Opinión

Rafael Sanmartín

La hora de la venganza

El consejero de Presidencia, Elías Bendodo. / E.P. / Rafael Sanmartín

Llegó la hora. Lo anunció Bendodo en amplia reunión de íntimos, no tardarían y no les temblaría el pulso en vengarse de Sevilla. “Recuperaremos todo cuanto Sevilla nos ha quitado”. Ni Bendodo, ni Moreno, ni todo el Partido (im)Popular pueden probar que Sevilla le haya quitado nada a ninguna otra ciudad. La tan criticada Exposición Universal trajo a Andalucía ¡por fin! parte de la renovación de la que tan necesitada estaba y sigue estando. Pero la SE-40 sigue con un solo tramo y sin poder cruzar el río, todo por voluntad del gobierno estatal y del autonómico. La entrega de diez kilómetros de infraestructura ferroviaria a ADIF, para ahorrarle la reparación del tramo destrozado por el agua ya hace años, se ha hecho para condenar para siempre el tramo de AVE Sevilla-Santa Ana, con el único e insano fin de aislar Sevilla —o sea: aislar las provincias de Sevilla, Cádiz y Huelva, dejarlas sin comunicación entre si y hacia el interior, téngase claro—, y así cumplir la promesa del vicepresidente a sus correligionarios. Y todavía hay quien protesta del coste de la Expo, pero incluyen en ese coste las nuevas infraestructuras realizadas en toda Andalucía. La Expo como tal fue rentable, aunque les pese a sus críticos.

Cuando el enfrentamiento estéril y anti Andalucía, promovido en su momento por políticos incapaces de luchar por su tierra o su ciudad, parecía haber llegado a su fin, otra vez políticos ineptos, incapaces, ineficaces, se basan en enfrentar a los pueblos de unas ciudades con otras. Pero esta vez está quedando claro el interés por beneficiar a una ciudad a costa de las demás e, inconscientes de que el frenazo a la ronda de circunvalación, más que a la ciudad de Sevilla, perjudica a Andalucía. O tal vez conscientes, que son nefastos, pero tontos, no. Al mismo tiempo —los daños provocados a los pueblos son más eficaces si se traman enredados en otros— el presidente de la Junta interfiere en las negociaciones del Aeropuerto y el Ayuntamiento de Sevilla a fin de crear una línea directa con Dubái, para quitársela a esta ciudad y desviarla a Málaga. Los enfrentamientos entre ciudades andaluzas siempre han sido provocados, de forma calculada, por políticos, ya sean de la Junta, del Gobierno o de algún Ayuntamiento, en este último caso cuando se han agotado su imaginación e iniciativa, o no las ha habido nunca.

Bendodo prometió aquel día enriquecer a su ciudad, a costa de quitarle a Sevilla todo cuanto pudiera y desviar a Málaga todo cuando fuera posible. Es vicepresidente de la Junta de Andalucía pero no ejerce como miembro del ejecutivo que preside, sino en nombre de la ciudad en que reside. Desviar a un lugar toda la industria y organismos de interés, ya es un error. Porque mucha de esa riqueza se detrae o se le niega al resto de la Comunidad. Pero sacarla de una para meterlo en otra es todavía peor. El gobierno andaluz está discriminando a todos para favorecer a uno y eso puede pasarles factura. A ellos y a la ciudad donde viven, que es más grave, con toda la gravedad de llevar a la gente a enfrentamientos, como ya hiciera Aparicio en sus últimos años de alcalde y el mismo Bendodo desde la Diputación. Por lo tanto es ir contra Andalucía, pero eso a ellos no les preocupa, a la vista está, no solo no les preocupa sino que es parte de su estrategia. Provocar división es una técnica por la cual se entretiene a la mayoría, las ciudades no avanzan (a veces avanza una, aquella desde la cual se ha provocado esa división) pero se parapetan en el enfrentamiento, incluso descargan en él su propia ineptitud, su propia incapacidad para hacer algo en bien de la Comunidad regida. Moreno-Bendodo han empezado ya a traer a Málaga cuantos organismos pueden. Pero no olvidan a Sevilla, se equivocan en eso: olvidan Andalucía y eso puede reverdecer el enfrentamiento, ahora con el foco en Málaga y con datos fidedignos, fácilmente comprobables.

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Ahora la ciudad de Málaga prepara una Exposición Mundial. Las iniciativas surgidas desde las ciudades para su propio beneficio, merecen el más sonoro de los aplausos. Antes fue Sevilla, con la Expo 92, ahora confiemos que lo sea Málaga con su Exposición Mundial, porque en ambos casos son iniciativa propia. En ninguno de ellos le están quitando nada a los demás. Pero que vaya aprendiendo a blindarse contra posibles malas interpretaciones, pese a que las demás capitales y ciudades de Andalucía no cuentan con un Aparicio ni con un Bendodo.

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