Boxeo
Gloria y éxtasis de Imane Khelif: "¡Es una victoria para todas las mujeres!"
La boxeadora intersexual se desploma de emoción tras ganar su combate, tras días de ataques LGTBIfóbicos y un abrumador apoyo de las gradas del Paris Nord Arena
Imane Khelif, abrazada a sus entrenadores tras ganar su combate. / Miguel Toña / Efe
"¡Es una victoria para todas las mujeres!". Imane Khelif, bañada en lágrimas, rodeada por un enjambre de no menos de 200 periodistas ávidos de escucharla, arriaba la bandera del feminismo mientras sus entrenadores y auxiliares le sujetaban la euforia y hasta su propio cuerpo, tembloroso por las emociones vividas en un combate que era mucho más que un pasaporte para las semifinales del torneo olímpico de boxeo. "Después del combate, se le ha venido todo encima", decía después a este periódico, su entrenador Mohammed Chaoua.
Porque en toda la sesión de este sábado en el Paris Nord Arena, no hubo un solo púgil que absorbiera mayor aliento que Khelif, mujer intersexual, masacrada en los últimos días por la LGTBIfobia. "¡Es un símbolo de toda Argelia! Todo el mundo está detrás de ella", explicaba a este periódico Bachir Mokhtari, miembro del equipo argelino de boxeo, antes de su combate contra la húngara Anna Luca Hamori, que la deportista de Argelia ganó por unanimidad.
Los ataques a Khelif
Los Juegos Olímpicos no tratan de récords, victorias, medallas o podios. Van de historias. Y Khelif, boxeadora intersexual que se ha asegurado la medalla, no tenía necesariamente una historia. Pero se la han construido a su alrededor, después de que el COI le autorizara para competir en París, al igual que lo hizo en Tokio, frente a la postura de la Asociación Internacional de Boxeo, que le veta de sus competiciones por sus altos niveles de testosterona, fruto del hiperandrogenismo con el que nació. De ahí las lágrimas, de ahí la emoción, de ahí el fervor del Paris Nord Arena por ella, víctima de una interesada LGTBIfobia que ha traspasado los límites del legítimo debate científico que se pueda generar sobre su participación en la competición internacional.
Khelif se emocionó tras su victoria. / Miguel Toña / Efe
Khelif compitió, Khelif ganó entre el júbilo de un pabellón a rebosar de compatriotas. Khelif celebró, lanzó besos al cielo, hizo el gesto de firmar el ring y realizó el saludo militar a sus fans. Khelif mantuvo la entereza durante unos breves segundos hasta que se acercó a sus más cercanos, todavía al borde del ring y se desplomó emocionalmente, tan sobrepasada por una situación como un ser humano puede estarlo. "Me siento muy orgullosa de llevar una medalla a mi país. He trabajado muy duro para lograrlo", dijo balbuceando y, entonces, cargó medio mundo sobre sus hombros: "¡Es una victoria para todas las mujeres!".
El apoyo de Boulmerka
"¡Llévatela, llévatela!", gritaba exaltada una voz femenina al entrenador de Khelif cuando pasa por la zona en la que los periodistas mataban por una fase suya. Una expectación de la que no podría persumir ni Marchand, ni Biles, ni Lebron James en estos Juegos, desbordados los voluntarios que vigilaban la zona. Una locura inaudita para una deportista anónima hasta hace unos días.
La voz femenina resultó ser la de Hassiba Boulmerka, premio Príncipe de Asturias de 1995, oro en Barcelona 92 en los 1.500, hoy secretaria general del comité olímpico argelina. "Yo fui la primera medalla de oro de Argelia y lo que querría que ella sea la siguiente después de mí, que sea mi heredera", explicaba después a este periódico, con una desmedida euforia.
Khelif fue muy superior a su rival. / ALI HAIDER / AP
"Para nosotros no hay ningún problema, el presidente del COI ha hablado y ha dicho que es mujer y que siempre lo ha sido", insistía Mokhtari, miembro de su equipo, en relación al pronunciamiento de Thomas Bach, en el que denunció el "odio inaceptable" vertido hacia Khelif.
Con el apoyo de COI, de los aficionados, de todo un país, Khelif se reivindicó como mujer y como deportista, frente a una rival que, a diferencia de la italiana Carini, le saludó y le felicitó con naturalidad tras perder con claridad el combate. "La respeto, no tengo ningún problema con ella", dijo la húngara.
La expectación alrededor de Khelif sin duda continuará cuando el martes se enfrente en la semifinal a la tailandesa Suwannapheng en busca del combate por la medalla de oro. Una presea de reivindicación contra el odio y la discriminación al diferente. Al final y al cabo, ¿no tratan sobre eso los Juegos Olímpiso?
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