Opinión
Manuel Bohórquez
Vacilar a costa de los demás
Cuando me llega un libro de flamenco lo abro y si en las primeras páginas encuentro veinte errores de bulto y, encima, veo que se aprovechan del trabajo de los demás, lo coloco en la librería y no lo abro nunca más. Investigar en el flamenco es caro, cuesta un riñón porque no hay ayudas públicas para los investigadores. Encima hay que aguantar que haya personas que se aprovechen del esfuerzo físico, intelectual y económico de quienes se dejan la vida y algo más en los archivos. Escribir una historia del flamenco no es fácil. De hecho, está aún por escribirse la verdadera historia de este arte andaluz y sus genuinos protagonistas, que son los artistas, los creadores y grandes intérpretes.
Desde el mismísimo Demófilo hasta Ricardo Molina y Antonio Mairena, lo que aportaron deja mucho que desear por la falta de rigor en la investigación. El padre de los Machado perdió la oportunidad de aportar mucho más, porque aún vivían bastantes de los pioneros del flamenco, del siglo XIX, en Cádiz, Jerez de la Frontera, los Puertos o Triana. Su libro, Cantes flamencos (1881), es una joya pero con errores y pobre de datos biográficos sobre Frasco el Colorao, Diego el Lebrijano, el Planeta, el Fillo o Juanelo de Jerez. En cuanto a Ricardo y Mairena, Mundo y formas del cante flamenco es un tebeo (1963), aunque en su momento fuera muy valorado. Fue llamado la “Biblia del cante flamenco”, ahí es nada.
Por tanto, es una obra totalmente devaluada y desfasada. Aportaron más en sus memorias cantaores como Fernando el de Triana y Rafael Pareja, aunque necesiten también una revisión porque se recurre aún a estos dos grandes libros con mucha frecuencia. Hasta que no llegaron Luis Suárez Ávila, José Blas Vega, Luis Soler Guevara, José Luis Ortiz Nuevo, Gerhad Steingress, Eugenio Cobo, José Gelardo y algunos más, pocos, no se empezó a investigar con el rigor necesario. Hoy son imprescindibles investigadores como Faustino Núñez, Alberto Rodríguez Peñafuerte, Rafael Chaves, Ramón Soler, Norberto Torres, Guillermo Castro Buendía, Antonio Conde, Luis Vázquez Morilla o Javier Osuna, por citar solo a unos cuantos.
Se está investigando ahora en serio, como nunca, y en unos años se podrá escribir la historia definitiva de este arte ya universal. Que una editorial como Almuzara, que tiene un buen catálogo de libros de flamenco, cuide tan poco la investigación seria, es totalmente denunciable. Aprecio a Eduardo Pastor como aficionado y persona, pero esto no me impide decir aquí, aunque con dolor, que su libro Eso no estaba en mi libro de historia del flamenco (2022) es una buena muestra de lo mal que está esto de la investigación flamenca.
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