba un puntito de picante –de puro manso- en la muleta del riojano que empezó a rendir la plaza cuando cogió la mano izquierda. El temple, la naturalidad y el aplomo de su figura se fueron aliando en una labor que creció y creció sobre ese lado, limando algunas asperezas. Hubo un matiz fundamental: saber administrar las embestidas; pegarlos de uno en uno cuando era necesario, ligarlos cuando el toro repetía. Diego terminó de explayarse por redondos, toreando ya con todo el cuerpo, meciendo imperceptiblemente la figura. Había run run de cosa grande pero había que amarrar el asunto. Después de tomar la espada y algo de aire terminó de pintar el cuadro con un ramillete de excelsos naturales, dichos a pies juntos. Se tiró a matar y dejó una estocada de premio. Las dos orejas, que paseó feliz de la vida, eran de cajón.

Urdiales le toca el corazón a Sevilla
Pablo Aguado con su segundo toro. EFE/Raúl Caro

Ya conocemos las otras dos bolas premiadas. Una fue para Manzanares, que volvió a cortar otra oreja en Sevilla amparado en su proverbial estrella en los sorteos. Ese segundo fue un animal pronto y codicioso, posiblemente un poquito a menos al final, con el que Josemari volvió a mostrarse elegante y compuesto en una faena de notable con un toro que merecía el sobresaliente. Hubo muletazos que parecieron esculturas, sí. Pero su labor, una vez más, careció de planteamiento, nudo y desenlace; de la necesaria conexión argumental entre tanda y tanda para convertir lo bueno en excepcional. El espadazo en la suerte de recibir –cayó un puntito caído- fue fulminante y determinante. Paseó su tercera oreja en la feria. Al peso, gana.

Urdiales le toca el corazón a Sevilla
José María Manzanares con su segundo toro. EFE/Raúl Caro

Pero como la cosa había estado bien repartida –uno bueno y otro malo por coleta- al alicantino le tocó pechar con un quinto que sólo puso dificultades desde que se hizo presente en el ruedo. Campó a sus anchas en la lidia obligando a un gran esfuerzo de las cuadrillas y resultó un auténtico paquete en la muleta. Para colmo no ayudó en nada a la hora de matar y Manzanares pasó un auténtico quinario para echarlo abajo, con el toro pegado a tablas. En un pinchazo la espada salió volando al callejón, rebotando con fuerza en el burladero de la autoridad, civil por supuesto.

Cerraba el cartel el flamante diestro ecijano Ángel Jiménez que había entrado en este tercer cartel estrella de la Feria de San Miguel sustituyendo a Pablo Aguado. El chico tiene personalidad y una expresiva forma de hacer y sentir el toreo que pudo mostrar con el tercero de la tarde, un toro de más a menos que también delató la bisoñez del matador de Écija. Lo toreó de capote con una chispa especial que supo mantener en el galleo por chicuelinas y en el explosivo primer tramo de una faena brindada a sus compañeros. En los primeros muletazos hubo garra, desmayo, pellizco y ese sentido de la expresión que no pudo o no supo mantener cuando se echó la muleta a la izquierda. El ritmo de la faena decayó de repente y lo que iba camino de un triunfo quedó en eclipse. En cualquier caso hay que quedarse con esas cosas buenas y esas ganas de ser que le llevaron a fajarse con el tercer garbanzo negro. Fue el sexto, un toro manso que se había marchado a chiqueros como un buey de rodeo al que le plantó cara con sincera resolución. Merece más oportunidades.

Ficha del festejo

Ganado: Se lidiaron seis toros de Garcigrande-Domingo Hernández, bien presentados a excepción del basto primero. Hubo tres y tres: segundo, tercero y cuarto con muchas posibilidades; y primero, quinto y sexto mansos y deslucidos. De los potables, el segundo fue el mejor por pronto y codicioso. El tercero fue a menos y el cuarto tuvo teclitas que tocar.

Matadores: Diego Urdiales, de antracita y azabache, ovación y dos orejas

José María Manzanares, de marino y oro, oreja y ovación con ligera división tras aviso.

Ángel Jiménez, de crema y oro

Incidencias: no se llegó a colmar el 60% del aforo previsto. Destacaron los banderilleros Duarte y Chacón. Al final del festejo se cortó la coleta el tercero de la cuadrilla de Diego Urdiales, Juan Carlos Tirado.