Piragüismo
Nueve centésimas fatales detienen la racha del piragüismo español
En una increíble final del K2 500 masculino resuelta por 'photo finish', Marcus Cooper y Adrián del Río se quedan a un suspiro del bronce
La vida en nueve centésimas. Un maldito parpadeo imperceptible. Marcus Cooper, que buscaba su cuarta medalla olímpica, y el debutante en unos Juegos Adrián del Río se quedaron a eso, a un suspiro del bronce en la final del K2 500 masculino, decidida por 'photo finish'. Con Alemania por delante (oro), Hungría (1:27.15), Australia (1:27.29) y España (1:27.38) alcanzaron la meta casi al unísono. El último tirón de Cooper y Del Río había sido imponente. Pero no suficiente pese al tremendo esfuerzo.
Cooper, el abanderado español en los Juegos y con un bronce en estos Juegos, tendrá que esperar con sus tres medallas a igualar las cuatro de Mireia Belmonte (natación), Andrea Fuentes (natación artística), Arantxa Sánchez-Vicario (tenis) y Joan Llaneras (ciclismo en pista).
El cronómetro martiriza los sueños. Pero depende de uno derrotarle. El viento, sin embargo, no se entrena. No se puede controlar. Es la mayor tortura del piragüista.
Azotaba el viento en el Estadio Náutico Vaires-Sur-Marne, y los entrenadores miraban al horizonte, tintado de nubes negras, intentando descifrar qué podrían encontrarse unos palistas cuyos días, semanas, meses y años de entrenamiento dependen, en buena medida, de cómo pueda responder la embarcación a algo tan aleatorio. Antía Jácome y María Corbera, ambas zurdas, ambas condenadas a encarar la canoa en el sin manera de que una equilibre a la otra, vieron cómo el viento soplaba racheado. No ayudó en el K2 500 femenino.
Jácome y Corbera, sextas
Jácome y Corbera tuvieron opciones hasta alcanzar los primeros 200 metros, cuando luchaban por avanzar desde la cuarta plaza. Pero las embarcaciones de Polonia, Hungría, Canadá (bronce), Ucrania (plata) y China (incontestable oro) acabaron por delante. Jácome y Corbera (1:56.65) concluyeron sextas, de acuerdo, pero este sábado tendrán otra reválida, ahora sí, cada una por su lado y como rivales: en el C1 200.
Es el piragüismo la disciplina olímpica más laureada del deporte español. Pero al ver a los deportistas palear, con oleaje, a veces sin más referencias que sus propios brazos, uno tiene la sensación de que el gran mérito es mantener una concentración extrema y saber gestionar las fuerzas ante rivales que, en el piragüismo esprint, pueden ganarte por excelente que haya sido tu ciclo olímpico. No hay nadie sobre uno solo de los barcos que no vaya a morir, especialmente en esos últimos metros en que la agonía domina y el sufrimiento es extremo.
Ver palear a la gallega de 24 años Antía Jácome y a la madrileña de 32 María Corbera, con el ímpetu propio de quien se ve en el momento de su vida, trasladaba a lo ocurrido en los Juegos de Tokio, cuando Jácome era la que pudo participar en sus primeros Juegos (fue quinta) mientras Corbera, que acabó perdiendo la plaza olímpica en favor, sí, de Jácome, tuvo que verlos desde la orilla. Aquello no tumbó a Corbera, que ya había superado el trauma de no participar en los Juegos de Río por una maldita milésima.
Jácome y Corbera, tantas veces rivales, tantas veces viendo cómo las querían enfrentar en lugares que no fueran los canales, estaban destinadas a compartir presente vital en busca de un sueño común, Fuera de la canoa, no hablan del agua. No lo necesitan. Construyeron una fidelidad y una confianza. Y, sí, una amistad edificada en los entrenamientos en Mallorca, donde Jácome se siente especial. O en Aranjuez, con un frío que astilla los huesos en invierno. Ambas lograron encajar personalidades opuestas. Quizá ese fuera el gran reto.
Ya sin fuerzas, Carolina García Otero y Sara Ouzande fueron eliminadas (sextas) en la segunda semifinal del K2 500, donde la neozelandesa Lisa Carrington ('GOAT in the boat'), icono de este deporte y que a sus 35 años aún impone como pocas, volaba junto a Alicia Hoskin. Carrington siguió con su espectáculo arrasando en la final a todas sus rivales y conquistado su séptimo oro olímpico, opositando este sábado al octavo oro en el K1. En la final B, García Otero y Ouzande vieron además cómo su embarcación volcaba. No pudieron reprimir las lágrimas ante los aplausos de quienes las vieron sufrir.
Pablo Crespo, a sus 22 años, y en una prueba externuante como el C1 1000 (es decir, el kilómetro en canoa), no pudo acceder a la final, al obtener el peor tiempo de su manga.
El piragüismo español sigue así con 23 medallas, y siendo la disciplina más laureada del olimpismo patrio, por encima de las 22 de vela. En estos Juegos de París se han logrado por ahora tres bronces, los conquistados por el K4 500 de Saúl Craviotto, Carlos Arévalo, Marcus Cooper y Rodrigo Germade; además del C2 500 de Diego Domínguez y Joan Antoni Moreno; y el de Pau Echániz en el K1 de piragüismo eslalon.
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