Golf
Jon Rahm sufre un viacrucis y se queda sin medalla: "Me costará sobreponerme"
El golfista español, que había dominado con solvencia durante los diez primeros hoyos, se derrumba y queda apartado de los metales. Scheffler, fabuloso, se lleva el oro.
Jon Rahm, barba frondosa, labios apretados con fuerza, mirada cada vez más confusa, se encontró de repente desorientado. Sus enormes brazos ya no hacían llegar las bolas a las calles, sino donde la maleza sepulta e inquieta. Donde la nada te engulle. Las piernas, embutidas en un pantalón demasiado estrecho, simulaban una firmeza que no fue tal. El vizcaíno había alcanzado a media mañana una ventaja de cuatro golpes en su lucha por el oro. Pero se topó de bruces con uno de esos muros psicológicos que tanto temen los golfistas. Antes o después, siempre asoman. Se lo encontró Rahm en el peor momento, con sus perseguidores cazándole y superándole. Concluyó con un -15 (llegó a estar con un -20), igualado en la quinta posición con Rory McIlroy. Scottie Scheffler (-19), el mejor del mundo, no tuvo compasión en una última vuelta asombrosa. Para él fue el oro, con el británico Tommy Fleetwood (-18) y el japonés Hideki Matsuyama (-17) llegando a tiempo para la plata y el bronce. El golf español, mientras, se quedó sin la que hubiera sido su primera medalla de la historia.
Rahm estuvo en la primera posición en la última vuelta hasta bien pasado el ecuador del día, en solitario o compartiendo el privilegio. Aunque tal era la locura en el Golf National, con siete espléndidos jugadores entrando de lleno en la lucha por las medallas en el mismo crepúsculo, que todo desenlace era más que incierto.
Pero Rahm, después de 10 hoyos impecables, sufrió un grave colapso en su juego a partir del 11. La convicción con la que había amontonados 'birdies' en el inicio de la jornada mutó en desesperanza. El 'bogey' del hoyo 11, el primero de la última vuelta, inauguró un inesperado descenso a los infiernos. En el 12, el vizcaíno tiró la bola al búnker. Bastante tuvo con sacarla, aunque sin salvar el par. Pero se convenció de que no habría mayor éxito que resistir psicológicamente al creciente acoso de varios de los mejores golfistas del momento.
Hasta que llegó el hoyo 14. Rahm fue incapaz de salvar el par 5, con la bola retrocediendo en la cuesta que llevaba al 'green'. El doble bogey fue la consecuencia y, la pérdida del liderato por primera vez, su castigo. Scheffler, siete victorias este año, ya pudo completar su vuelo.
"Es duro y difícil de explicar"
"No sé la última vez que pensé que una quinta plaza fuera buena, pero esta vez seguro que no. Es doloroso. Con lo bien que había jugado, y no tener opción a nada al final... [suspira]. Cuesta pensar en ello. Es duro, y difícil de explicar. Hacer el esfuerzo de pensar en lo que ha pasado en cada hoyo va a dolor bastante. Me va a costar sobreponerme", dijo Rahm, con un hilo de voz, sin ánimo alguno de disfrazar su desolación.
Rahm, azotado con saña después de aceptar el exilio saudí del LIV Golf, tras su triunfo en el Masters de Augusta de 2023, se había pasado 28 torneos y 16 meses sin ganar nada. Volvió a hacerlo hace apenas una semana en el LIV Golf London, y aquello no fue más que la advertencia de que en su mente estaba ser el mejor de todos en los Juegos de París. Ni siquiera parecía importarle que por allí andara Schauffele, oro en Tokio y que llegaba en el mejor momento de su vida (dos Majors en dos meses, el PGA y el British Open), Scottie Scheffler, el fabuloso número uno del mundo, el británico Tommy Fleetwood, con una afición entregada siguiéndole en el campo francés, o, claro el irlandés Rory McIlroy, siempre desconcertante, que perdió la guerra al mandar la bola al agua en el 15. Incluso el japonés Matsuyama, campeón en Augusta en 2021, tuvo momentos de genialidad que le permitieron tomar el bronce por el que acabó luchando el de Barrika.
Afrontaba Rahm la última jornada igualado en la primera posición con Schauffele con -14, y Fleetwood uno por detrás. Abrió una buena brecha el español en el ecuador, cuando ya había sumado cinco 'birdies' en los nueve primeros hoyos. Se había quitado de encima a Schauffele, que no se despegó de su mal humor en toda la jornada.
Pero el 'bogey' en el 11 fue el comienzo de un 'viacrucis' para Rahm que coincidió con el éxtasis competitivo de Scheffler (-19, récord del campo con una tarjeta de 62 golpes), quien se encaramó al Olimpo del golf con cara de dar los buenos días en el ascensor.
Rahm perdió una buena oportunidad de volver a engancharse dejando escapar un 'birdie' en el 15. Y cada una de las ventajas que le brindaron los rivales, el golfista español las dejó escapar. Especialmente doloroso fue el 'bogey' en el penúltimo hoyo, cuando Matsuyama le había concedido una última oportunidad para llevarse el bronce. O el del 18, cuando, con todo perdido, la bola le hizo una cruel mueca.
No le será fácil a Rahm olvidar tan duro derrumbe.
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